Catorce días sin clase: claves para recuperar el tiempo perdido

Publicado en el Diario La Nación, 25 de marzo de 2014

Por María Elena Polack

Priorizar los contenidos del aprendizaje. Dar más tareas para resolver en casa. Extender el calendario escolar para recuperar los días perdidos. Suspender las jornadas de capacitación docente o trasladarlas al receso de invierno. Declarar la emergencia educativa prevista en la ley nacional de educación (26.206).

El retraso en iniciar el ciclo lectivo 2014 afecta a la mayoría de las provincias y Buenos Aires y Chubut aparecen como los núcleos más conflictivos, con 14 días seguidos de un paro que impide el acceso a las aulas a más de 5 millones de estudiantes de escuelas públicas.

La sucesión de huelgas e interrupciones de clases genera inquietud sobre cómo equilibrar tiempo y contenido de aprendizaje entre los sectores más vulnerables de la población. Es que las huelgas y protestas docentes afectan al sistema público, aunque los sueldos que se perciben en las escuelas estatal y privada sean similares.

El Consejo Federal de Educación había fijado, en diciembre último, un año de 190 días de clases. Almanaque de difícil cumplimiento. Cada año se suman feriados nacionales y puente, además de las jornadas de capacitación docente y de paros.

Los alumnos públicos bonaerenses y chubutenses llevan más de 100 días de vacaciones y les resultará difícil recuperar el tiempo. Las clases deben terminar el 17 de diciembre. Si se suman los 14 días perdidos, el año concluiría el 12 de enero de 2015.

“Me preocuparía creer que vamos a construir una pedagogía de los paros. Los chicos tienen que estar en la escuela con sus maestros y los adultos somos responsables de que eso ocurra. Podemos buscar sustitutos, pero la escuela es una experiencia muy potente, para aprender conocimientos y muchas cosas más”, advierte Gustavo Iaies, director del Centro de Estudios en Políticas Públicas (CEPP).

“Ya no hay tiempo real para compensar los días perdidos. Los calendarios escolares normales están plagados de feriados, asuetos y jornadas de capacitación docente que hacen imposible cumplir con los famosos 180 días de clases, y están tan mal organizados que cierran el año sobre diciembre”, afirma Mariano Narodowski, integrante de la Escuela de Educación de la Universidad Torcuato Di Tella.

Será casi inevitable reducir el programa de cada materia. “Los maestros dan lo que pueden en el tiempo que tienen”, explica Iaies, y añade: “Salvo que el ministerio [de Educación] explicite el recorte propuesto y plantee una priorización”.

Entre los perjuicios de la dilación del inicio de clases se encuentra la dificultad para retomar el ritmo escolar. “Recuperar hábitos de trabajo escolar es lo que más tiempo va a llevar y lo que más perjudica a la calidad educativa”, plantea Narodowski.

“No importa la edad del alumno, los primeros días complican el regreso al aula, los chicos tienen que volver a las rutinas y al conocimiento”, sostiene María Pía del Castillo, psicopedagoga de la Fundación Padres. Y aventura que será “necesario ser muy creativo” para encontrar una solución al tiempo perdido.

“Habría que rever un plan más federal, en el que cada provincia adecue a su realidad el calendario escolar”, añade Del Castillo, porque “cada hora que un chico está en la escuela es fundamental en su vida por el aprendizaje, por la sociabilidad y hasta por su alimentación”.

Encargar más tareas para el hogar puede contribuir a recuperar el tiempo. “Para algún nivel socioeconómico [el perjuicio del paro] tiene más bajo costo. No es lo mismo el chico que no estando en la escuela va al teatro, lee o visita un museo, por ejemplo, que el que está en la calle con sus amigos”, señala Iaies.

Para la especialista en educación de Flacso, Guillermina Tiramonti, “cada escuela debería hacer su programa de recuperación para que los docentes puedan salir del esquema tradicional de enseñanza”.

En 2009, en casi todo el país hubo un mes de receso escolar por la Gripe A. En aquella oportunidad muchas escuelas públicas y privadas anticiparon tareas y lecturas o las dispusieron en páginas web para que pudieran trabajarse desde el hogar. Hoy, a pesar del Programa Conectar Igualdad y de otros similares que han permitido el acceso de computadoras a los estudiantes y los docentes, no hay ninguna política de vinculación entre los alumnos y los contenidos durante los días de conflicto gremial.

Desde el punto de vista institucional, el presidente de la Asociación Proyecto Educar 2050, Manuel Álvarez Trongé, reclama que se declare la emergencia educativa según lo regula la ley nacional de educación 26.206.

“Si hace más de diez días que más de cinco millones de alumnos y sus familias no pueden ejercer su derecho a la educación por no tener clases en el distrito más importante del país y huelgas y problemas en 15 provincias, declarar la emergencia en las jurisdicciones que corresponda se convierte en una obligación del Poder Ejecutivo nacional”, argumenta.

“Debe hacerse un diagnóstico que permita tomar medidas consecuentes para superar la crisis educativa. Se deben recuperar los días perdidos, definir los contenidos perdidos, y ver cómo se resuelven los conflictos”, expresa Álvarez Trongé. Y añade un elemento más que agrava la calidad educativa: “El ausentismo docente”. Podría oscilar entre el 22 y el 25 por ciento, pero la Argentina no maneja cifras oficiales.