¿Puede el Big Data salvar vidas?

Artículo publicado en diario Clarín sobre el Seminario Comunicar en el mundo de datos organizado por FLACSO Argentina/Escuela de Asuntos Públicos – EAP.
Por Silvina Heguy
Publicado el 17 de septiembre de 2017
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¿Puede el Big Data salvar vidas?

Los datos masivos en la web pueden ser una amenaza a la privacidad, pero también pueden ser utilizados con fines sociales para situaciones concretas. Desde detectar epidemias hasta intentos de suicidios. Los ejemplos.

Son 2.000 millones de personas que, al menos una vez por mes, se conectan a Facebook, casi un tercio de la población mundial. Ya, en 2014, subían a diario tres mil millones de nuevos contenidos entre fotos y posteos. Eso solo en una red, pero hay más. Imágenes satelitales de los rincones más aislados del planeta o de mares donde naufragan refugiados, datos bancarios, reportes médicos de enfermedades extrañas, mensajes suicidas, bases de datos estatales y privadas, historias médicas, registros meteorológicos. El contenido en la web es una instantánea mundial, un fenómeno único en la historia de la humanidad. Qué hacer con ese océano de datos es una de las preguntas que se hacen programadores, académicos y organizaciones humanitarias.

Uno de los desafíos actuales en los laboratorios de la llamada “Data science” es predecir comportamientos, determinar sentimientos y también poder cruzar la frontera entre lo real y lo virtual para, entre otras cosas, ayudar y actuar.

Las posibilidades de estudio y acción son tantas como datos circulan en Internet. “Por ejemplo, hay un proyecto de investigación que estudia la memoria colectiva”, cuenta Manuel Aristarán, del Media Lab de MIT, siglas en inglés del prestigioso del Instituto Tecnológico de Massachusetts. A partir de haber diseñado una métrica de relevancia se determina qué biografías de Wikipedia fueron traducidas a más de 20 idiomas, lo que quiere decir que al mundo le interesa suficiente esa persona. “Lo que se ve es que la introducción de nuevos medios alteran las personalidades recordadas. Hasta que no apareció la imprenta, no había escritores. Cuando llegó la radio surgen los deportistas famosos porque antes el partido lo veían en persona. Cuando se introdujo el cine, los actores fueron los famosos. En este nuevo conjunto de datos se está viendo a los youtubers como las personalidades traducidas a más de 25 idiomas. Hay otra mutación de la memoria colectiva de profesiones”, explica a Clarín.

El programador argentino es uno de los referentes en Big Data y sostiene que la tendencia de abrir datos (Open Data) porque sí ya pasó, cada operación de búsqueda e interpretación debe servir para algo. A él le interesa usar estas operaciones para entender mejor el Estado, producir mejores políticas públicas.

“Si se quiere ver cínicamente se puede pensar que el gobierno abierto puede transformarse en una cortina de humo, se dice “open-washing”: lavar la cara con esta supuesta política de apertura. Lo más interesante es la apertura a nivel local, por una cuestión de relevancia de la información. En mi opinión, ver información sobre qué compra el municipio y a quién, tiene impacto directo. El que lo está mirando sabe que tal es cuñado de tal y que ahí puede existir corrupción”.

Entonces, el mega magma de datos, ¿para qué se puede usar? ¿Sirve por ejemplo el Big Data para salvar vidas?

Desde Paraguay, Juan Pane, coincide en que abrir datos porque sí no conduce a nada, pero que el Big Data puede ayudar a salvar vidas. El tiene un ejemplo concreto y exitoso. Fue en 2013 cuando volvió a Paraguay de Italia, después de obtener un doctorado en informática y gestión de conocimiento. Ese año el dengue era una epidemia que tocaba a uno de cada cuatro paraguayos y quiso hacer algo. Se puso en contacto con el Ministerio de Salud y supo que ellos tenían datos; cada caso debe ser reportado según determina la Organización Mundial de la Salud. Como coordinador de la Iniciativa Latinoamericana por los Datos Abiertos (ILDA) comenzó a procesarlos y relacionarlos. A pulmón, con los alumnos de la Universidad de Asunción, analizaron casos de 18 países de América Latina. Primero hicieron un modelo de predicción de brotes. Fueron sofisticando los datos que utilizaba el modelo, lo más difícil siempre es hacerlo porque cuantos más datos tiene mejor es su eficacia. En este caso lo alimentaban con números de casos, cantidad de lluvia, humedad, caudal del río, nivel de pobreza, índice de vegetación, acceso al agua (porque si no se tiene agua corriente se usa un tanque y si está destapado es un criadero de mosquitos que pueden trasmitir el dengue). Con ese sistema, que fue elaborado en colaboración entre ILDA, la Universidad Nacional de Asunción y el Ministerio de Salud de Paraguay, logran predecir con una certeza cercana al 90% el comportamiento de la enfermedad. Lo terminaron hace dos meses. Y el próximo 27 de septiembre, en la jornada MSF Scientific Days en la Facultad de Ciencia Política de la Universidad de Rosario y organizada también por Médicos Sin Frontera.

Treinta segundos. En menos de ese tiempo, un algoritmo puede detectar que un usuario de Facebook tiene una tendencia suicida y comunicárselo a un operador humano para que se active un protocolo para determinar si el mensaje es real y cómo asistirlo. Además la red social se asoció con organizaciones que trabajan en la asistencia a posibles suicidas y da consejos para aquellos que detectan que un conocido ha posteado un contenido que puede sugerir que intenta autolesionarse. En este caso puede reportarlo directamente. Además está el algoritmo que detecta este tipo de mensajes y que, de inmediato, pasa el post a un operador que dará opciones tales como contactar con un amigo o recibir apoyo. Si la persona no quiere hablar con nadie, le propone enviar un mensaje a un amigo de esa red social o contactar la línea de apoyo al suicida (en la Argentina al número gratuito 135 o buscar información en Hablemos de Todo. También puede enviar un mensaje a un experto en prevención. A su vez, puede proporcionar videos de la vida real de personas que tenían la idea de suicidarse y no lo hicieron. Además brinda recomendaciones de técnicas básicas de relajación o sugiere actividades como pintar o dibujar, ir a caminar o visitar una biblioteca.

El ejemplo es un nuevo uso de los datos que a diario se acumulan en la red social. Un intento de suicidio anunciado en una red social es un caso extremo. Facebook terminó hace un mes de perfeccionar esta herramienta. La comenzó a diseñar después de que una adolescente trasmitiera en vivo su muerte. En la Argentina, el caso de la chica platense que anunció en Voxed que se mataría al día siguiente en el colegio despertó las alarmas. Clarín se comunicó con esa red social para ver si habían tomados medidas para prevenir nuevos casos, pero no obtuvo respuesta.

De esta manera, el uso del Big Data muchas veces señalado como una amenaza a la vida privada tiene un aspecto social que va más allá de la recomendación de qué comprar a partir de lo que se buscó previamente en un buscador. La red social y otros sistemas también cuentan con herramientas que detectan un desastre natural, como el huracán Irma de hace dos semanas, y permite que las personas que están en la zona avisen a sus amigos virtuales que están bien o que los que puedan ayudar ofrezcan su colaboración.

Por primera vez también Facebook está pensando en compartir datos. Se trata de casos en los que detecta movimientos de más de cien personas. El alerta iría directo a organizaciones humanitarias para que determinen si se tratan de desplazamientos forzados de personas ante crisis políticas o persecuciones.

“Hay gente las 24 horas monitoreando eventos y si aparece un posteo se activa la emergencia como ante un desastre natural o atentado. Siempre, claro, depende de la conectividad del país”, explica Greg Diuk, de Facebook Data Science.

Argentino, recibido en la Universidad de Buenos Aires en Ciencias de la Computación, con un postdoctorado en la Universidad de Princeton en Estados Unidos, desde hace cuatro años trabaja en la sede de Facebook en California con un grupo de 50 personas. El objetivo de su trabajo es desarrollar métodos cuantitativos para estudiar temas de humanidades utilizando bases de datos masivas. “En nuestro equipo, Core Data Science team, trabajamos mucho en las preguntas sobre qué pasa en el mundo virtual, por qué la gente se relaciona, qué le interesa. Surgen problemas, preguntas y grandes oportunidades”, se lo escuchó decir en su visita en Buenos Aires durante el Seminario Intensivo “Comunicar en el mundo de datos”, de la Escuela de Asuntos Públicos de Flacso.

Facebook, en realidad, tiene varios grupos trabajando sobre los datos que se vuelcan a diario para determinar comportamientos. Desde equipos que trabajan en el desarrollo de inteligencia artificial, otros que estudian los comportamientos en la red, además de los que trabajan sobre cuestiones específicas.

El conocimiento matemático, el de los de programación y de las ciencias computacionales sumado al conocimiento específico en áreas sociales actuando en conjunto sobre un archivo de dimensiones monstruosas de datos es lo que engloba el concepto de Data Science.

Las organizaciones humanitarias son las principales interesadas en poder usar herramientas tecnológicas que procesen esa gran cantidad de datos y les permitan mejorar la asistencia a poblaciones en peligro. Missing Maps es un ejemplo de iniciativa colaborativa que puso en marcha Médicos Sin Fronteras, la Cruz Roja Británica y Americana y el equipo humanitario de OpenStreetMaps. Es un proyecto abierto en el que se puede participar voluntariamente.

“No es necesario ser cartógrafo o geógrafo, solo alcanza tener una computadora y ganas de colaborar”, explicaron a Clarín desde Médicos Sin Fronteras. La organización, que en 2016 envió a terrenos en conflicto a más de 3.200 profesionales, necesita mapas para llegar a pacientes alejados y así lanzar programas de vacunaciones masivas o rastrear la propagación de una enfermedad como el Ebola. Los datos bases son las fotos satelitales que se transforman en los mapas necesarios.

Pero, ¿cómo se hace ese trabajo? Hay una posibilidad de saberlo. El viernes 29 por primera vez en Buenos Aires se hará una jornada abierta a voluntarios con ganas de aprender a usar la plataforma y mapear un territorio concreto: Sudán del Sur. Para participar en el “mapatón” hay que anotarse en msf.org.ar/mapatonba.

El mapeo humanitario y el uso de tecnologías como el Sistemas de Información Geográfica (SIG) pueden también ayudar a conocer áreas aisladas como sucedió en Malawi. También ver el rescate de refugiados en el Mediterráneo. En www.searchandrescue.msf.org se puede seguir la tragedia.