← Boletín 15 - Diciembre 2021

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Boletín digital de Educación Integral en Sexualidad para América Latina y el Caribe

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Hacia un modelo positivo de masculinidad: Una aproximación al problema

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El autor pone de relieve la fuerza con la cual se han ido categorizando los componentes de la dupla dicotómica varón/mujer. Analizando las consecuencias y límites de la misma, propone pensar y construir diversas masculinidades.

Por: Héctor Lamas Rojas, Dr. en Psicología. Sociedad Peruana de Resiliencia. ORCID: Code: 0000-0001-9400-4114, Asociación Mundial de Educadores Infantiles. Revista Científica Comunicar. Miembro Comité Internacional de Revisores Científicos, Indexed in JCR (Q1), Scopus (Q1), Google Scholar (1st top 100), 2020.

Resumen

En nuestra sociedad, al igual que en otras muchas, ocurre un fenómeno que viene a aumentar considerablemente la importancia de la categorización hombre/mujer. Este fenómeno consiste en que los niños y niñas no sólo aprenden una serie de definiciones culturales de la masculinidad y la feminidad, que comprenden un amplio y diverso conjunto de asociaciones ligadas al sexo (como anatomía, función reproductora, división del trabajo y atributos de personalidad), sino que también aprenden, asociándolos con el sexo, rasgos que están metafóricamente o remotamente ligados a él, como pueden ser la angulosidad o redondez de un modelo abstracto. No parece, pues, que haya otra dicotomía en la experiencia humana que aparezca con más entidades asociadas que la distinción varón/hembra. Uno de los planteamientos que a este respecto se ha hecho es que no se pueden crear obstáculos al surgimiento de distintas masculinidades, y que lo más importante es propiciar el desarrollo de varios modelos de masculinidad alternativos no supeditados a un patrón racionalista, exclusivista y antihumano como el que se cuestiona. En el presente artículo desarrollamos una propuesta respecto a la masculinidad.

Introducción

La identidad genérica (o identidad de género), según el Modelo Holónico de la Sexualidad Humana (Rubio.1994), es una especie de marco de ideas, de conceptos que todos tenemos respecto a lo que somos (en tanto hombres y mujeres), a lo que son los demás y a lo que debemos (o deberíamos) ser en función de nuestro sexo: masculino o femenino. Como los seres humanos nos comunicamos con nuestros semejantes, los grupos humanos desarrollan ideas compartidas de lo que es ser hombre y ser mujer y, desde luego, de lo que deben ser, de los que es un mal hombre y una mala mujer. Estas ideas compartidas han llamado la atención de muchos científicos y les han dado el nombre de papeles o roles sexuales. Como vivimos todos en un grupo social desde el momento en que podemos entender lo que quieren los otros (empezando por nuestros padres), nos formamos nuestras propias ideas como resultado de esta suerte de cascada de ideas a partir de lo que el grupo piensa que debe ser el hombre ideal y la mujer ideal. Por esta razón, nuestras diferencias básicas producto de la diferencia biológica, muchas veces terminan teniendo muy poco que ver con lo que al crecer esperamos llegar a ser. El género, termina conformándose muchas veces con ideas que han resultado fatales: las mujeres no deben votar, los hombres deben luchar por su patria, el honor de un hombre debe salvarse con la vida, la mujer virgen es la única valiosa, y muchas otras por el estilo.

Análisis de variables. Modelos de masculinidad

Uno de los planteamientos que a este respecto se ha hecho es que no se pueden crear obstáculos al surgimiento de distintas masculinidades, y que lo más importante es propiciar el desarrollo de varios modelos de masculinidad alternativos no supeditados a un patrón racionalista, exclusivista y antihumano como el que se cuestiona. Dado que el ser humano no puede vivir en un contexto social sin modelos y patrones definidos, que le den orientación y sentido a su vida, se necesita, sin embargo, que los nuevos modelos de masculinidad que surjan o se planteen sean abiertos, plurales, y esencialmente integradores, tanto a nivel intergenérico como a nivel intragenérico.(Boscán, 2008)

Hoy en día se evidencia un cambio en la conciencia y la comprensión de las relaciones de género y de poder, motivado por los desafíos que a nivel mundial ha planteado el movimiento feminista. Un cambio que también es compartido por hombres que se han atrevido a imaginar y vivir su masculinidad en formas no opresivas, ni para ellos mismos ni para otras personas; hombres que, a la vez de reconstruir radicalmente su masculinidad, apoyan explícitamente las demandas de las mujeres.

Son hombres que han aceptado con profundo respeto las experiencias de las mujeres bajo la tiranía del machismo y que se han visto reflejados en esas experiencias al reconocer no sólo su papel de opresores, sino también el sufrimiento y los comportamientos autodestructivos por los que debieron pasar para acceder a la virilidad.

De otro lado, van reconociendo que tienen que participar de manera distinta, ensayando formas compartidas, cercanas, afectivas no sólo como hombres sino como padres (Salguero,2006).

Estos hombres creen en la necesidad de reflexionar juntos y apoyarse mutuamente para superar las heridas causadas en sus vidas por el patriarcado. Pero también reconocen que en nuestras sociedades, dominadas por hombres, la experiencia masculina del dolor viene acompañada de un mecanismo de compensación: la posibilidad de confirmar su poder y dominio sobre quienes no son hombres (las mujeres), quienes todavía no lo son o nunca lo serán (los niños y las niñas) y aquellos que no están conformes con las normas hegemónicas de la sexualidad masculina (los homosexuales).

Es por ello que estos hombres, saben que no basta con ser "buenos" o "tiernos" con las mujeres, las niñas y los niños, que no basta con combatir sólo el sexismo y la violencia masculina, sino que su lucha debe enmarcarse en acciones concretas, positivas y creativas, asumidas con compromiso y determinación, para erradicar todos los patrones de opresión. Es así como también luchan activamente contra la homofobia y el racismo.

Saben que, al actuar con valentía, cuestionar las normas, alzar la voz y hacer públicas sus creencias y emociones, se arriesgan a que los aíslen y los ataquen por considerarlos "raros" y aun homosexuales. Pero son hombres que no han permitido que tales actos y actitudes, producto del temor de los “machos” a perder su poderío, los alejen de su postura y del compromiso de erradicar la opresión en todas sus manifestaciones y se han concentrado en la violencia de los hombres contra las mujeres, la pornografía, la discriminación sexual y las desigualdades de poder por razón de género.

Lo que los hombres hacen y son ocurre, y puede cambiar, en varias áreas. Aunque el terreno de las relaciones sexuales y emocionales -- es decir, la convivencia en pareja, la familia y el hogar -- puede ser el área de práctica más difícil para los hombres, pues es desafiante el que su poder personal sea cuestionado, las formas en que viven y se relacionan con otras personas están abiertas al cambio.

Espacios tales como el trabajo remunerado, los partidos políticos, los sindicatos y otras organizaciones también ofrecen posibilidades para el cambio político contra el patriarcado, ya que en ellos se encuentran múltiples ejemplos de sexismo: la forma en que los hombres dominan los puestos ejecutivos y se aferran a ellos sin dar paso a mujeres tanto o más calificadas que ellos; los métodos de trabajo que excluyen completamente a las mujeres; el acoso sexual; y también la conveniente ceguera ante la condición y las experiencias de las mujeres. Los hombres pueden intervenir en cualquiera de estos espacios.

Sin embargo, el cambio personal y espiritual de los hombres no será suficiente para hacer frente a los problemas de explotación y desigualdad de poder. Su crecimiento individual no conducirá automáticamente a acciones personales o políticas que apoyen la igualdad de género, y hasta podría ser que ayude a los hombres a acomodar las demandas de las mujeres en un patriarcado más sutil y modernizado. Es por ello que las estrategias grupales y colectivas son vitales para desmantelar la opresión.

Conscientes de la necesidad de erradicar la dominación de género, estamos por que se promueva el diálogo por encima de las diferencias, la creación de alianzas y la política de coalición, pues éstos representan espacios alternativos en los que se puede trabajar por la igualdad de género. Así proponen que la estrategia más progresista para los hombres consiste en solidarizarse y crear alianzas con las mujeres, con indígenas, homosexuales y otras consideradas "minorías", siempre bajo el principio del respeto a la diversidad.

Masculinidad y paternidad

Una vez liberados de este lastre, podremos trabajar juntos para hacer más sólidas y solidarias nuestras relaciones, no sólo con las mujeres sino también con otros hombres.

En relación a lo cual, Gallardo, Gómez y Suárez (2006), observan que se destaca que recientes investigaciones cualitativas sobre masculinidad y paternidad realizadas en Latinoamérica, se centran en los significados de la paternidad y su relación con el sistema social sexo-género. En Perú, según precisa Norma Fuller, se reconstruyó significados y prácticas de la paternidad con padres varones de niveles medios y populares, en sectores urbanos y rurales. En Colombia, Viveros (2007) ha investigado los significados atribuidos a la paternidad y su ejercicio en sectores medios y populares. En Venezuela, Mora, Otálora y Recagno-Puente (2005) investigaron los significados asociados al hijo en hombres y mujeres de sectores menos favorecidos. En Chile, Olavarría (2000) ha realizado investigaciones sobre significados de la paternidad con varones que eran padres. En México, Alatorre y Luna (2000) investigaron los significados y prácticas de la paternidad en hombres y mujeres de sectores medios y populares. En Brasil, Fachel (2000) estudió en distintas ciudades las RS sobre sexualidad y reproducción. Estos estudios muestran que en la construcción de la identidad masculina la paternidad emerge como un eje central. Más allá de las diferencias en las prácticas concretas, y si bien no existe una visión única de los significados asociados, el padre se concibe en estas investigaciones como: “… aquel que protege, provee, forma y educa (...) [asimismo, la paternidad] se vive como el momento en que se cierra la etapa juvenil, significa un reordenamiento de la vida del varón y su inserción a un nuevo período en el que obtiene pleno reconocimiento social”. (Gallardo, Gómez y Suárez, 2006).

La pandemia del Covid - 19, además de mostrar nuestro sistema de salud precario ha evidenciado el machismo que impera en el Perú, que es tan grave como esta pandemia, sin embargo no se le ha puesto la atención debida .De esta manera, es indispensable percibir el cómo esta cuarentena, como factor de riesgo ha reforzado los comportamientos machistas y los roles de género de la sociedad peruana, pero también a la vez debería ser una oportunidad para cuestionarnos y deconstruirnos entre nosotros.(Bustillos, 2021)

A manera de conclusión

En la misma línea, en las investigaciones mencionadas, según Fuller (2000), aparece un nuevo mandato moral que se resume en dos grandes demandas: diálogo horizontal entre padres e hijos/hijas y mayor participación del padre en la crianza de los hijos. Sin igualar este mandato a la afirmación de que en el pasado no hayan existido padres cercanos e involucrados en la crianza de sus hijos, sí se señala que los varones de hoy en día se contrastan claramente con un modelo de paternidad más distante y reclaman mayor cercanía.

Referencias

  • Alatorre, J. & Luna, R. (2000). Significados y prácticas de la paternidad en la ciudad de México. En N. Fuller (Ed.), Paternidades en América Latina. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.
  • Boscán, A (2008) Las nuevas masculinidades positivas. Utopía y Praxis Latinoamericana / 13(41) 93 – 106 Revista Internacional de Filosofía Iberoamericana y Teoría Social / ISSN 1315-5216 CESA – FACES – Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela.
  • Bustillos , D.(2021). La pandemia del machismo: Masculinidades en tiempos del COVID-19 . Cátedra Villarreal, 8(2). https://doi.org/10.24039/cv2020821069
  • Fachel, O. (2000). Impasses de la paternidad: La reproducción desde la perspectiva masculina. En N. Fuller (Ed.), Paternidades en América Latina Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.
  • Fuller, N (Ed.)(2000). Paternidades en América Latina . Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial.
  • Gallardo,G, Gómez, E y Suárez, N (2006) Paternidad: Representaciones Sociales en Jóvenes Varones Heterosexuales Universitarios sin Hijos Pontificia Universidad Católica de Chile PSYKHE ,15(2):105-116
  • Mora, L., Otárola, C. & Recagno-Puente, I. (2005). El hombre y la mujer frente al hijo: Diferentes voces sobre su significado. Psykhe, 14 (2)119-132.
  • Olavarría, J. (2000). Ser padre en Santiago de Chile. En N. Fuller (Ed.), Paternidades en América Latina. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.
  • Rubio E. (1994) Introducción al estudio de la sexualidad humana: Conceptos básicos en sexualidad humana. En: Consejo Nacional de Población, "Antología de la Sexualidad Humana". Tomo I. Consejo Nacional de Población- Miguel Ángel Porrúa. México. 110-111.
  • Salguero, M (2006) Feminismo: masculinidad y paternidad TRAMAS 24 • UAM-X • MÉXICO : 41-60.
  • Viveros, M (2007) Teorías feministas y estudios sobre varones y masculinidades. Dilemas y desafíos recientes. La manzana de la discordia. 2(4): 25- 36.

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