← Boletín 5 - Mayo 2019

IntercambiEIS
Boletín digital de Educación Integral en Sexualidad para América Latina y el Caribe

Aportes de la investigación (3)

Los adolescentes del siglo XXI

Por Roxana Morduchowicz(*)

¿Hay límites entre esos espacios “virtuales” y los “reales”? ¿Cómo se vivencian las diferencias entre lo público y lo privado? ¿Qué espacios de participación y autonomía permiten/posibilitan las tecnologías?
El artículo nos ayuda a pensar la relación entre las/os adolescentes y estos espacios.

Corrernos del adultocentrismo no es sencillo. Parte de ese movimiento supone pensar que los y las adolescentes habitan espacios nuevos, que en nuestra adolescencia no podíamos ni siquiera imaginarlos como posibles. En nuestros intentos cotidianos de abordar la ESI/EIS (desde la educación, la salud, la comunidad), nos sorprenden historias, conflictos, situaciones que las y los adolescentes viven en esos espacios virtuales... Es entonces cuando nos llenamos de preguntas como: ¿cuánta importancia le damos como personas adultas a lo que en esos espacios sucede? ¿cómo acompañar a las y los adolescentes en la resolución de conflictos que surgen en las redes? ¿Cómo las y los ayudamos a ejercer sus derechos en la web o en las redes? ¿cómo prevenir la vulneración de esos derechos? ¿hay límites entre esos espacios “virtuales” y los “reales? . Roxana Morduchowicz nos ayuda a pensar esta relación entre adolescentes y estos espacios para que sigamos construyendo ESI/EIS allí también.

Un mundo de pantallas

Los adolescentes del siglo XXI viven en un mundo más visual que nunca antes. Rodeados de tecnologías, en casas que tienen más pantallas que medios gráficos.

Hoy, las habitaciones de las y los adolescentes son un universo tecnológico. Las encuestas más recientes reflejan que el cuarto de una chica o un chico en Argentina cuenta con cuatro pantallas como mínimo: televisión, celular, netbook de la escuela, play station y Wii son las más presentes.

Este mayor equipamiento de la habitación tiene dos claros efectos: un consumo mayor, (más horas diarias de uso) y una utilización más en soledad. En los últimos años se ha generado una suerte de “privatización” de los consumos culturales. En otras palabras, el uso es más privado, individual, exento de la presencia de otros con quienes compartirlos.

Entre estas pantallas, se destaca principalmente el celular. En los próximos años, tal como sucede hoy en Europa y Estados Unidos, el teléfono móvil no sólo será la pantalla principal de las y los adolescentes, sino su pantalla única. Por su carácter portátil, es la única pantalla que los acompaña las 24 horas y es la tecnología que más lamentarían perder si desapareciera.

Está claro que, por vivir en un mundo poblado de pantallas, los adolescentes de hoy hacen todo por Internet: buscan información, escuchan música, ven televisión, miran películas y series, hacen la tarea y se comunican con los demás.

La vida diaria de las y los adolescentes pasa hoy por las pantallas.

Simultáneos y autónomos

Los adolescentes de hoy se mueven en un universo de dinamismo, de fragmentación, de inmediatez, un mundo mosaico, de continua estimulación, y en simultáneo.

Con Gutenberg, en el siglo XV, se habló del paso que daba la sociedad, de la cultura oral a la escrita. En el siglo XX se habló del enorme lugar que dio la cultura de la palabra a la de la imagen. Hoy, en el siglo XXI, hablamos del paso de la lectura lineal a la percepción simultánea. Los adolescentes, en contacto permanente con laspantallas, están acostumbrados a relacionar, a asociar y a comparar. Pero todo ello, con mucha mayor rapidez y fragmentación. Las y los chicos de hoy viven en permanente provisionalidad, búsqueda constante de inmediatez y una intensa sensación de impaciencia.

De hecho, la llamada “generación multimedia” no es tal sólo por la diversidad tecnológica de que disponen, sino principalmente, por su uso en simultáneo: mientras ven televisión, navegan por Internet, escuchan música, se comunican por celular y hacen la tarea. Y en su navegación por la web siempre tienen abiertas varias ventanas a la vez. Por ello han recibido el título de “generación multifunción” (o “multitasking” en inglés).

La relación de las y los adolescentes con las tecnologías permite conocer los nuevos vínculos que establecen entre ellos e incluso con sus madres y padres. Sus prácticas explican las nuevas dinámicas familiares. Lo que hacen juntos, lo que no, las negociaciones, las elecciones, las alianzas, los conflictos, las discusiones, los espacios y los tiempos compartidos tienen mucho que ver con la presencia creciente de pantallas en los hogares.

El principal uso que hacen las y los adolescentes de Internet – en la Argentina y en el mundo- son las redes sociales. Nueve de cada diez adolescentes de 13 a 17 años tiene un perfil en alguna red social (Facebook, Instagram y Snapchat son las más populares). Ello significa que el uso de las redes sociales no reconoce diferencias socioeconómicas: atraviesa a todos los sectores y es el motivo principal por el cual los más jóvenes navegan en Internet.  

La enorme presencia de las pantallas en su vida diaria no significa que las elijan cuando definen “qué es un día divertido”. La primera opción para ocho de cada diez adolescentes, es salir con amigos. Aun cuando pasan mucho tiempo en sus casas en compañía de las tecnologías, si pudieran, las y los chicos elegirían para su tiempo libre, una vida social con amigos fuera de la casa: la sociabilidad directa, cara a cara.

La figura del adolescente no puede comprenderse sin los amigos. Y sin ellos, no es fácil entender tampoco los usos que hacen los jóvenes, de las tecnologías. La relación con los amigos contribuye a la definición de sí mismos. Por eso no sorprende que el 70% de las y los adolescentes tenga el celular encendido las 24 horas y tres de cada diez solo lo apague para dormir. Necesitan estar comunicados todo el día (y algunos, toda la noche). Saber que sus amigas y amigos están siempre presentes. Y ellos, igualmente disponibles para ellas y ellos.

Las tecnologías han creado nuevas formas de sociabilidad entre los adolescentes. La comunicación virtual no anula ni sustituye la vida social de los jóvenes en el mundo real. De hecho, la mayoría de las y los chicos utilizan las redes sociales para comunicarse con gente que ya conocen (amigas, amigos o amigos de amigos). Por ello decimos que la sociabilidad directa –cara a cara- y la electrónica –a través de la pantalla- se complementan.

Las tecnologías les permiten a las y los adolescentes proponer una relación con otros, en un espacio más libre, más desinhibido. La mediación de la pantalla, la ausencia de imagen física y la anulación de la dimensión corporal, les ofrece la posibilidad de hablar de sí mismos con mayor autenticidad.

El potencial efecto de “soledad” que suele atribuirse a las pantallas está, como vemos, muy lejos de probarse.

Entre lo real y lo virtual

La vida de los adolescentes hoy se mueve entre dos esferas: la virtual (on line), en los vínculos que establecen en el ciberespacio y la real (off line) en el mundo de sus relaciones cara a cara. Entran y salen de ambos universos permanentemente, sin necesidad de distinguir sus fronteras de manera explícita.

Los límites entre la vida off line y el universo on line no están tan claramente definidos entre las y los adolescentes. Entran y salen permanentemente de ambos universos con mucha facilidad y en algunas ocasiones, incluso, estas dos realidades se superponen. Pueden estar en el mundo virtual y aun así no dejan de estar conectados con el real. Y, otras veces, aunque estén en el universo real, suelen tener siempre una conexión abierta con el virtual. Las y los adolescentes se trasladan del mundo real al espacio virtual con total naturalidad. Abren y cierran las ventanas de la pantalla, como si abrieran y cerraran las ventanas de su propia casa.

Ningún adolescente se pregunta cuáles son las fronteras que marcan el final de un mundo y el comienzo del otro, porque en realidad nadie advierte la necesidad de separarlos: ambos forman parte de la vida.

Es un presente continuo: están dentro de la casa y al mismo tiempo trascienden sus límites, participan –al mismo tiempo- de lo íntimo y de lo público. Cierran la puerta de la habitación y abren las ventanas de la virtualidad.

Internet ha transformado la vida de las personas más jóvenes. Les ha dado, nuevos espacios y nuevas oportunidades para hablar de sí mismos, para construir su identidad y para compartir lo que piensan con sus audiencias –principalmente sus pares.

Internet ha generado entre esta población nuevas sensaciones de libertad y de autonomía, que rara vez experimentan en otras esferas de su vida diaria. De alguna manera, las y los adolescentes sienten que en Internet, no existen las  limitaciones ni restricciones.

Un espacio en el que se sienten realmente independientes.

(*) El presente artículo está basado en el libro Los adolescentes del Siglo XXI. Editado por Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.