La polémica prohibición en Palmares: Padres y madres deben enseñar a usar la libertad

Artículo publicado en el Diario Uno

Martes 22 de abril de 2014

Por Cecilia Osorio

Viernes, después del colegio, o sábado a la tarde. Escenarios: las plazas España, Independencia o San Martín, Palmares Open Mall o el Mendoza Plaza Shopping. Protagonistas: cientos de chicos que, agrupados según edad, el barrio o alguna actividad común, copan esos espacios públicos y privados para desarrollar esa etapa donde predomina la búsqueda de identificación y la rebeldía es el barro para construir su propia escala de reglas y valores.

Del intercambio entre pares a veces sobrevienen situaciones negativas, como episodios violentos o agresivos. Otras aparecen conductas zafadas por los perjuicios que al entorno se generan. Inmediatamente se activa el mecanismo de control de esas acciones y se buscan restricciones para dispersarlos.

Una situación de este tipo fue la que llevó a Palmares a decidir que los viernes y sábados en la tarde los menores de 18 años no puedan ingresar sin la compañía de un adulto, quien debía dejar constancia de sus datos personales para ser convocado ante cualquier problema.

Frente a la mención de conflictos como causas de la decisión, algunos opinaron demonizando a los jóvenes, otros señalaron a sus progenitores y hubo quienes también consideraron que los desmanes tenían que ver con un concepto de clase social. Entonces se consultó a quienes estudian y trabajan abordando la adolescencia, para quienes ese análisis se queda a mitad de camino.

Del estigma al enigma
“Hay tendencia a sintetizar situaciones complejas y que tienen causalidades múltiples en una formulación que termina responsabilizando a los adolescentes, que manifiestan con sus cuerpos y agresividades los síntomas del problema. Hay que tratar de sacarlos del estigma `Es un violento´ para convertirlo en el enigma `Está violento´, con la conciencia de que puede estar de otra forma. La idea es ver por qué está de uno y otro modo”, propone como punto de partida Perla Zelmanovich, psicoanalista e investigadora principal de FLACSO en Educación, en un artículo publicado en el 2012, por Página/12.

Después de considerar allí que no todas las agresividades son iguales –“se llama joven violento tanto al chico que empuja al compañero como al que le pega al profesor o el que tira papelitos” abordándolos a unos y otros de la misma manera”–, Zelmanovich dice que pensar que “el problema es de los chicos/as”, es también una manera de liberarse de la responsabilidad: “Muchas veces no es por mala voluntad sino por falta de  herramientas, porque las que teníamos ya no nos funcionan. La palabra perdió valor y autoridad. El problema no está en el adolescente, sino en la relación. Una de las vías que incrementan el circuito de la violencia es el desentendimiento. Cuando los adultos nos desentenderemos y no sabemos qué hacer tiramos el problema a otra parte”.

Negociar la libertad
El adolescente debe experimentar su libertad para desarrollar efectivamente esa etapa evolutiva donde la persona comienza a armar sus estructuras de valores. Así lo considera la psicopedagoga y psicóloga especialista en adolescencia y familia Nancy Caballero, para quien, cuando se trata de púberes o preadolescentes, éstos no pueden hacerse responsables de sí mismos, sino que adquieren esta conducta como parte de un aprendizaje: “En la búsqueda de la identidad, la intersubjetividad juega un papel fundamental: es la imagen que su par le devuelve, su aceptación, la que hará al adolescente sentirse identificado. Entonces se desarrolla una especie de juego, donde el chico o la chica experimenta hacia esa búsqueda y el adulto va decidiendo hasta dónde. La libertad se negocia y es responsabilidad de los padres y madres enseñar a usarla”.

Caballero consideró que “la libertad se paga con responsabilidad: los chicos amplían esta posibilidad a medida que incorporan normas, lo cual debe darse en un contexto de acompañamiento y contención”: “Siempre pongo este ejemplo en los talleres, ¿cuándo una madre o un padre se da cuenta que el hijo/a puede cruzar la calle? No hay una regla, pero es cuando ve que mira para los dos lados. En la medida que los chicos demuestran conductas responsables la libertad puede ampliarse”.

¿Derecho de admisión o arbitrariedad?
“La medida tomada por Palmares está dentro del derecho de admisión, facultad del propietario de un establecimiento de decidir sobre la permanencia de una persona en un lugar de acceso público, siempre que no sea arbitrario ni discriminatorio. Pero hay grises difusos y líneas muy delgadas: sucede en los boliches, por ejemplo, que en nombre de este derecho se discrimina por sexo, peso, color de piel. Habría que evaluar si con todos los chicos se aplica la misma condición de ingreso”, señaló César Maturano, director de Juventud provincial.

“Los adultos –añadió– deben participar, inmiscuirse como puedan. Hay mecanismos para conocer, en el ámbito de la diversión nocturna, adónde van sus hijos y con quién, si concurrirán a una fiesta que no está habilitada o si intentará ingresar a un local para adultos. La segunda parte es ejercer el derecho de los menores y reclamar por ellos ante las instituciones que corresponda si sufren un trato discriminatorio o una situación de violencia”.

Un aspecto que marca el titular de Juventud, y con el que coinciden otras personas consultadas, es que la adolescencia siempre será estigmatizada por su esencia rebelde y transgresora: “En cada época esto se presenta de distinta manera, es parte del enfrentamiento con el mundo adulto”.

Convivencia social: no expulsar ni apartar
“La convivencia social no se aprende apartando al revoltoso o restringiendo su campo de acción. Se aprende ejerciendo”, opinó el director de Juventud, César Maturano, en coincidencia con otros funcionarios de la misma  área pero a nivel departamental, que trabajan para contener a los jóvenes con propuestas culturales y sociales.

Al margen del “fenómeno Palmares”, hay otros espacios públicos que tienen la connotación desde hace algunos años de haber sido “copados por adolescentes”. Plazas como la España o la San Martín, donde bikers y skaters y otros grupos concentraron su actividad urbana, son un contexto en el que se reitera el pedido de  terceros para sacarlos de ese lugar.

“No corresponde expulsarlos, porque el deporte urbano es parte de una cultura callejera, su esencia es desarrollarse en este tipo de ámbitos. Si están allí es porque no hay muchas opciones. Hay que brindar alternativas para que los adolescentes puedan elegir y también para que otras personas disfruten de esos lugares”, expresó Jésica Simón, asesora del Consejo de Juventud de Godoy Cruz, donde la creación de un skatepark público en el parque San Vicente ayudó a descomprimir el asunto: “A veces se complica la convivencia entre bikers y skaters, por ejemplo. Por eso hay situaciones en que los chicos y chicas tienen que estar acompañados, aunque sea desde la contención en la casa”.

En Capital se trabaja para poner en marcha un proyecto de un centro de deportes urbanos como alternativa a los espacios del casco céntrico.

Desde el área de Juventud de la Comuna, Emanuel Italiano opinó que de todos modos “el espacio público existe para ser usado”, y en todo caso habría que plantearse cómo y por qué, concientizando a los jóvenes sobre la importancia de preservarlo en buenas condiciones.

“Cuando hay ilícitos o afectación de derechos de un tercero es cuando se abre el debate. Y que los jóvenes realicen en las plazas sus actividades tiene que ver con un emergente social, con nuevas demandas. Una propuesta es convocarlos a través de actividades culturales, educativas, sociales, que en Capital tenemos muchas (desde talleres artísticos hasta cursos de capacitación), para incluir a los adolescentes que no encuentran espacio”, aportó Italiano.

En síntesis
Solos no. Surgió la semana pasada debido a las molestias y daños que ocasionaron algunos jóvenes en el mall durante algunos fines de semana y afectaron a comerciantes y consumidores.

La condición. Viernes y sábados de 18 a 0.45 los menores de 18 años deben concurrir al centro comercial Palmares acompañados de un adulto, que deje constancia de sus datos personales, para que se lo contacte ante cualquier eventualidad.

Registro. Vallados donde los padres deben consignar sus datos: sobre el bulevar Paul Harris; entre pizzería Zitto y Montecatini; Burguer Kin y Las Chapas resto bar; Omoi Sushi y Al Ver Verás; y la playa Sur.

Contralor. A cargo de 20 civiles contratados por Palmares y 15 policías, además del apoyo de personal de DINAF.