← Boletín 14 - Octubre 2021

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Boletín digital de Educación Integral en Sexualidad para América Latina y el Caribe

Haciendo camino al andar (3)

Adolescencias vulneradas y Patriarcado en línea1

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En los entornos virtuales el anonimato, la viralización, la impulsividad, la inmediatez son rasgos de una lógica de funcionamiento en estos espacios. Ser mujer y al mismo tiempo adolescente, son factores de riesgo que implican la presencia de una virulencia mayor en la violencia digital.

Por: Aymara Paula Lazo Galvàn, Argentina

La era digital inauguró nuevas modalidades de vinculación y encuentros. Las relaciones sexo-afectivas tuvieron cambios significativos y con ello la violencia adoptó otro escenario, otras formas de expresión.

En los entornos virtuales el anonimato, la viralización, la impulsividad, la inmediatez son rasgos de una lógica de funcionamiento en estos espacios. Si bien la dimensión de género aumenta las posibilidades de ocurrencia del hostigamiento en línea, la interseccionalidad las recrudece. Ser mujer y al mismo tiempo adolescente, son factores de riesgo que implican la presencia de una virulencia mayor en la violencia digital.

El patriarcado en línea desde lo experiencial

Es invierno y es tiempo de pandemia, algunas ventanas del aula de una escuela se encuentran abiertas. Es el anteúltimo año de la secundaria, se dicta la cátedra de Psicología y se trabaja el tema de las relaciones sexo-afectivas en la virtualidad. Una estudiante levanta la mano. Comienza el relato sobre lo que estaba sucediendo en la escuela. Nadie interrumpe. El silencio acompaña al curso mientras la voz de la estudiante relata el suceso. Hace meses un video del orden de la intimidad que tiene como protagonista a una ex alumna de la institución circula, se viraliza entre estudiantes de la institución. Repentinamente un rostro y un cuerpo desconocido se vuelve familiar. Un cuerpo inesperado irrumpe.  La hermana de refiere a un video grabado en la intimidad que se vuelve público y masivo ¿Quién decide la circulación del material? Un adolescente con quien la joven compartía una relación sexo-afectiva.

El video hace alusión a un nombre que no es propio, que es dado, que deshumaniza, de este modo, “La hermana de” implica la aniquilación del nombre propio (Skliar, 2016). Se evidencia cómo la impunidad e inmunidad se hacen presentes cuando el autor de la viralización rompe con el consentimiento de un encuentro entre dos y no hay consecuencias ante ese acto de crueldad. Una crueldad que implica una disminución de la empatía y del reconocimiento de estar ante un otro.

Las palabras no son ingenuas, indican, designan y al mismo tiempo representan esquemas de percepción de la realidad, de un sentido común.

La violencia en línea hacia la mujer refiere a “todo acto de violencia por razón de género contra la mujer cometido, con la asistencia, en parte o en su totalidad, del uso de las TIC, o agravado por este, como los teléfonos móviles y los teléfonos inteligentes, Internet, plataformas de medios sociales o correo electrónico, dirigida contra una mujer porque es mujer o que la afecta en forma desproporcionada” (NU, 2018: 7).

Las modalidades de esta clase de violencia crean un registro digital permanente de difícil eliminación y con una victimización factible a posteriori. Como bien se sostiene en el Informe de Naciones Unidas (NU, 2018), los datos y estudios han demostrado que mayoritariamente la violencia en línea no es un delito neutro en relación al género. Específicamente uno de los delitos en entornos digitales que más afecta a las mujeres, en un 90%, es la porno-venganza. Esta consiste en “la difusión en línea no consensuada de imágenes íntimas obtenidas con o sin el consentimiento de la persona, con el propósito de avergonzar, estigmatizar o perjudicar a la víctima” (NU, 2018: 11). Aquí pertenecer al género femenino sigue siendo sinónimo de vulnerabilidad y avasallamiento de la identidad digital. El género refiere a una construcción social y cultural sobre lo que significa ser hombre y ser mujer, y que se organiza a partir de la diferencia sexual, por tanto, ser mujer en el contexto digital sigue siendo un factor de desigualdad social.

En la violencia de género en línea el patriarcado se encuentra en relación con su ocurrencia. Este refiere a una organización jerárquica masculina heteronormativa y, por tanto, a una relación de poder en la que los hombres desarrollan relaciones de opresión mientras que las mujeres responden con subordinación (Villareal, 2001). En las relaciones en entornos virtuales las relaciones de opresión siguen vigentes, cambia el escenario, pero no la lógica de funcionamiento. A partir de la viralización del video íntimo de la ex estudiante, la masculinidad heteronormativa se encuentra acompañando el suceso ¿A quién iba dirigido ese material? ¿Qué motivos conscientes e inconscientes conducen a compartirlo? La masculinidad suele encontrarse bajo la mirada y evaluación de sus pares, buscando probar y confirmar el dominio del “tributo femenino” para ser reconocido como sujeto masculino (Segato, 2018).

Las  lógicas sexuales son lógicas operatorias que actúan en la construcción de la identidad de las masculinidades y feminidades (Fernández, 2016). El video de la joven refiere a una mujer mostrándose erótica, realizando una práctica masturbatoria. El audiovisual cuestiona la lógica sexual binaria, se observa a una mujer exhibiendo una práctica atribuida culturalmente al género masculino y que es admitida en el espacio público como confirmación del ser masculino, sin embargo, no como atributo del ser femenino. Cuando la dicotomía sexual, en su principio de identidad que adjudica al género femenino una moral occidental esperada vinculándola con las cualidades de la delicadeza, la pureza y la maternidad es interpelada, el patriarcado llama al orden. La porno-venganza hacia las feminidades que perturban el status quo patriarcal pareciera buscar visibilizar lo inadecuado y actuar como ejemplificador, correctivo y reencauzador del ser femenino hacia un paradigma moralista de la sexualidad, el cual no admite la erotización y el placer en el cuerpo femenino. La socialización diferencial de género (Walker y Barton, 1983) posibilita la constitución de identidades diferenciadas por género, que implica el aprendizaje y efectivización de patrones de conducta esperables para cada género. Estos patrones se trasladan a la virtualidad.

Las pedagogías de la crueldad se hacen presenten y refieren atodos los actos y las prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo y su vitalidad en cosas” (Segato, 2018: 13). En la situación acontece la crueldaden línea hacia esa mujer y pone de manifiesto no una simple viralización de un video íntimo de una adolescente, sino las condiciones socio-culturales que habilitaron el acontecimiento. Pone de manifiesto cómo existe una relación entre la masculinidad y la escasa empatía hacia las feminidades, la necesidad de demostración de la virilidad a través de la exposición del producto de su conquista, y la complicidad entre varones (Segato, 2018). La socialización diferencial de género continúa sus efectos en la persistencia del pacto de silencio ante la violencia en línea hacia esa mujer por parte de las otras mujeres, quienes sabiendo de la situación no denuncian el hecho y se convierten en andamiajes de la situación de opresión, no advirtiendo el atropello no solo a la mujer damnificada, sino también hacia toda mujer. Con ello se perpetúa un silenciamiento ante el espectáculo de la crueldad en línea que solo se resquebraja a través del interpelamiento y la denuncia social.

El abordaje de estas temáticas desde las instituciones educativas se torna insoslayable. Trabajar en pos de la sororidad y el respeto entre mujeres, en romper con aquella socialización que nos hizo creer que eramos enemigas, para comprender que somos pares. Trabajar en pos de la desnaturalización de una cultura violenta, que  rompe lazos de fraternidad entre varones y mujeres. La violencia en línea es un acto de deshumanización, por tanto, el cambio debe ser inminente y se vuelve imprescindible.

Imprescindible como educar la mirada, advertir cómo se están interpretando las sexualidades, desde qué prisma. Para abordar temáticas de sexualidad y violencia de género es menester reflexionar antes sobre la forma de percibir los acontecimientos, ya que se encuentra vinculada a una red de significados. La sexualidad se aprende y con ella se aprende a valorizar ciertas formas de habitar el cuerpo y de relacionarnos, como así también a ignorar otras. Advertir nuestro posicionamiento, nos permite actuar con consciencia y modificar aquellos abordajes que desestimen las voces históricamente silenciadas, y frenar a quienes habiliten el avasallamiento de las subjetividades femeninas. Solo así el cuidado de nuestras juventudes será posible.

1. Este trabajo recupera una experiencia presentada en el 1° Congreso sobre Violencias de Género “La Provincia de Buenos Aires frente a las violencias por razones de género: debates, reflexiones y experiencias”, aún no publicada.

Referencias bibliográficas

  • Fernández, Ana María. “Las lógicas sexuales actuales y sus com-posiciones identitarias” en Meler, Irene. Psicoanálisis y género: escritos sobre el amor, el trabajo, la sexualidad y la violencia. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2017
  • Naciones Unidas. “Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias acerca de la violencia en línea contra las mujeres y las niñas desde la perspectiva de los derechos humanos” en Asamblea General de la UN. Tema 3 de la agenda: Promoción y protección de todos los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, incluido el derecho al desarrollo 2018.
  • Segato, Rita. Contra-pedagogías de la crueldad. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Prometeo libros, 2018.
  • Skliar, Carlos. “El lenguaje de la norma y los individuos frágiles” en Revista Pasajes. Red Internacional de investigadores y participantes sobre integración educativa, n°2, México, 2016
  • Tuana, Andrea. “La protección de la infancia y adolescencia frente a las violencias” en Revista de la Sociedad Uruguaya de Ginecología de la Infancia y Adolescencia. 2.a temporada Vol . 7 N.o 3, 2018.
  • Villarreal Montoya, A. L. “Relaciones de poder en la sociedad patriarcal”. Revista Electrónica Actualidades Investigativas en Educación, vol. 1, núm. 1, enero-junio. Universidad de Costa Rica, 2001.
  • Walker, S. y Barton, L. Gender, Class and Education. Nueva York: The Falmes, Press, 1983.

Contacto: aymara.lazo@gmail.com