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Boletín digital de Educación Integral en Sexualidad para América Latina y el Caribe

Aportes de la investigación (2)

La sexualidad en la adolescencia en el marco de la revolución digital: Nuevos datos sobre Uruguay.

Por Prof. Adj. Dr. Pablo Adrián López Gómez A y. Lic. Nutarel Pascoll. Facultad de Psicología. Universidad de la República, Uruguay

Se analiza en el rol que tienen las TICs como socializador sexual de las y los adolescentes, además de conocer cuál es la valoración que hacen de los agentes socializadores clásicos como los emisores de mensajes más importantes para esta población.

Resumen

La socialización sexual y el proceso de aprendizaje de los guiones sexuales  ha sido pensada académicamente como un subproceso específico de la socialización general de las personas. La socialización primaria (habitualmente a cargo de la familia) y la secundaria (principalmente a cargo de instituciones educativas y la salud) aparecían como los agentes más influyentes en la socialización sexual de los/as adolescentes. En este artículo se analiza, en base a un estudio cualitativo y cuantitativo representativo de los/as adolescentes montevideanos, si la irrupción de la revolución digital ha modificado actualmente esa realidad. Del análisis se desprende que, si bien los/as adolescentes declaran que los emisores de mensajes más importantes sobre sexualidad para ellos son los tradicionales, la frecuencia con que reciben esos mensajes es muy baja, a diferencia de los que absorben de las redes sociales.

Palabras clave: Socialización sexual – adolescentes – educación sexual

Introducción

El presente artículo está basado en algunos hallazgos del proyecto “Adolescentes y sexualidad. Identidades, mensajes y relacionamiento afectivo sexual a través de las redes sociales”, que fue presentado a dos fondos concursables que financiaron su ejecución: el “Innovation Found”, un concurso global que organiza el Fondo de Población de las Naciones Unidas y el Fondo Sectorial de Educación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), a nivel nacional. Con estas dos fuentes de recursos recorrimos las siguientes etapas: una revisión exhaustiva de literatura internacional; una etapa de revisión de perfiles y grupos de adolescentes de redes sociales para distinguir contenido sexual y pautas de comunicación; 6 grupos focales con adolescentes de 15 a 19 años, divididos en dos grupos de edad y tres estratos socioeconómicos y; una encuesta representativa de los/as adolescentes de 15 a 19 años de Montevideo (396 casos en total), reclutados en hogares (180 casos) y a través de redes (600 casos,de los cuáles se incluyeron 216 a través de un muestreo aleatorio ex post).

Objetivos

El objetivo general del proyecto fue “describir y analizar los mensajes relativos a la sexualidad que circulan en las redes sociales Instagram y Facebook, sus interpretaciones y su influencia en los modos de relacionamiento y construcción de identidad de los adolescentes residentes en Montevideo y zona metropolitana”. No obstante, en este trabajo se hará referencia a los resultados que corresponden al segundo objetivo específico: “Mesurar el nivel de importancia que le otorgan a los mensajes recibidos en torno a la sexualidad y su efecto en su comportamiento en comparación con otros agentes socializadores (familia, sistema educativo, y sistema sanitario)

Marco de referencia

El clásico trabajo de Berger y Luckmann (1968), “La construcción social de la realidad” ha influenciado mucho en nuestra forma de percibir como los humanos nos integramos en la comunidad en la que nacemos. Los autores separaban la socialización primaria de la secundaria y comentaban sobre la primera: “Todo individuo nace dentro de una estructura social objetiva en la cual encuentra a los otros significantes que están encargados de su socialización y que le son impuestos” y que, por este motivo, “El mundo de la infancia es masivo e indudablemente real. Probablemente no podría menos de ser así en esta etapa del desarrollo de la conciencia.”. Durante décadas este era un territorio exclusivo de la familia de origen, solo quienes la integraban se erigían como otros significantes con posibilidad de presentar los significados del mundo al recién llegado.

La socialización secundaria vendría luego para la “internalización de «submundos»  basados sobre instituciones”, de las cuáles la primera y principal es la escuela. Si bien ahora se discutirá un poco la vigencia de esta idea (la cronología primaria – secundaría), vale la pena reivindicar lo que indudablemente está y necesita estar vigente: la existencia de un discurso que dialogue con el discurso familiar. En un mundo donde se han vuelto a escuchar fuertes argumentaciones a favor de la educación en la casa, es bueno recordar que, desde la perspectiva de estos autores, la socialización secundaria le aporta al individuo la vía de crecimiento que no podría tener de ningún modo si no se libra del absolutismo del discurso familiar primario. La escuela debe aportar otras miradas sobre todos los temas, que coincidirán o no con el de las familias pero que, en todos los casos, les permite a los niños y niñas ampliar su mirada del mundo y tener mayores márgenes de elección.  

Corresponde ahora volver a poner en duda una parte de esta idea: dónde empieza la socialización secundaria y cuáles son los agentes que intervienen en la misma. Ya desde los 70, con la televisión como protagonista, comenzaba a discutirse cuál era el efecto de estos mensajes que entraban en el seno de la familia y llegaban a los niños/as aún antes de que empezara su socialización secundaria a través de las “instituciones” mencionadas por Berger y Luckmann (1968). Sin embargo, con la explosión de los entornos digitales esa discusión se reedita con un elemento nuevo e indiscutiblemente importante: a diferencia de la televisión, internet es interactiva y permite una búsqueda activa de contenidos. No hay un emisor activo y receptor pasivo sino una interacción que, de un modo u otro, socializa.

A esta altura de los acontecimientos es innegable que los mensajes del exterior de la familia que no solo son recibidos, sino que interactúan con su nóveles miembros y forman parte del mundo de los sujetos desde su nacimiento. No obstante, la necesidad de un adulto que ayude a decodificarlos en la temprana infancia sigue siendo indispensable. Dicho de otra manera: en el mundo actual la socialización primaria y secundaria coexisten desde el principio del proceso de socialización y los emisores de mensajes ya no son sólo sujetos significativos e instituciones, también los medios digitales interactivos juegan un rol.

Al respecto de la sexualidad, los avances de las ciencias sociales y humanas han llevado a la comunidad científica a considerar, con un amplio consenso, que el concepto de sexualidad está en constante construcción y transformación, y a entender que las diferentes expresiones de la sexualidad son dinámicas. En las últimas décadas, cada vez más, las prácticas se orientan mayormente al fin erótico/placentero y se produjo el fin de la clandestinidad del erotismo (Bozón, 2004)

La socialización sexual sería el proceso que construye a los sujetos en tanto sexuados y sexuales, atravesados siempre por los mandatos del sistema sexo-género de la sociedad donde son criados. Esto refiere a qué desean, cómo lo hacen saber, qué relación tienen con su cuerpo y corporeidad en torno al ejercicio de su sexualidad, qué los seduce y cómo buscan seducir, qué les resulta sexualmente placentero y qué significado y lugar les dan a aquellas personas con las que se vinculan sexualmente, así como qué valor se dan a sí mismos en esas relaciones. Todo esto, se aprende, no como un traspaso de información, sino como una negociación interna entre los scripts sexuales transmitidos y el propio deseo, es decir en un proceso de socialización y subjetivación.

Bozón (2004), considerado uno de los padres de la “Sociología de la sexualidad”, refiere a los scripts sexuales como guías de orientación o de lectura que permiten a los sujetos situarse y atribuirle un sentido sexual a las sensaciones, situaciones, palabras y estados corporales.

La tecnología trajo algunas novedades importantes a este proceso: Internet, las redes sociales online y los smartphones posibilitan la existencia de nuevos sujetos y prácticas, inclusive sexuales. En la actualidad, distintos espacios virtuales como las aplicaciones para conocer gente y las redes sociales online han alterado la normatividad de las conductas sexuales, provocando que las representaciones culturales de la sexualidad se hayan ampliado (Bozón, 2004; Sibilia, 2015; García Barba et al., 2018). Estas posibilidades de intercambio entre los sujetos habilitan nuevas fantasías, deseos y eróticas. Los significados y sentidos que cobran estas prácticas son singulares y están influenciados por el momento del curso de vida en el que se encuentren las personas.

Resultados

En distintas encuestas nacionales se ha indagado acerca de la principal fuente de información de los adolescentes respecto a su sexualidad. Estas señalaban a los dos principales actores de socialización primaria y secundaria (familia y escuela respectivamente), como los informantes principales. Por citar un ejemplo, la ENAJ 2008 (Campanella et a, 2010) señala como principales fuentes de información sobre sexualidad para los/as adolescentes y jóvenes primero los padres (39,9%) y segundo el sistema educativo (36%) y tercero médico o psicólogo que aparece con un lejano 1,3%.

Sobre esta forma de preguntar, nuestro estudio hizo dos innovaciones en base a los resultados de los grupos focales. En todas las clases sociales, la respuesta más inmediata y consensuada cuando se les preguntaba sobre cuál era el emisor de mensajes que más valoraban sobre sexualidad era la misma: la familia, sobre todo los padres y madres. Pero luego, cuándo se les preguntaba cuán seguido hablaban del tema con ellos, las respuestas eran imprecisas y titubeantes, “no mucho” podría ser el estribillo de este discurso. Algo similar pasaba al preguntar por los centros educativos. Además, cuando se les preguntaba por temas sexuales concretos, los emisores principales variaban de acuerdo con el tipo de conversación sexual.  

En base a esto se tomaron dos decisiones para la encuesta: a) preguntar del emisor más importante sobre cuatro temas, sexualidad en general, sexo seguro, estrategias de seducción y prácticas sexuales; b) preguntar sobre la importancia que se les dan a los emisores de los mensajes por un lado y la frecuencia con la que reciben mensajes de esos emisores por el otro.

Primer hallazgo: Sobre sexualidad en general, tanto el más importante, como la suma de las menciones del emisor entre los tres más importantes da como resultado: 1, padre, madre o tutor; 2, Profesional de la salud en un centro de salud y; 3, Taller de sexualidad en tu centro educativo. La novedad está en la aparición del sistema sanitario con más fuerza, quizá producto de hablar de centro de salud en lugar de médico o psicólogo, o quizá como resultado de la política que impulsó el carné del adolescente que es posterior al 2008. Pero hasta aquí, la hipótesis de cuáles son los agentes de socialización sexual más importantes respaldan la idea clásica.

Al desglosar la idea de sexualidad algunas cosas cambian y otras no. Empezando por lo que no cambia: respecto a sexo seguro, el orden de los primeros tres no se altera para nada, cabe preguntarse ¿será que cuando le preguntamos a los/as adolescentes cuál es su principal fuente de información sobre sexualidad, ellos/as interpretan que sexualidad es lo mismo que “sexo seguro”? Otras cosas no cambian, los padres no caen más allá del cuarto puesto en ningún caso.

Más allá de esto, aparecen algunas novedades: los amigos son la principal fuente en lo que refiera a prácticas sexuales y estrategias de seducción y, además, por fin aparecen los amigos en redes sociales en un segundo puesto en el ítem estrategias de seducción.

Lo más interesante está en la gráfica siguiente que da un panorama muy distinto: los tres agentes señalados como más importantes, familia, educación y salud suman un 70% o más de respuestas que indican una frecuencia de emisión de mensajes de nunca o poco frecuente. De hecho, salvo salud, el “nunca” supera el 50%.

Sin embargo, si miramos la columna azul, entre muy frecuente y algo frecuente, los amigos en persona se imponen, seguido por los amigos de redes sociales y algo muy interesante: buscando directamente en internet, a lo que se le agrega un 30% que nombra YouTube u otras redes sociales. Eso es una noticia potencialmente buena y mala: la búsqueda de información en la fuente más grande del mundo es una posibilidad increíble, siempre y cuando tengan capacidad de discernir entre buena y mala información. Se habla de que la brecha en el acceso a internet ya no la constituyen los que acceden y los que no, sino los que saben decodificar los contenidos buenos de los malos y los que no. La alfabetización digital, también en torno a temas como la sexualidad, es la clave para que esto sea bueno o malo para el futuro.

Podría sumarse a esto un dato importante en lo que refiera a cómo se socializan los adolescentes en las redes. Si tomamos a la pornografía como un potente transmisor de mensajes acerca de los scripts sexuales, el dato de que el 66,3% de los encuestados declare haber visto este tipo de material (con un 15,3% de no contesta, el más alto de la encuesta) debería llamar la atención. La edad media de inicio de consumo de ese material es 13, con una desviación estándar de 2,49, es decir, entre los 10 y medio y los 15 y medio años. Entre los consumidores, el 40% lo hace una vez por semana o más.

Breve reflexión final

La producción académica de conocimiento sobre TICs, internet y redes sociales ha tenido diferentes interpretaciones por parte de los investigadores y, en ocasiones, las posiciones sobre estos temas se han organizado en un continuo binario que va desde la sacralización de los avances tecnológicos a la demonización y peligrosidad que la revolución tecnológica ha impuesto (Linne y Basile, 2013).

Los datos de esta investigación datos permiten sacar dos conclusiones importantes: a) por un lado, el rol de las redes como socializador sexual de los/as adolescentes viene creciendo y seguirá así al tiempo que el acceso a internet se universaliza más y es cada vez más temprano; b) por otro lado, por ahora los/as adolescentes siguen identificando a los agentes socializadores clásicos como los emisores de mensajes más importantes para ellos, aunque los reciban con baja frecuencia.

El acceso a la socialización en internet no es malo ni bueno, pero parece claro que el rol que las generaciones adultas (en especial quienes trabajan en educación sexual) asuman frente a esta realidad será clave para que el fenómeno se desarrolle en beneficio de los y las adolescentes.

Referencias bibliográficas

  • Berger, P. y Luckman, T. (1968). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Bozon, M. (2004). Sociologia da sexualidade. FGV Editora.
  • Campanella, J., Mancebo, M., Martínez, P., Chiossi, J., Dibot, G, González, M. Gradín, V. y Soto, S. (2009). Uruguay: jóvenes y adolescentes dicen. Encuesta Nacional de Juventud 2008. Informe Preliminar. Montevideo: MIDES.
  • García Barba, M., Nebot García, J. E., Castro Calvo, J., Giménez García, C., & Ballester Arnal, R. (2018). “Conductas sexuales online en población juvenil: diferencias de género y relación con la búsqueda de sensaciones sexuales”. Agora de salut, 5, p. 69-76
  • Linne, J. y Basile, D. (2013). La discoteca virtual. Búsqueda de pareja en adolescentes de sectores populares a través de Facebook. Razón y palabra, 17 (85), 297–316. (https://goo.gl/eZbyFg) (2016-11-18)
  • Sibilia, P. (2015). “La “pornificación” de la mirada: una genealogía del pecho desnudado”. Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, 10(1), 35-63

Contacto: plopez@psico.edu.uy