Una mirada personal sobre la Colección Portantiero

Gabriela Portantiero escribe sobre la biblioteca de su padre, que integra el acervo de FLACSO Argentina.

La Biblioteca de Ciencias Sociales “Enzo Faletto” de la FLACSO Argentina alberga la Colección Portantiero, conformada por los libros de estudios sociales, políticos y culturales del enorme sociólogo argentino Juan Carlos Portantiero. Esta colección fue donada por su familia a la FLACSO, con el objetivo de poner a disposición esta colección única, compuesta por libros, artículos, revistas e informes.

Se trata de la colección de escritos políticos y filosóficos que fue construyendo Portantiero a lo largo de su vida académica. En la siguiente columna, Gabriela Portantiero recuerda cómo era el vínculo de su padre con sus libros y su biblioteca.


La Biblioteca de mi papá

Por Gabriela Portantiero

En todas mis casas la biblioteca siempre ha sido la gran protagonista. De piso a techo, de punta a punta, el hogar se impregnaba de la calidez, color y presencia de los cientos y muchos más libros.

Eso sí, no era una biblioteca comunitaria y familiar. En ese espacio sólo estaban sus libros. Si alguien le consultaba o le pedía alguno prestado, sin dudar iba con su mano al estante exacto y la ubicación perfecta.

No fallaba. Sabia dónde estaba cada uno.

Eran libros leídos, releídos, escritos y vividos. No sé de qué manera la tendría organizada (nunca se me ocurrió meter mano o desorganizarla), pero si sé que la conocía como un electricista conoce su caja de herramientas.

Me imagino la furia y el dolor que habrá significado dejarla en el ’76. Esos libros con los que tanto se relacionaba se habían transformado en algo serio y peligroso. Fue mi adorada abuela Esmeralda quien se encargó de desarmar, esconder y guardar todo.

Algo de mi papá y de sus libros quedó en la Argentina cuando partimos. Algo que no pudo terminar de cerrar hasta la vuelta con el retorno de la democracia.

La biblioteca representaba su espacio, su vida, su trabajo, su ocio y para mi, su misterio.

En México empezó a armar lo que serían los libros del exilio. Entraban varios libros por semana, venían de a montón y lo recuerdo siempre en su sillón leyendo y escribiendo con esa letra prolija y diminuta que no correspondía con el tamaño de sus ideas pero sí con la claridad de su pensamiento.

Finalmente en el 83 pudo armar lo que hoy es parte fundamental de la Biblioteca de FLACSO. Viajaron en conteiner los libros del DF y se abrieron en Bs.As. los libros de la juventud. La casa era ahora una gran biblioteca. Por fin podía unir en un mismo espacio el recorrido intelectual que lo mantuvo inquieto toda su vida.

Hoy la biblioteca está en el mejor lugar donde podría estar. Su deseo fue donarla y que sirviera de consulta para tantos otros que como él aman la investigación y el pensamiento.

Como hija siempre supe que el Negro Portantiero sin su biblioteca era un hombre sin identidad y por eso comprendí cuando la desarmamos, que al irse la biblioteca se estaba yendo definitivamente.

*A la memoria de mi papá, Juan Carlos Portantiero que sigue vivo en cada letra, cada frase, de cada libro, que escribió, leyó o imaginó.