Entrevista a Luis Alberto Quevedo

Luis Quevedo: Luis Alberto Quevedo“El capitalismo entendió que los medios son demasiado importantes para dejarlos en manos de periodistas”
Entrevista a Luis Alberto Quevedo sobre la relación entre los medios y el escenario político
Por Gabriela Vulcano
Publicado en Diario BAE, edición digital, el lunes 4 de mayo de 2015
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Luis Quevedo: “El capitalismo entendió que los medios son demasiado importantes para dejarlos en manos de periodistas”

Por Gabriela Vulcano

A diferencia de la mayoría de los académicos, el sociólogo y director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Luis Alberto Quevedo, conoce al dedillo cada uno de los programas televisivos de espectáculos y entretenimientos, algunos de los cuales en los últimos años se convirtieron en escenario del debate político. “Si un candidato acepta ir a ese tipo de programas, entra en una regla de juego donde pierde totalmente el control sobre cómo se va a visibilizar su cuerpo y discurso”, apunta. Y sostiene que en la actualidad los medios de comunicación son “fuertes actores de la política, defensores de grupos empresariales”.

–¿Qué rol tienen los medios de comunicación en la construcción de un candidato?

–El principal desafío que tiene un candidato es que la gente lo conozca. En política, conocer al candidato es algo más que decir que tiene visibilidad pública. Conocerlo significa que el ciudadano tiene algún tipo de opinión sobre esa persona. Para eso el espacio de visibilidad, que es el espacio público, es central. Los medios masivos de comunicación, sobre todo la televisión, juegan un rol central en esa visibilidad de los candidatos. Con la mediatización de la política, el candidato no sólo es juzgado por los rasgos políticos sino también por rasgos de confiabilidad que tienen que ver más con su personalidad. En los últimos años, algunos partidos decidieron primero apostar a una persona conocida y después transformarla en candidato. (Carlos) Menem hizo mucho eso en los ’90 con (Carlos) Reutemann, (Ramón) “Palito” Ortega y (Daniel) Scioli.

–Sin embargo, esa estrategia persiste en algunos espacios políticos.

–Sí. A veces ese camino inverso nos confunde a la hora de juzgar a estos candidatos. Miguel Del Sel es un tipo que viene del humor, el teatro y la televisión. Pero cuando ese cómico compitió en una elección a gobernador y le fue bastante bien, compitió en una elección a diputado y es diputado nacional y ahora compite y tiene posibilidades de ganar, ya no lo pondría en la categoría de cómico. Es un dirigente político de PRO. Lo de Del Sel en la provincia de Santa Fe es un éxito de PRO. Logró posicionarlo, que lo votaran y mantenerlo y que mantuviera su voluntad política.

–¿Es más importante la confiabilidad del candidato que su proyecto político?

–Eso se explica porque hay un proceso de personalización de la política y una desestructuración de los partidos políticos como fuente de identidad. El candidato del siglo XXI es mirado por el ciudadano no sólo en su fase estrictamente política sino que le importa su vida personal, la confiabilidad como persona, la honestidad pero no sólo en términos de que cuando llegue a ser gobernador no robe, sino también que hay algo de la ética de la personalidad, como en el caso de “Pepe” Mujica.

–Las esposas de los candidatos adquirieron mayor relevancia en las últimas campañas políticas, ¿por qué?

–En la modernidad las esposas han tenido importancia, incluso en muchos países tienen roles preestablecidos, que viene de una herencia de cómo se estructura la nobleza. Hay grandes ejemplos de esposas que ocuparon grandes lugares. En Argentina está el caso de Eva Perón. Fue una dirigente política que nunca ocupó un cargo estatal importante. Y hubo esposas de bajísima visibilidad como fue la de Raúl Alfonsín. En los últimos 20 años, hay muchos dirigentes a los que les interesa mostrarse en familia. El máximo ejemplo de esto es (Mauricio) Macri, que tiene una construcción de marketing político basado en la familia, en el nacimiento de su hija y llevarla a los actos y bailar con ella, en su esposa que no tienen otro rol que el de esposa. Hay algo de poner toda la intimidad arriba de la mesa para crear empatía y lazos de afecto. Ahora Macri tiene algunas complicaciones con esto porque su esposa actual está vinculada a algunas denuncias sobre su profesión.

–¿El set de televisión reemplazó el contacto directo entre el dirigente político y los ciudadanos?

–La política moderna del siglo XIX y XX se hacía en las calles, los barrios, clubes, comités, unidades básicas y plazas. En los ’80 y ’90, la video política desplaza el espacio público al living del hogar. La relación con los políticos pasa por los medios de comunicación, sobre todo por la televisión. Hoy también son muy importante las redes sociales. Y la radio, donde las AM y FM son muy políticas. La mediatización de la política desplazó el espacio público de la calle a un espacio público de la vida privada. No quiere decir que lo sustituyó. Sigue importando salir a la calle, manifestarse, hacer cacerolazos, el 18 M, los actos multitudinarios en la Plaza de Mayo, como el que hizo Cristina Kirchner el 24 de marzo.

–En los ’90 se hablaba de la farandulización de la política, sin embargo cada vez más políticos participan de programas vinculados al espectáculos y entretenimiento, ¿a qué responde?

–En el programa A la cama con Moria, la primera pregunta que debía responder el político era si aceptaba ir o no. Esa pregunta sigue existiendo hoy. Si acepta o no ir a lo de (Marcelo) Tinelli, a los programas de chimentos o a Intratables. Si acepta, entra en una regla de juego donde pierde totalmente el control sobre cómo se va a visibilizar su cuerpo y discurso. Es casi la escena contraria a la de un acto político, donde controla todas las variables. En el caso del programa de Tinelli, el riesgo es alto. El principal problema de esa exposición es que el registro discursivo del humor es muy peligroso para un político porque camina por un borde muy finito, entre el ridículo y el éxito.

–¿Un dirigente político que aparece en Intrusos, Intratables o Bailando por un sueño tiene más chances de que su discurso llegue al televidente que si va a un programa político?

–Los programas políticos tradicionales no sólo han bajado su rating sino que carecen de interés para el ciudadano. Son muy pobres en lo que hacen. En cambio, Intratables produce escenas y lo que la televisión más ama es que ocurra lo inesperado. El televidente no está esperando una cátedra universitaria ni la doctrina política. Está esperando si el político se levanta y se va, se pelea o se insulta con alguien.

–¿Y por qué los programas de espectáculos o entretenimiento, incluido el de Mirtha Legrand, invitan cada vez más a políticos?

–Mirtha Legrand empezó hace diez años a armar especiales donde entrevistaba a una persona, incluso entrevistó a Cristina y Néstor juntos. Luego a Scioli y a otros políticos. Creo que en los últimos años ella se politizó más. Era una señora conservadora, no rica o con prosapia pero con ciertas pretensiones. Derivó en una persona que se politizó y le interesa hacer antikirchnerismo explícito. Y se casó con el Grupo que necesita esto. Almorzando con Mirtha Legrand es un programa político.

–Se podría concluir que la mayor presencia de políticos en este tipo de programas está vinculado al rol preponderante que hoy ocupan los medios de comunicación en la vida política…

–El periodismo gráfico nació político. En el siglo XIX se fundaban diarios para hacer política, no para hacer negocios. Escribían los presidentes. En 1870 a La Nación la crea Bartolomé Mitre. Pero después, con el desarrollo de la cultura popular y masiva, los medios no tuvieron sólo una impronta política. Pero los medios ya no son escenarios de la política, sino que pasaron a ser fuertes actores de la política. Son defensores de grupos empresariales. Nadie puede confundir a Clarín con un diario, sino que es grupo empresarial que defiende intereses económicos. En Ecuador hay tres conglomerados de medios fuertes y en los tres casos los dueños son grupos financieros. La revista Veja vendió un 20% de sus acciones a un fondo buitre. El capitalismo del siglo XXI entendió que los medios son demasiado importantes para dejarlos en manos de periodistas. Son medios de comunicación muy metidos en hacer operaciones políticas y económicas. ¿Por qué Clarín y La Nación no informan sobre las cuentas del HSBC en Suiza?

–El papel que en la actualidad cumplen los medios habría que inscribirlo entonces en el contexto de la influencia que el capital financiero tiene a nivel global…

–Sí, el capital financiero compró medios en todo el mundo. No es un tema de un país. ¿Compran porque es un gran negocio o porque entendieron que parte de legitimar su operatoria tiene que ver con esto?

El lenguaje corporal

Luis Alberto Quevedo se detiene en la comunicación corporal de algunos dirigentes políticos.Todos los cuerpos producen sentido, sólo que cada uno lo hace de un modo muy distinto.“En política hay que mirar cómo funciona el cuerpo, que siempre semantiza. Puede estar ausente de la relación con el ciudadano pero igual es un lugar de lecturas”, subraya.

“Cuando PRO tiene sus triunfos, (Mauricio) Macri baila. Nunca dejó de planificarse ese baile. El cuerpo se expone de una manera, bailando, en una fiesta, con la familia. Produce sentido.

Néstor Kirchner tenía una relación con el cuerpo distinta. No era un buen orador pero se tiraba arriba de la gente y la gente se tiraba arriba de él. El cuerpo de Macri es un cuerpo televisado y el de Kirchner era un cuerpo carnavalizado, del Carnaval”, señala.

Y destaca la figura del jefe de Gabinete de la Nación:“Aníbal Fernández tiene un cuerpo muy neutro pese a sus bigotes. Aparece en televisión y la gente se acuerda más de lo que dijo que de cómo estaba vestido porque el cuerpo no es lo que habla. Todo el mundo está conectado con su palabra. Es un tipo muy inteligente, prepara mucho lo que dice, estudia mucho. Sale al escenario público y estamos atentos a lo que va a decir, no a lo que va hacer. Cuando dice un dicho campero no se vuelve rural y se pone como si fuera José Larralde. Maneja muy bien el lenguaje político y se le nota la autenticidad”.

Twitter en el discurso político

Para Luis Alberto Quevedo Twitter se transformó en “un gran instrumento de la política”. Sostiene que no todos los dirigentes políticos hacen un buen uso de esa herramienta, entre ellos la presidenta Cristina Fernández, y que el discurso político tradicional está en crisis.

“El discurso del siglo XX, típico de tribuna, el de (Juan Domingo) Perón en el balcón o el del gran orador Raúl Alfonsín está en crisis. La mejor palabra política es la de Cristina Kirchner pero su mejor escenario tampoco es la tribuna.

Los discursos de Cristina en la apertura legislativa son piezas de oratoria extraordinarias y con una destreza oratoria que pertenece a otra época y no creo que haya muchos políticos que sean capaces de decir ni el 10% de un discurso así.

Ya sea desde lo argumentativo, conceptual, manejando cifras, mirando geopolíticamente a la Argentina. Eso está en decadencia, es difícil encontrar esos discursos”, explica.

Y continúa: “El Twitter es otro lenguaje de la política. Escribir 140 caracteres es una destreza particular. Los tweets de Aníbal Fernández son de él porque él habla así. En cambio, Cristina no sabe escribir en 140 caracteres porque para explicar algo necesita una hora y media. Sus tweets rompen la lógica de los 140 caracteres. Cuando uno lee un tweet de Cristina, lee veinte. Lee un texto. En tanto, (Mauricio) Macri no es capaz de escribir un tweet, tiene un equipo que lo hace”.