← Boletín 12 - Mayo 2021

IntercambiEIS
Boletín digital de Educación Integral en Sexualidad para América Latina y el Caribe

Voces que transforman

Entrevista a Esteban Paulón

Director Ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas LGBT+ y Presidente del Comité Ejecutivo Redgaylatino.

Se presentan reflexiones en relación al abordaje de las instituciones educativas, diversidad sexual y ESI, infancias trans y los desafíos que existen en la región latinoamericana.

Por: Integrantes de Grupo Editorial

¿Cómo observás que se aborda la diversidad sexual y de identidad de género en las instituciones educativas argentinas?, ¿considerás que hubo transformaciones en los últimos años? (Teniendo en cuenta los nueve años de la Ley de Identidad de Género en Argentina)

Sin dudas nuestro país cuenta con una de las legislaciones más avanzadas en la región. Las leyes de Educación Sexual Integral (26.150), Matrimonio Igualitario (26.618) y de Identidad de Género (26.743) por sólo citar algunas, que dan cuenta de una serie de conquistas sociales que garantizan un piso elevado de acceso a derechos.

Sin embargo, ninguna ley por sí sola, garantiza un cambio en las condiciones sociales objetivas, que originan los prejuicios, el estigma, la discriminación y la violencia.

En este caso las leyes son herramientas – poderosas y necesarias, pero no suficientes, por cierto – con las que deberíamos poder contar para impulsar un cambio social profundo.

Es innegable que contar con ellas nos ubica en una posición mucho más favorable para avanzar en debates vinculados a promover la igualdad real y efectiva en el acceso de derechos. Pero lamentablemente no siempre el sistema en su conjunto expresa la voluntad de caminar en esa dirección.

En ese sentido, nos encontramos con excelentes contenidos y una amplia producción científico académica, recursos pedagógicos y acceso relativamente amplio a esos materiales, que muchas veces chocan con la falta de voluntad política de los gobiernos provinciales y hasta de autoridades escolares, para que todo ello llegue finalmente a las instituciones educativas y sus alumnas, alumnos y alumnes.

Es que, un dato imposible de soslayar, lo constituye el hecho de que las competencias referidas a educación fueran delegadas a las provincias a partir de la reforma constitucional de 1994. Entonces muchas veces las leyes nacionales generan un marco que no siempre tiene eco en los territorios. De alguna manera contamos con leyes de avanzada que chocan con dificultades para ser implementadas y producir el impacto y escala deseada.

Pero volviendo a alguna idea anterior, sin dudas que esas leyes existan es muy positivo y, a partir de la movilización de las comunidades, se van abriendo caminos y generan impacto de diversas dimensiones.

Tal el caso de las leyes de ESI e Identidad de Género que, más allá de las limitaciones expresadas anteriormente, no podemos negar que han abierto un campo muy importante para generar debates y avances concretos. A veces no con la velocidad que quisiéramos, pero avances muy importantes sin dudas.

En relación a la ley de Identidad de Género específicamente, el mayor cambio creo que ha venido no específicamente de la ley en sí, sino del empoderamiento y visibilidad que ha ido adquiriendo el colectivo trans, y su irrupción abierta y visible en ámbitos que antes le eran vedados. Como por ejemplo el sistema educativo.

Cómo soslayar la presencia en primera persona de una persona del colectivo trans en los ámbitos escolares. Cómo no comenzar a hablar de diversidad sexual, derechos, discriminación e inclusión, a partir de esta deseada irrupción. Por supuesto que, sin la ley, otra sería la historia.

¿Aparecen obstáculos en las instituciones educativas cuando une niñe expresa su necesidad y deseo de transición de identidad de género? ¿Notás diferencias cuando se trata de une adolescente?

Desde ya la visibilidad y ejercicio del derecho a la identidad de género por parte de niñes en ámbitos educativos, exige cambios y adecuaciones que impactan en las instituciones educativas, y muchas veces terminan expresándose como barreras u obstáculos que, de no abordarse, pueden resultar en la expulsión de eses niñes del sistema formal de educación.

Poder trabajar para generar protocolos que permitan encauzar y garantizar las necesidades de eses niñes es central, más aún cuando la propia ley de Identidad de Género en su artículo 12 - de trato digno - hace una referencia particular de especial atención hacia niñas, niños y adolescentes.

Dentro de ese abordaje aparecen nuevamente diversas miradas marcadas por los prejuicios e imaginarios sociales vinculados a la sexualidad y las infancias.

Hay una idea bastante instalada en amplios sectores de la población que vincula la sexualidad con la genitalidad o las prácticas sexuales. Esta idea desconoce que la sexualidad – en todas sus dimensiones, incluidas la orientación sexual e identidad de género – es un proceso que se va develando simultáneamente al desarrollo de diversas dimensiones de nuestra identidad.

Pareciera que, según el sentir popular, el ser lesbiana, gay, bisexual, trans o no binarie “aparece” cuando nuestro documento señala la mayoría de edad. Imaginemos que se esperara lo mismo de la cis heterosexualidad. ¿Alguien se lo habrá cuestionado en algún momento?

Pensar que hay “una edad correcta” para poder expresar y vivir una orientación sexual o identidad de género, es desconocer conceptos como capacidad progresiva, interés superior o derecho a ser oído u oída.

Y efectivamente, en ese desconocimiento, a ciertos sectores se les hace “más tolerable” una expresión identitaria trans en un adolescente (mientras más cerca de los 18 años mejor) que, de un niñe de 6, 7 u 8 años.

¿Estará seguro de lo que siente? ¿Qué pasará si se arrepiente? ¿Es una decisión irreversible?, algunas de las preguntas que se formulan frecuentemente frente a estas expresiones.


ESI e identidades diversas, ¿aparecen facilitadores desde la ESI? ¿Y limitantes?

La ESI en sí es una facilitadora para poder abrir la palabra y dar visibilidad a los debates vinculados a las identidades diversas. En la propia esencia de la ESI están presentes con fuerza el respeto y la celebración de la diversidad, y la posibilidad de vivir una sexualidad abierta y libremente, sin miedo a sufrir exclusiones de ningún tipo.

La ESI promueve la libertad, pero también una vivencia responsable, consentida y cuidada de la sexualidad, previniendo diversas formas de violencia, coerción o abuso.

La ESI es fundamental para promover un cambio social profundo, y para derrotar a la cultura de la vergüenza en la que nos han educado durante tantas generaciones.

Cuántas veces habremos escuchado que, si éramos gays, lesbianas, bisexuales o trans, “mejor que no se te note”, o “entre 4 paredes hace lo que quieras”, “no me compartas esa parte de tu vida” o el clásico “sé discreto”.

Esa cultura de la vergüenza, de tener vergüenza de ser quien cada une es, de no poder expresar lo que sentimos, de no “avergonzar” a nuestras familias.

Quizá por eso, por ese carácter revolucionario que tiene la ley de ESI, por ese carácter emancipador, es que los sectores más conservadores y reaccionarios, concentran sus esfuerzos en evitar la implementación.

Y aquí aparecen algunos de los limitantes. Bajo la inexistente “ideología de género” se han instalado una serie de falsedades que intentan ganar el apoyo de padres y madres, para encarar una especie de “resistencia civil” a la implementación de la norma que rige en nuestro país desde 2006.

Es así como en los últimos años han proliferado grupos de “padres” (en general se presentan en género masculino, ¿por qué será?) que intentan hacer valer “su derecho” a decidir qué tipo de contenidos en Educación Sexual Integral deben recibir sus hijes. Esfuerzo que no dedican a opinar, por ejemplo, los contenidos de lengua y literatura, geografía, historia o matemáticas.

Los grupos de “padres”, muchas veces alineados bajo el lema “Con mis hijos no te metas”, son muchas veces una usina de falsedades y contenidos anti científicos, pero logran instalar el miedo hacia la ESI, sumando la complicidad de amplios sectores políticos, y el apoyo de muchas familias que, sin todos los elementos de análisis, consumen rápidamente esas ideas difundidas profusamente en los chats y redes sociales.

Reconstruir un diálogo con las familias se presenta como una estrategia central para sostener y ampliar la aplicación de la ESI, explicando abiertamente a “papis y mamis”, cuáles son los contenidos que promueve la ley, los valores que imparte, y por qué es tan importante para el crecimiento y bienestar de sus hijes.

¿Cuáles piensas que son los principales desafíos políticos y sociales que se atraviesan en la región latinoamericana a la hora de pensar las infancias trans?

Sin dudas uno de los principales desafíos que enfrentamos para poder pensar y promover políticas públicas y debates destinados a garantizar los derechos de las niñeces trans, lo constituye el fortalecimiento y empoderamiento de diversos grupos anti derechos en la región, principalmente vinculados a comunidades de fe.

Desde una intensa y profusa campaña pública, y al grito de “Con mis hijos no te metas”, estos grupos altamente organizados y de gran inserción territorial cabalgan sobre ideas muy asentadas en la sociedad, y promueven una vuelta a la idea de les niñes como sujetes de “tutela” y no como sujetes de “derechos”.

A partir de este posicionamiento se le desconocen a les niñes derechos básicos, e incluso se pone en tela de juicio su capacidad de decidir, o expresar lo que realmente sienten, reproduciendo un ciclo que lleva generaciones enteras en loop.

De hecho, una encuesta realizada en noviembre de 2019 por la extinta Subsecretaría de Políticas de Diversidad Sexual de Santa Fe, corroboró esta hipótesis.

En una acción que abarcó más de 400 entrevistas domiciliarias de toda la provincia, alcanzando a un 30% de la población trans adulta – mostró que el 63% de las personas encuestadas relató haber sentido o identificado su identidad trans entre los 0 y 12 años, es decir, entre la primera infancia y la pre adolescencia.

Pero al momento de consultar en qué momento pudieron expresar esa identidad de género, sólo el 13% recordó haberlo podido hacer “en tiempo real”.

Esa diferencia entre la edad de identificar la identidad trans, y poder expresarla está principalmente motivada en la falta de apoyo de los entornos, y la percepción de hostilidad por parte de la familia, las instituciones educativas y los grupos significativos.

La consecuencia de estas violencias y hostilidades se expresa en los brazos y los cuerpos de las personas adultas trans. La mitad de las entrevistadas experimentó al menos un intento de suicidio. Y más del 60% se autolesionó y sufrió depresión.

Esta dura realidad vivida por generaciones, no puede ser admitida de aquí en adelante. Debemos iniciar un camino de ampliación de la frontera de ciudadanía para las niñeces.

Por eso claramente el mayor desafío que tenemos de cara a impulsar acciones y políticas que garanticen el derecho humano a la libre expresión y vivencia de la identidad de género de todes les niñes en América latina, pasa por construir un relato y una acción articuladas y, de la mano de las organizaciones y organismos regionales, pueda posicionar nuevamente a las infancias latinoamericanas en el lugar del que nunca debieron ser corridas: el de la titularidad de los derechos.

Contacto: e.paulon@gmail.com