Redes: ¿cómo concebirlas y gestionarlas?

Héctor A. Poggiese
FLACSO y Redes PPGA
Buenos Aires, octubre de 2013

Presentado al Seminario de la Red de Políticas Públicas (Rio de Janeiro)

Enfoque conceptual¹

Me propongo contribuir al debate, el conocimiento, la creación y la gestión de redes partiendo de un enfoque utopístico/prospectivo. No estoy diciendo “utópico” sino utopístico.  No estoy negando  la vigencia de la utopía, el proyecto móvil que siempre se aleja junto con el transcurrir de nuestra vida-tiempo, el lugar que no existe pero hacia donde siempre estamos yendo. Me interesa la idea de Wallerstein, que denomina “utopística” a una forma de encarar el futuro en base a probabilidades, una serie de alternativas esperables y/o a ser creadas, un trayecto previsible entre otros trayectos.

Desde tal enfoque distingo por lo menos tres cuestiones muy relevantes.

a) ¿Hay algún escenario futuro donde aparezca resuelta la relación entre el modelo piramidal de las organizaciones vigentes y el modelo horizontal de la organización en red?  En la actualidad asistimos a una situación donde es por demás evidente que lo vertical y lo horizontal no “encajan” el uno con el otro. En un cierto plano sólo pueden pensarse y actuarse como antitéticos: o es uno o es el otro. La horizontalidad de la organización en red contrasta con las estructuras estatales y las instituciones de la sociedad, las que responden a una matriz  piramidal, donde las decisiones y las determinaciones descienden, en  vertical, de la cima a la base.

En la jerga administrativo política eso se traduce en una síntesis verbalizada: las decisiones siempre “bajan” desde una jerarquía que, obvio, está “arriba”; es paradojal, sin embargo, como esas expresiones se arraigan en  prácticas comunitarias y populares,  donde suele encontrarse también el sanbenito “fulano bajó  tal orientación”.

En contrapunto, desde un cierto “abajo” se reenvía hacia “arriba” la idea de horizontalidad, pero las pirámides organizaciones tienen sólo escalones descendentes; están impermeabilizadas para la horizontalidad organizacional.²

Las redes sufren entonces de un mal congénito: lo que las afirma como diferentes (ser orgánicamente horizontales) les niega la posibilidad de incidir en la transformación de las otras organizaciones. Sólo les resta (a las redes) entrar en competencia con esas otras organizaciones, enviando al futuro la duda de cómo y cuando se resolverá esa divergencia/contradicción. ¿Será una tendencia creciente a todos organizarse horizontalmente la que irá hurtando y enflaqueciendo a las estructuras verticales hasta hacerlas desaparecer?  No hay evidencias fuertes de semejante tendencia y mientras tanto sí hay suficientes evidencias de lo contrario: el sistema tiende a erosionar y deglutir las innovaciones que lo amenazan, influyendo en la vuelta a prácticas verticalistas y en el diseño jurídico institucional de las organizaciones sociales.

¿Será que un día llegará un gobierno que ordene: a partir de ahora, todas las
organizaciones serán en red,  sus estructuras serán horizontales? Tampoco hay pistas fuertes de tal proyección, pero si aconteciera, nadie puede asegurar cuan horizontal será una sociedad que sea obligada a serlo.

En este punto conviene entender  la cuestión que llamaré las “prácticas de horizontalidad” diferenciadas de la cuestión reconocida como estructura de red.  Es erróneo pensar la red como un plano estructural horizontal. La red, desarrollando “prácticas horizontales”, articula todos los actores que coincidan en esa práctica en red, cualquiera sea su posición en las organizaciones. Desde este punto de vista  la red es un plano quebrado, una continuidad de planos fragmentarios que en sus pliegues conecta los individuos y organizaciones que forman parte de la práctica horizontal, entendida como entre pares. Una comunidad de pares ampliada tal como se definen las estrategias resolución de problemas en los nuevos enfoques espistemológicos de la ciencia, según los ensayos de Funtowitz y Ravetz.

En tanto la red es un plano quebrado que alcanza tanto lo vertical como lo horizontal (en cuanto  estructuras), siendo horizontal en cuanto a las prácticas, será ineludiblemente una red mixta, compuesta por actores múltiples provenientes y parte de la Sociedad y el Estado.

Ahora sí podemos encontrar escenarios prospectivos de resolución, porque aparecen condiciones de trasversalidad: la red, con aquella definición de “plano quebrado”, intersecta en distintos niveles organizacionales permeando, diseminando sus prácticas horizontales. Las estructuras determinadas por el sistema  dominante estarán siendo alcanzadas por otro sistema, un sistema de prácticas trasformadoras, un modificador simultáneo de los  “arriba” y los “abajo”,  un propulsor de comunidades de pares  de gran amplitud.

b) Bien, hemos dado con el concepto de red mixta, usando apenas un componente diferencial: el reconocerse con el otro y hacer cosas juntos con una práctica de relación innovadora, la horizontalidad. ¿Hemos de conformarnos con esa única condición o debemos complejizar un conjunto de otras condiciones?  Por ejemplo: con la condición de la interdisciplina alumbraríamos un nuevo conocimiento; con la condición de la  intersectorialidad estaríamos provocando una nueva lógica de cooperación y articulación de recursos (preferentemente, por no exclusivamente intraestatal); con la condición de la integralidad nos aproximaríamos al desarrollo; con la condición de la participación equitativa reduciríamos las diferencias entre los actores  y mejoraríamos la posición de los más débiles; con la agregación de actores estaríamos ampliando la democracia hacia una modalidad más participativa.

Estas redes perseguirían así -en simultaneidad- varios propósitos. Al practicarse e instalarse proyectos/red  y redes de proyectos/red, van cobrado vida como escenarios de propósitos múltiples que se proponen conocer, trabajar, decidir, planificar, gestionar, ser.

La multiplicación de prácticas decisionales-democráticas en múltiples experiencias,  escenarios multipropósito de transformación social  construyen y hacen visible el espacio social, en la forma de un tejido social dinámico-decisional, popularizando la planificación y la participación en la toma de decisiones.

El futuro es promover en el presente estos escenarios/redes de propósitos múltiples como prácticas embrionarias de trasformación social en los cuales, además de producir participativamente una planificación, se definen políticas en torno a valores, se diseñan estrategias de orden e impacto social general, se es eficaz, se crean nuevos conocimientos, se produce un nuevo “saber-hacer”, se configuran nuevos actores colectivos, se amplía la democracia.

Estaremos así en presencia de verdaderos “embriones” de transformación social.

Nuestros escenarios/redes de múltiples propósitos, como una compleja estrategia de resolución de problemas, actúan en el presente articulando sectores, disciplinas y niveles sociales, extendiendo la comunidad de pares y creando nuevas formas de conocimiento-acción.

Convergiendo transversalmente las ciencias sociales,  las organizaciones sociales y las acciones políticas,  en redes  mixtas y,  diseminándolas –una siembra de embriones de transformación social- se ensaya una sociedad diferente, integrada, una nueva sociabilidad.

c) ¿Cuales son las perspectivas de relación entre las redes mixtas y las otras redes? ¿Hay escenarios futuros –insistiendo con la mirada utopístico-prospectiva- que muestren la probabilidad de un entramado único que las integra y complementa o nos muestran que subsisten ambos tipos de redes como competidoras/modelos alternativos frente al sistema en crisis? En este interrogante está implícita la relación conflictiva o cooperativa entre la co-gestión y la auto-gestión.

Los Nuevos Movimientos Sociales como redes de nuevo tipo, una forma de articulación entre las partes y el todo,  prevaleciendo una lógica de interacción comunicativa  (la esfera del mundo de la vida)  frente a la lógica instrumental- estratégica  (la esfera sistémica) orientada por determinados fines (en términos de Habermas), habrán de crear posibilidades de ayuda mutua entre redes mixtas y otras redes. Un postulado simple puede resumir la relación entre transversalidad  y transformación:

Si se instalan prácticas cogestivas o asociadas, o redes mixtas socio gubernamentales, se están sentando bases prácticas de transversalidad configuradoras de alianzas intersectoriales y redes sectoriales.

Existiendo, en forma de red,  una alianza intersectorial transversal (o la posibilidad de una alianza intersectorial transversal)  puede existir, como correlato, una práctica cogestivo-asociada,  o una red mixta socio gubernamental.

Así de simple: la presencia de redes mixtas favorece la decisión estratégica de multiplicar el sistema de redes diversas; la pre-existencia de redes diversas enriquece el mapa de los actores articulados para la cogestión y las redes mixtas.

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¹ Recupero bajo este subtítulo parte del texto “Redes mixtas socio-gubernamentales” editado en la página web El Atico, en 2005
² El caso de las asambleas populares en la ciudad de Buenos Aires post 19 y 20 de diciembre de 2001 es bastante elocuente.