← Boletín 14 - Octubre 2021

IntercambiEIS
Boletín digital de Educación Integral en Sexualidad para América Latina y el Caribe

Voces que transforman

Entrevista a Dra. Siobhan F. Guerrero Mc Manus

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Visibilizar a las infancias y adolescencias trans en las sociedades latinoamericanas en general, y en las escuelas en particular, interpela a la EIS que se viene desarrollando. Desarraigar el cissexismo, la patologización y la transfobia es el desafío que las instituciones educativas deben pensar junto a las familias, para generar espacios seguros, respetuosos e incluyentes.

Investigadora Titular A, Definitiva, Tiempo Completo. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades UNAM, México.

Por: Equipo Editorial Boletín IntercambiEIS

¿Cómo entiendes que la Educación Integral de la Sexualidad (EIS) puede colaborar con la protección de las trayectorias educativas en las niñeces trans?

Quisiera comenzar señalando que nos encontramos en una situación sumamente desafortunada donde todavía se debate si las infancias y adolescencias trans existen y si el estado debe reconocerlas y permitir que accedan a sus identidades a través de procedimientos fáciles y no patologizantes. Esta situación es muy poco favorable para dichas infancias y adolescencias pues nos distrae de un objetivo mucho más importante, a saber, elaborar estrategias acerca de cómo implementar espacios seguros que eviten que esta población viva los embates de la transfobia y el cissexismo.

En este sentido, la discusión acerca de qué implica proveer a dichas infancias y adolescencias de una educación sexual integral está totalmente rezagada. Esto se traduce en que la ESI no ha sido examinada con cuidado para detectar y eliminar los sesgos de corte cis-heterosexista que son cotidianos en el abordaje de una sexualidad que todavía se enseña como si esta estuviese restringida a unas pocas prácticas sexuales de cuerpos hegemónicos. Como ya he dicho, la anterior situación es muy desafortunada porque naturaliza las sexualidades cis-heterosexuales y, en el proceso desatiende las necesidades de las infancias y adolescencias LGBTI+; peor aún, al invisibilizar la existencia de dichas infancias y adolescencias termina por asumir que esta población o bien no existe, o no importa, o no merece nuestra atención.

Entrando ya en el caso concreto de las infancias y adolescencias trans, hay retos importantes de los que ni siquiera solemos tener conciencia. Por ejemplo, las personas trans adolescentes que comienzan su vida sexual confrontan riesgos que no tienen sus contrapartes cisgénero; concretamente, el hecho de tener que revelar el que han llevado a cabo una transición de género. No hacerlo puede exponerles a situaciones de violencia potencialmente letal. Pero el revelar a toda persona este hecho, puede resultar igualmente peligroso, en especial en una región como lo es América Latina.

En ese sentido, las familias tienen que inculcar un tipo específico de ESI que esté orientado y pensado para la compleja realidad de las personas trans. No se debe sacrificar el ejercicio de la sexualidad pero tampoco se deben minimizar las violencias que puede generar la transfobia. Lo anterior se traduce en que las personas trans que comienzan su vida sexual requieren información que no debe circunscribirse al ámbito de los derechos sexuales y reproductivos o a la prevención de embarazos no deseados o la transmisión de ITS. Desde luego que estos puntos son importantes, pero es además necesario informarles acerca de un entramado mucho más amplio de derechos que garantizan el reconocimiento de sus identidades y su derecho a la no discriminación y a vivir vidas libres de violencia.

Si bien en un primer momento parece que esto se aleja del terreno de la EIS, yo quisiera enfatizar que no es así. El ejercicio de la sexualidad debe poder realizarse sin miedo y a sabiendas de que ni la discriminación ni la patologización tienen cabida alguna en nuestras sociedades, y eso incluye desde luego a la vida sexual. Es decir, el hecho de ser una persona trans no debe traducirse en asumir que no podremos tener un horizonte afectivo y sexual digno y que, por tanto, debemos tolerar y aceptar prácticas violentas que nos deshumanizan.

En el caso de las infancias y adolescencias esto se traduce en que la EIS puede servir como un andamiaje para ir construyendo relaciones afectivas sólidas. Esto desde luego implica construir espacios en los cuales la autoestima y salud mental y física de dichas personas no se vean vulneradas. Creo yo que, en este sentido, la EIS se vuelve una herramienta fundamental para la construcción de una sociedad más segura y respetuosa con las personas trans.

 

¿Cuál es el trabajo de las instituciones educativas con la(s) familia(s)?

Las instituciones educativas tienen como principal tarea el crear espacios seguros para las infancias y adolescencias trans. Esto desde luego requiere proveer a todo el estudiantado de la información suficiente para eliminar la discriminación causada por el cissexismo y la transfobia. Empero, como puede imaginarse cualquier persona, en las familias se transmiten numerosos sesgos de corte cis-heterosexista. Esto quiere decir que la labor que se lleva a cabo en las escuelas fracasará si hay resistencia u oposición de parte de las familias.

Esto último desafortunadamente es muy común ya que en muchas partes de América Latina son las madres y los padres de familia quienes más se oponen a que sus hijos e hijas reciban una ESI que esté orientada al respeto y valoración de las diversidades sexo-genéricas. En este sentido, la escuela debe volverse un espacio de articulación comunitaria que invite al grueso de familias que ahí confluyen a crear dinámicas de respeto e inclusión.

Esto demanda la concientización de los padres y las madres para que reconozcan que los prejuicios y los actos discriminatorios conducen eventualmente a la erosión de los derechos humanos de las personas trans. Señalar, en ese sentido, que esto dificulta el acceso a los espacios educativos y eventualmente produce situaciones de deserción incrementada e incluso otro tipo de dificultades asociadas al acoso escolar.

No se trata de ninguna manera de obligar a nadie a sostener algún tipo específico de creencia. Pero sí, se busca la construcción de un espacio público seguro, respetuoso e incluyente. Y la construcción de dicho espacio comienza en centros que articulan comunidades y, sin duda, las escuelas son un buen ejemplo de esto.

 

¿Cuáles son los aspectos a considerar para diseñar e implementar políticas públicas sobre este tema?

Sin lugar a dudas, las voces de las familias y las infancias y adolescencias trans. Asimismo, voces de activismos trans que pueden narrar en primera persona los retos y desafíos de ser una persona trans en América Latina. Aunado a lo anterior, los informes que existen en nuestra región y que dan cuenta de los diversos procesos de exclusión y violencia que viven las personas trans en ámbitos como la escuela, la familia, el trabajo, y en otro tipo de escenarios y situaciones como las asociadas a la migración y el trabajo sexual. Hay también que atender a la cada vez más numerosa investigación en este tema. Finalmente, a los aprendizajes que se han tenido en diversos países del mundo.

El objetivo desde luego es que las políticas así diseñadas tengan la función de preservar a las infancias, adolescencias y juventudes, evitando su exclusión, pero también el reintegrar a la sociedad a aquellas personas de cualquier edad que ya han sufrido dicho proceso, y que hoy necesitan de andamios institucionales que les permitan alejarse de la precarización tan exacerbada que vive dicho colectivo.

  

¿Qué experiencias conoce que puedan tomarse como ejemplo?

Desafortunadamente, más allá de Argentina y Uruguay, son todavía pocos los ejemplos exitosos de políticas públicas enfocadas en infancias y adolescencias trans. En México, la asociación civil por las Infancias Transgénero es sin duda un actor que ha impulsado políticas de este tipo. Hasta ahora, dicha asociación ha servido como un nodo articulador tanto para los activismos trans, como para las familias con hijas, hijos e hijes trans. Esta doble capacidad de convocatoria ha permitido incidir con actores políticos varios al participar en diversos foros y mecanismos de gobierno abierto. Pero también ha permitido acercarse a escuelas, colegios y universidades interesadas en crear ambientes seguros para el estudiantado trans. Finalmente, ha permitido que en México los estados de Jalisco y Ciudad de México tengan ya mecanismos fáciles y no patologizantes para el reconocimiento de las identidades de los y las adolescentes trans. Sin embargo, dichos avances legislativos son únicamente en el tema del reconocimiento de la identidad, pero se dejan fuera aspectos varios relacionados con educación y salud.

 

¿Cuáles son los factores que obstaculizan y cuales facilitan el desarrollo de políticas públicas y de prácticas institucionales que consideren a las niñeces, adolescencias y juventudes trans?

Sin duda alguna, uno de los factores que más han obstaculizado el desarrollo de políticas públicas y de prácticas institucionales en favor de las infancias y adolescencias trans es la oposición de diversos grupos que movilizan una batería de pánicos morales que generan resistencias ante dichas políticas y prácticas en el grueso de la sociedad civil. Estos grupos son heterogéneos y se integran por sectores conservadores que provienen de distintas religiones, pero en los últimos años hay también una nueva oposición que ha nacido de resistencias provenientes de sectores históricamente aliados y que de igual manera se funda en pánicos morales pues se construye a las personas trans como una amenaza para la sociedad y los derechos humanos de otros sectores sociales.

Habría que destacar en ese sentido que el avance de la noción de ideología de género ha sido profundamente negativa, pues ha socavado los saberes que históricamente han permitido la despatologización de las vidas trans. Me refiero concretamente al descrédito que hoy en día se fomenta y que tiene como blanco a los estudios de género y sexualidad. Al poner en duda la credibilidad y autoridad epistémica de estos saberes, se busca movilizar una concepción esencialista y biologicista de la sexualidad humana. Este problema desde luego obedece a una geopolítica compleja pues no es una situación que se dé de manera aislada en uno u otro país. Es necesario, por ende, que desde las academias comencemos a estudiar estas dinámicas si eventualmente buscamos contrarrestarlas.

En este sentido, estrategias que han sido exitosas tanto en el desmantelamiento de dichos pánicos morales como en la humanización de las poblaciones trans son aquellas basadas en la generación de actitudes empáticas que permiten de igual modo echar a andar proyectos con agendas transversales que convocan a personas con diversas identidades. Aquí, podríamos hacer eco de propuestas como las de Donna Haraway o Hanna Arendt que hablan de la importancia de imaginar las experiencias ajenas para poder construir un espacio público plural y democrático. Sin la movilización de la empatía es prácticamente imposible desmontar los prejuicios que hoy socavan los derechos de las personas trans.

Adicionalmente, es importante preservar las alianzas que se han creado entre las organizaciones de la sociedad civil, las academias y diversos organismos de derechos humanos tanto nacionales como internacionales. Ha sido esta alianza la que ha posibilitado avances importantes en nuestra región. Desafortunadamente, hoy en día estos tres espacios enfrentan dificultades tanto relacionadas con la financiación como en el ámbito de su credibilidad pues se encuentran bajo un ataque interesado que proviene de sectores que ya hemos mencionado. Habrá, por tanto, que buscar la preservación de estos espacios y su capacidad de trabajar e incidir de manera sinérgica.

Finalmente, aludiendo concretamente a las infancias, adolescencias y juventudes, hay que señalar que la creación de espacios seguros en las familias y las escuelas es la mejor manera de prevenir la basurificación de los cuerpos trans que está claramente vinculada con los crímenes de odio. En ese sentido, apostar por la justicia restaurativa, económica y participativa permite que las personas trans no sean arrojadas a una situación de exclusión y de marginalización. Eso es algo que sin duda creará un nuevo entorno para toda persona trans en nuestra región.