Evaluar para aprender

Tiempo Argentino
Fecha de publicación: Jueves, 5 de diciembre de 2013
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Evaluar para aprender

Cómo leer los resultados de las evaluaciones PISA? Cada tres años y desde 1999, la OCDE realiza un estudio exhaustivo en 65 países para medir competencias y habilidades en las áreas de matemática, lengua y ciencias de jóvenes de 15 años que asisten a la escuela.

Por: Myriam Southwell

Argentina es parte de la muestra desde el primer momento (con excepción del 2002) y quienes participamos de discusiones de política educativa podemos dar fe del impacto de estos resultados –como sucede con otras pruebas como las ONE que hace el Ministerio de Educación de la Nación o las TERCE, coordinadas por la UNESCO– para releer la realidad educativa, elaborar diagnósticos y reforzar los mapas de ruta que buscan la mejora en la calidad educativa entendida en términos de excelencia y de equidad.

Hay una lectura fácil de PISA (y de cualquier otra prueba estandarizada) que es la del ranking: caer o subir con respecto a años anteriores y con respecto a otros países. Concluir que todo está mejor o peor por un lugar en una escala, entrar en comparaciones con vecinos más o menos lejanos sin detenerse a analizar situaciones de contexto y quejarse porque no nos acercamos a un país nórdico y ni qué hablar de la distancia con los países asiáticos. El ranking es una tentación evidente de toda muestra cuantitativa, pero es también una lectura pobre y corta si no se expande la perspectiva.

Los informes de las evaluaciones PISA habilitan lecturas más complejas e interesantes. Algunos datos preocupan y convocan a acelerar procesos de mejora y de coordinación de políticas. Por ejemplo, el desempeño de los países de América Latina que vienen incrementando su renta global y expanden la matrícula del nivel medio pero que no logran resultados que muestren una mejora académica. Argentina, donde el nivel medio es obligatorio y el país de la región donde la secundaria más se ha expandido a una velocidad notable en los últimos años, viene trabajando en programas de mejora académica de distinto tipo que deben ponerse a ritmo con el crecimiento de matrícula. Sincronizar la expansión con la mejora académica es un desafío pendiente para todo el sistema y requiere esfuerzos articulados entre todos los actores de la comunidad educativa.

Otros datos, como la mejora en el rendimiento en el área de ciencias, confirman que los esfuerzos sostenidos de distribución de recursos, formación docente y apoyo a través de iniciativas específicas impactan de modo positivo en procesos de enseñanza y aprendizaje que indefectiblemente necesitan tiempo.

Hace algunos días, el pedagogo francés Philippe Meirieu estuvo de visita en la Argentina donde, entre otras cosas, ofreció una conferencia en el Ministerio de Educación de la Nación. Asistieron más de 400 docentes y educadores. Meirieu, que es muy crítico de la pretensión de una educación “objetiva” apuntó algunas ideas interesantes sobre las evaluaciones globales estandarizadas: permiten obtener indicadores sobre el nivel de rendimiento de los sistemas escolares pero no permiten conocer la naturaleza de los proyectos educativos de las sociedades. Los resultados, entonces, pueden dar cuenta de situaciones y valores completamente diferentes.
Comparar sistemas educativos es una tarea para nada sencilla que exige considerar objetivos políticos, recursos y estrategias. Algunos países tienen como objetivo de política educativa la mejora del rendimiento en pruebas internacionales; otros, la creación de competencias para un mundo laboral globalizado; otros quieren una escuela que llegue cada vez a más niños, niñas y jóvenes.

En Argentina, un objetivo claro es construir una escuela media inclusiva y relevante para todos lo jóvenes y hacia allí se destinan recursos y se formulan estrategias. PISA devuelve una mirada externa y permite re evaluar las acciones en torno a los objetivos de calidad y equidad.

Esto es: más chicos y chicas en las escuelas, docentes mejor formados, más recursos para enseñar y aprender y saberes más relevantes para estos tiempos. Y, por supuesto, evaluaciones sostenidas que aporten miradas diversas y contribuyan a mejorar la experiencia escolar.