Ébola: los costos de una epidemia que no se detiene

Ébola: los costos de una epidemia que no se detiene
Por: Omer Freixa
Opina: Raúl Mercer, Coordinador del Programa Ciencias Sociales y Salud
Publicado en el Cronista Comercial, edición impresa, el 15 de agosto de 2014
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Hace una semana, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó el alerta mundial por el virus del ébola que está haciendo estragos en cuatro países de África occidental, con un total, hasta ahora confirmado, de 1.013 muertes y más de 1.800 presuntos casos detectados, desde diciembre. La OMS ha recomendado pautas pidiendo a los países foco que declaren la emergencia nacional, a la par que se han tomado medidas drásticas como poner en cuarentena regiones enteras dentro de los países afectados y vigilar los aeropuertos internacionales, así como controlar meticulosamente los vuelos procedentes de las naciones en cuestión. Muchas aerolíneas han suspendido vuelos. El virus ha llegado al cuarto país, Nigeria, el más poblado y principal potencia de África, con 170 millones de habitantes, propagándose en posible proyección geométrica a partir de las dos primeras muertes. Es decir, hasta hace pocos días los afectados solo eran las pequeñas naciones de Guinea, Sierra Leona y Liberia, con 22 millones de habitantes en total. “En los últimos 15 días se han acelerado los tiempos”, observa Marcelo del Castillo, especialista en enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina (UCA).

¿Se puede hablar de psicosis? ¿Qué ha hecho la comunidad internacional hasta ahora?

Un brote novedoso

El ébola no es una enfermedad nueva, lo que sí es novedoso es que el virus llegó a una área de África donde nunca hubo casos y ha matado más gente que todos los brotes anteriores sumados, desde 1976. “Se han sucedido 25 episodios, incluido el actual”, señala Virginia Verdaguer, especialista en medicina del viajero y directora médica de Infemed. Es una enfermedad fácilmente transmisible, en donde el contacto con las secreciones del enfermo es esencial, y forma parte del conjunto de infecciones denominadas hemorrágicas.

“Ocurren otras fiebres en diversos sitios del mundo pero la alta mortalidad es una característica particular del ébola”, puntualiza del Castillo. En efecto, se estima en un 80%-90%. Es alta porque los países afectados no están en condiciones de controlar la epidemia por su situación socioeconómica, sumada a cuestiones sociales y culturales. “En África sucede que, cuando uno muere, todos lo tocan, es muy difícil cortar la cadena epidemiológica de los cortejos de inhumación”, advierte Daniel López Rosetti, médico especialista en clínica. La epidemia comenzó en el ámbito rural y poco tiempo más tarde llegó a las ciudades. “Cuando pasa a grandes concentraciones urbanas el contacto es mucho más directo”, agrega. La concentración poblacional no contribuye a la calma.

El miedo se levanta como una muralla que dificulta la acción. “Todos los años existen epidemias, pero con el ébola, de 10 infectados, nueve fallecen”, repara Raúl Mercer, coordinador del programa de Ciencias Sociales y Salud FLACSO Argentina. La situación es bastante similar a cuando aparecieron enfermedades nuevas, como sucedió en la Argentina a comienzos de los ?80 con la epidemia de HIV en la que no se quería atender a los pacientes por desconocimiento de la transmisión del virus. El miedo genera una actitud de rechazo y es alentado porque no hay una vacuna ni tratamiento específico.

“El aspecto negativo reside en cuando la difusión no es la adecuada”, indica el especialista de UCA. Sin embargo, el término psicosis tal vez sea exagerado. En el ámbito rural no se tiene conciencia plena de la situación epidemiológica y las comunicaciones son más endebles. “No creo que se justifique un estado de psicosis, pero sí de alerta máxima, ligado a mensajes de prevención”, opina Carmen Báez, consultora independiente en salud pública con 27 años de trayectoria en África. “Los países afectados se encuentran en alerta sanitaria con todo lo que esta situación implica”, remata Verdaguer.

La amenaza es muy baja para la Argentina. No existen vuelos internacionales que provengan directo de la zona afectada y, en el caso de que el pasajero realizara conexiones, solo contagian aquellos pacientes sintomáticos que presentan en un primer momento síntomas muy similares a los de una gripe intensa. No obstante, complementa Lilián Testón, médica epidemióloga miembro de Fundación Stamboulian – FUNCEI, el mayor riesgo lo tiene la gente que cuida a los enfermos; médicos, misioneros y trabajadores de la salud. Entre éstos, más de 60 han fallecido. Geográficamente, la amenaza es muy grave para los países vecinos. “Tienen que implementar controles en fronteras, pero carecen de medios de desinfección suficientes”, remata Báez. Allí es, por caso, donde entra a jugar el papel de la comunidad internacional.

Reacción y costo

Si bien al comienzo parecía algo lejano, la OMS decretó el alerta porque la enfermedad superó los casos locales, propagándose fuera del foco original, y el riesgo de traslado de personas fue incrementando la preocupación. Desde todo esto, la comunidad internacional se mueve en forma rápida. Hay mayor conciencia. “En 2009 el brote del virus H1N1 sirvió como un antes y un después en estas situaciones críticas”, explica López Rosetti. “El Banco Mundial, China y Japón realizaron donaciones por más de u$s 250 millones”, ejemplifica Testón. Recientemente, la segunda, por primera vez en un contexto de emergencia sanitaria mundial, ha desplegado equipos médicos en el terreno. “China y los EE.UU. han enviado ayuda ya que son los grandes inversores en África, mientras la Unión Europea, un laboratorio móvil”, enuncia la consultora independiente.

El rol de la OMS (y de otros actores internacionales) consiste en proponer la puesta en marcha de mecanismos de vigilancia epidemiológica. Caso contrario, si no hay adecuada comprensión por la población, ocupa ese lugar el miedo. En el corto plazo se trata de la prevención. “La organización desarrolló mensajes apropiados para informar a la comunidad y cómo notificar, tratar y manejar los contactos de los infectados”, sintetiza la médica de Fundación Stamboulian. A mediano plazo se trabaja en una vacuna que no estará disponible, por lo menos, hasta fin de año. Asimismo, la información permite derribar la especulación. Uno de los mayores temores -infundados según opina del Castillo- es que el virus del ébola mute y propicie el contagio por vía respiratoria.

¿Se puede estimar el costo económico de la epidemia? Estando en curso es difícil, pero es claro que el ébola genera perturbación sobre la actividad económica y la productividad de los países afectados. No obstante, el costo principal es en vidas humanas. Se agrega el aumento de fallecimientos por otras enfermedades, entre otros múltiples dramas. “Solamente se atienden enfermos de ébola, dejándose de lado las patologías regionales del área, como la malaria”, sentencia Testón. Para nosotros solo importa y atemoriza la posibilidad del contagio, que es lejana. “No hay una preocupación permanente que alerte sobre las condiciones de vida, pobreza y exclusión de las regiones hoy afectadas”, lamenta y concluye Mercer.