“Bachillerato internacional y política educativa”

Clarín
Fecha de publicación: 3 de noviembre de 2013
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El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires está trabajando en la implementación del Bachillerato Internacional –IB por sus iniciales en inglés– en escuelas de gestión estatal, emulando lo que ofrecen algunas de las escuelas privadas de cuotas más elevadas y elitistas de nuestro país.

El IB es un programa internacional coordinado por una entidad fundada en Ginebra que nuclea aproximadamente 3300 escuelas de 141 países. El programa se dicta en escuelas primarias y secundarias, y aplica un sistema de exámenes externos destinados a los alumnos, que resultan evaluados en su rendimiento de acuerdo a estándares fijados por la organización. El programa capacita también a los docentes en los criterios de evaluación, elabora sus propios programas de estudio y los profesores pueden participar de la red siendo evaluadores en otros países, entre otras cuestiones. Como resultado de su aprobación los alumnos obtienen un diploma que permite el reconocimiento e ingreso en universidades del extranjero.

La Ciudad de Buenos Aires ha resuelto aplicar el IB en un conjunto reducido de escuelas bajo la premisa de “acercar lo mejor” que ofrecen las escuelas privadas al circuito estatal.

Dejo fuera de consideración dos asuntos que merecerían una discusión que excede el espacio de esta nota: el supuesto que aquello que ofrecen las escuelas privadas más elitistas es beneficioso per se; relego también el debate acerca de que lo internacional tiene en sí un valor agregado por su mero carácter foráneo.

Un estudio reciente que hemos desarrollado sobre el IB arroja que este sistema genera un cambio sustancial en las escuelas al momento de su aplicación.

Hay un sistema externo que convalida el aprendizaje de los alumnos y por tanto la actividad del profesor queda relegada a preparar a los estudiantes para tal evaluación. En este sistema el docente pasa a tomar una posición semejante al entrenador deportivo que prepara para el rendimiento al momento de someterse a una prueba exigente.

El currículum es fijado por expertos de varios países (principalmente anglosajones) y de la propia organización del IB priorizando enfoques y contenidos en el currículum que pueden generar consensos, así como también controversias en otros contextos. Recordemos de paso que la CABA tiene sus propios diseños curriculares y que hay lineamientos nacionales en la materia. La definición de lo que enseña el sistema educativo resulta crucial como para que una jurisdicción delegue estas decisiones a una asociación internacional que define el currículum bajo el mecanismo antes explicitado. Lo que se enseña en la escuela no es un asunto inocuo que pueda relegarse a otra entidad que garantiza una “solución” en esta materia.

En la dinámica que instaura el IB, los parámetros de la evaluación son los que traccionan al momento de enseñar. Por lo tanto los profesores deben ceñirse estrictamente a dicho repertorio para efectuar su labor y relegar aquellas otras cuestiones que están por fuera de lo estipulado y que también podrían resultar valiosas.

Planteado todo esto, nos permitimos formular algunos comentarios.

El Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires debe velar por el conjunto del sistema educativo que tiene a su cargo y crear condiciones y políticas para dicho colectivo de escuelas. Suponiendo que a las pocas escuelas que adoptarán el IB se les ofrecerá la mejor propuesta, nos preguntamos qué resta como política curricular y de capacitación para el conjunto de las escuelas que también son responsabilidad de esta jurisdicción y que atienden en gran medida a los niños y jóvenes que se encuentran en las situaciones más adversas.

La opción de la Ciudad de Buenos Aires por el IB para unos pocos parecería más bien la adopción de un “paquete llave en mano”. Su incorporación resulta el reflejo de emular en un puñado de escuelas estatales las prácticas de las instituciones más selectas, e incorporar un producto del que se conoce poco acerca de sus ventajas reales y beneficios, de modo que se justifique su incorporación en el terreno de una política educativa para su expansión en el sistema educativo porteño.