Universidades argentinas, preferidas en la región

Artículo publicado en el Diario BAE, 26 de junio de 2014

Por Jesica Mateu

La Argentina suele ser valorada en el mundo por sus paisajes –las Cataratas del Iguazú, en la provincia de Misiones, por caso, son una de las nuevas siete maravillas del mundo–, por su capital, la ciudad de Buenos Aires, que es definida por muchos extranjeros como una urbe de fisonomía europea y espíritu cosmopolita, donde resalta la bonhomía de su gente.

Pero todo indica que habría que agregar al listado de virtudes la calidad académica, puesto que son cada vez más los extranjeros que eligen al país para estudiar, no sólo carreras universitarias, como ya se sabe, sino también cursos de posgrados. De hecho, son “24.000 los estudiantes internacionales que actualmente forman parte del Sistema Universitario Argentino”, según indica el Ministerio de Educación de la Nación.

Y, por si fuera poco, la Universidad de Buenos Aires está en el puesto número dos de Iberoamérica en el Academic Ranking of World Universities, que elaboró el año pasado la Universidad de Jiao Tong, de Shanghai, que es el ranking más serio en cuanto a la metodología transparente que utiliza para medir el nivel académico en el mundo. Entre otras variables, se mide la investigación científica, los premios Nobel que han egresado de esas casas de estudio, y los papers publicados en reconocidas revistas de investigación.

Prestigiosa y económica

Un posgrado cuesta en la Argentina alrededor de $30.000 por año. En otros países de Latinoamérica, entre el 50% y el 100% más caro, según aseguran fuentes de universidades privadas del país.

Será por eso que “en los últimos dos años, la llegada de estudiantes extranjeros se incrementó en un ciento por ciento”, al menos en la Universidad Favaloro, según asegura Pablo López, secretario de Posgrado de la institución, donde también se desempeña como coordinador de la carrera de Psicología. Eso implica que “el 10 por ciento de la matrícula total son extranjeros”.

En otras universidades el aumento es menor, de entre un 5% y un 20%, pero eso no significa necesariamente que posean menos alumnos internacionales. Por caso, desde la Universidad Católica Argentina (UCA), la mayor cantidad de extranjeros asiste a la facultad de Ciencias Médicas.

De hecho, ellos son el 60% de los alumnos que realizan posgrados allí, según indica Carlos Álvarez, director de Posgrados de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCA.

Por su parte, desde la Universidad de Buenos Aires, al menos en lo que respecta a la facultad de Ciencias Económicas, en posgrados, alrededor del 50% de los alumnos son extranjeros.

Es la economía

La frase que hizo famosa un estratega electoral del por entonces candidato a presidente de Estados Unidos Bill Clinton, bien podría aplicarse al fenómeno de los latinoamericanos que llegan a la Argentina para realizar maestrías y doctorados: “Es la economía, estúpido”. Es que “el valor de diferentes posgrados en otros países en comparación con los costos locales supera entre el 50% y 100%”, afirma Álvarez.

Coincide con él Esteban Toledo, director de Admisiones de Posgrado de la Universidad Torcuato Di Tella, quien señala que “con lo que sale un posgrado en los lugares de origen de los alumnos internacionales, pagan aquí no sólo la facultad sino también el alojamiento”. López, por su parte, aporta otro dato: “Chile, Colombia y Ecuador son los que tienen los aranceles más caros de Latinoamérica”.

Otro de los puntos en los que coinciden las universidades consultadas es en que el alto nivel académico de la Argentina es clave. De hecho, el crecimiento en el afluente de extranjeros que vienen a cursar al país, se da por la combinación entre el alto prestigio educativo y los costos comparativos favorables.

Incluso la oferta de alojamiento es variada: desde pensiones universitarias hasta departamentos amueblados. Los especialistas concuerdan en que, generalmente, los extranjeros inician su vida en centros urbanos como Buenos Aires y La Plata en pensiones, pero que luego, a medida que se relacionan con otros estudiantes en sus mismas condiciones, suelen mudarse juntos a un departamento y así estar más cómodos a la vez que comparten los gastos.

Lazos internacionales

En el continente latinoamericano, sobre todo, se ve con buenos ojos el nivel de las instituciones educativas argentinas en temas como economía, política, medicina, ciencias sociales y psicología, donde particularmente Buenos Aires es punto de referencia. Tal como señala Toledo, “los profesionales internacionales saben que realizar un posgrado en la Argentina, puede darles la posibilidad de dar ciertos saltos académicos”.

Otra cuestión que resalta Myriam Southwell, secretaria académica de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), es que la tendencia “va teniendo impulso desde distintas intencionalidades: por un lado, por la internacionalización del conocimiento que se impone desde la política mundial y que implica entablar un diálogo con todo el planeta. Y, por otro lado, porque se establecen intercambios para que los alumnos fortalezcan una determinada lengua”, tal es el caso de los europeos que, si bien llegan en menor cantidad a la Argentina, sí se los compara con los estudiantes latinoamericanos, y también parecen interesarse cada año un poco más por Sudamérica. Sobre todo llegan de Francia, Alemania e Italia y, generalmente, producto de convenios entre las universidades. A ellos les atrae la idea de “tener una perspectiva sobre Latinoamérica”, afirma la directiva de Flacso.

Los latinos primero

En cuanto a las nacionalidades, casi todos los estudiantes de posgrado que llegan al país de distintas partes del mundo son principalmente del continente americano. Y, entre ellos, sobre todo colombianos, aunque también hay muchos ecuatorianos, venezolanos y, en menor medida, mexicanos y oriundos de países limítrofes como Chile y Uruguay.

Algunas razones por las cuales Argentina es un destino apreciado, más allá de la reconocida calidad educativa y los precios competitivos, es que, por caso, “México posee un tradición de posgrados más rígida: los doctorados se cursan durante muchos años y todos duran la misma cantidad de tiempo. Brasil tienen una estructura de incentivos en cuanto a los salarios que hace que no sea lo mismo ser un profesional con o sin posgrado”, explica Southwell, quien también señala que en Brasil existe una selección muy estricta de los alumnos. A la vez “se requiere dedicación exclusiva por lo que es incompatible con estar trabajando”. La ejecutiva analiza, además, que en la Argentina “hay una orientación más personalizada, según los intereses del alumno”.

“Buenos Aires es una ciudad que atrae a todo el mundo ya que conserva su espíritu cosmopolita, más allá de las luces y las sombras”, concluye Southwell.

Seguridad, otro valor agregado

Muchos extranjeros que llegan para estudiar en el país, lo hacen motivados por cierta tranquilidad que se vive aquí. Eligen este país por sobre México y Colombia porque en aquellos destinos “el clima social es complicado” mientras que acá “valoran la seguridad que les permite, por ejemplo, tomarse un taxi de noche”, algo no tan recomendable en aquellas latitudes, asegura Southwell.

En México DF muchos alumnos van a la universidad con chofer y custodia y en Buenos Aires toman el transporte público.

Además, agrega Southwell, “éste es uno de los pocos países que no le pide visa a los colombianos”.

Otras razones complementarias que influyen en la elección tiene que ver con las opciones culturales que encuentran aquí así como la variedad y accesibilidad gastronómica.

Colombianos, a la cabeza del ranking

El imán de Buenos Aires

La capital argentina atrae a extranjeros de todo el mundo. Pero tal como señaló el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires el año pasado, a partir de lo que fue la primera encuesta a estudiantes internacionales, quienes llegan para cursar posgrados son mayormente profesionales latinoamericanos –sobre todo colombianos– que suelen alquilar un departamento, muchas veces compartido.

El informe también indica que siete de cada diez cursan maestrías completas, es decir, estudian entre dos y tres años en la Ciudad.

Más de la tercera parte estudia economía (34%) –posgrados en administración, sobre todo–, seguido de ciencias sociales (28,7%) –especialmente las ligadas a las ciencias políticas– y las humanidades (18%), sociología en primer lugar.

La mayoría de los estudiantes internacionales llegan de manera independiente, aunque, tal como señalan en algunas universidades privadas, eso ocurre porque en muchas ocasiones aún no existen convenios de intercambio o faltan política de becas.

“Recomendaría el país”, por Evelyn Palma

Es una psicóloga chilena en plena investigación para su tesis del doctorado en ciencias sociales, que desde 2012 realiza en Flacso, en la ciudad de Buenos Aires. Está tan contenta que no duda en recomendar al país “ya que los posgrados son baratos y de buena calidad”. Además, “el campo académico es amplio y rico en discusiones. Y se realizan investigaciones que en Chile son iniciales”. También destaca que estudiar en la Argentina “sirve para conocer la realidad de otros países latinoamericanos ya que la academia chilena está más pendiente del mundo anglosajón”.

La cercanía entre los países, el idioma común, la calidad educativa y el nivel de debate en educación, derechos humanos y “memoria del pasado reciente en contextos de terrorismo de Estado”, fueron las razones de su elección por el país. Por si fuera poco, “un doctorado en Chile debe costar al menos unos u$s25.000 mientras que el curso en la Argentina cuesta unos u$s9.800”. Y, considerando los gastos en alojamiento, impuestos, alimentación, salud y educación, lo que Evelyn debió pagar por año para vivir y estudiar en Argentina “fue unos u$s12.000. Si me hubiera quedado en Chile habría significado al menos el doble en dinero”, revela.

De aquí valora “los servicios como luz, agua, gas e internet; el transporte público; la vida cultural; el acceso a espacios para deportes, e incluso la salud privada porque también es económica”.

Define a los argentinos como “muy amables y solidarios”. Pero lamenta el “clima de beligerancia política que hace que las personas en la calle anden molestas”, “el trato deficiente de las empresas de telefonía con los clientes” y, “lo más complejo: estar pendiente del tema inflacionario en cuanto al consumo de comestibles”.

“Valoro el nivel cultural”, por Juliana Gutiérrez Bueno

Es abogada oriunda de Colombia y llegó al país para hacer, hace seis años, una maestría en Relaciones Internacionales en la pública Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

Luego de cursar los primeros dos años, viajó a Río de Janeiro para el posgrado en Historia Comparada, ligada a temas de seguridad. Pidió la homologación y, a partir de esta iniciativa, logró que ambas universidades firmaran un convenio para que más alumnos pudieran estudiar en los dos países. Más tarde volvió a La Plata para dedicarse a la tesis pendiente. Se enamoró y aquí se quedó. Asegura que “me gustó bastante la maestría de la UNLP. De hecho, siempre la recomiendo incluso a los propios argentinos”.

Reconoce que descartó estudiar en su país porque con lo que debía pagar en Colombia por el posgrado, no sólo abonaba los cerca de u$s4.000 que en La Plata costaba la maestría que finalmente cursó, sino que, además, podía cubrir gastos de alojamiento y esparcimiento.

Al comparar la Argentina con Brasil, indica que con lo que allá le “servía sólo para comer y dormir, en La Plata podía también ir a bailar, hacer cursos de inglés y portugués y viajar”. Pero aclara que ahora, con la inflación, la vida en el país es más cara. “Noté cambios desafortunados en términos de economía”. Pero valora “el ambiente académico, el nivel cultural y la accesibilidad para salir a divertirse”. Y, en particular, la ciudad de La Plata porque, por su tamaño, “podés caminar para ir de un lado a otro. Me gusta la arquitectura y lo arbolada que es”. Pero se queja de la suciedad de paredes y calles, los cortes del tránsito por protestas que “te dañan el día a día” y “la forma en que conducen” los argentinos.