← Boletín 15 - Diciembre 2021

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Boletín digital de Educación Integral en Sexualidad para América Latina y el Caribe

Haciendo camino al andar (3)

El psicodrama: una tecnología psicopedagógica de la disidencia

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En el presente trabajo se analizan algunas de las posibilidades del trabajo psicodramático, pensado como una herramienta de intervención desde la disidencia sexual en el ámbito educativo, para evidenciar los juicios hetero-cis-normativos en las construcciones subjetivas. La autora nos lleva a interpelar las posibilidades que presenta el psicodrama como una tecnología psicopedagógica de la disidencia, del “desacato”, habilitando ejercicios psicopedagógicos micropolíticos para el autocuidado y el cuidado de les otres.

Por: Lucía Gimena Manusovich. Área Diversidad Sexual y Géneros. Dirección de fortalecimiento institucional. Secretaría de inclusión social. Ministerio de Desarrollo Social de la Nación Argentina.

"El psicodrama: una tecnología psicopedagógica de la disidencia"
Resumen

En el siguiente trabajo analizaremos algunas de las posibilidades que presenta el trabajo psicodramático como una herramienta de intervención desde la disidencia sexual en el ámbito educativo. En primer lugar, situaremos tanto al psicodrama y a la psicopedagogía como disciplinas que trabajan desde los márgenes de legitimidad de sus campos académicos. Posteriormente, pensaremos a la práctica psicodramática como una herramienta genealógica para evidenciar los juicios hetero-cis-normativos en las construcciones subjetivas. Finalmente, nos preguntaremos acerca de las posibilidades que presenta el psicodrama como una tecnología psicopedagógica de la disidencia, enmarcada en la Ley de Educación Sexual Integral.

Palabras Clave: psicodrama – disidencias –pedagogía – ESI – psicopedagogía – queer

El psicodrama como una herramienta genealógica de las subjetividades

Para la psicopedagogía crítica, poner en juego el saber implica ejercer la potencia creadora. La psicopedagoga Alicia Fernández dice: “El aprendizaje se dramatiza en el cuerpo, a partir de la experiencia de placer por la autoría: ser autor del acto de enseñar y aprender”. (2007:39). Tanto la psicopedagogía como el psicodrama buscan dar un espacio para el reconocimiento de aquellas ficciones que significaron el posicionamiento subjetivo del individuo: la primera se ocupará de desentramarlas para así reconectarlo con sus posibilidades de aprendizaje, y el segundo posibilitará un espacio dramático para reconectarlo con sus propias escenas y volver múltiple lo monolítico de sus significaciones. En ambas labores, es imprescindible la exploración de su historia, no como una búsqueda lineal de un origen verdadero, sino como fuente narrativa de los posicionamientos que fueron posibilitando tanto la agencia como la normativización del deseo. La intersección entre la psicopedagogía, el psicodrama y la crítica desde las disidencias sexuales, encuentra su potencia transformadora en la desobediencia del mandato dominante.

Régimen hetero-cis-normativo

El régimen hetero-cis-normativo es una matriz biopolítica de control de las corporalidades, las identidades, deseos, prácticas y relaciones. En este sentido, no sólo las posibilidades de aprendizaje de las personas, sino el desarrollo de sus vidas y vínculos están relacionados con la problemática de la construcción de la moral hetero-cis-patriarcal, (es decir, este sistema que instaura la heterosexualidad y las identidades “no trans” como “normales” y “adecuadas”), ya que los aprendizajes, en términos generales y en particular los escolares, fueron construidos en base a lógicas que esencializaron las construcciones sexo-genéricas, no reconociendo a ciertos individuos como sujetos. Siguiendo a Judith Butler, esta posibilidad de ser reconocibles se relaciona con las condiciones históricamente articuladas en un ideal normativo.

En este sentido, no sólo las posibilidades de aprendizaje de las personas, sino el desarrollo de sus vidas y vínculos están relacionados con la problemática de la construcción de la moral hetero-cis-patriarcal, (es decir, este sistema que instaura la heterosexualidad y las identidades “no trans” como “normales” y “adecuadas”), ya que los aprendizajes, en términos generales y en particular los escolares, fueron construidos en base a lógicas que esencializaron las construcciones sexo-genéricas, no reconociendo a ciertos individuos como sujetos. Según Judith Butler, los sujetos se constituyen mediante normas que en su reiteración producen y cambian los términos por los cuales se reconocen. Esta posibilidad de ser reconocibles se relaciona con las condiciones históricamente articuladas en un ideal normativo.

¿Qué hacemos les profesionales de la educación ante esta asignación diferencial de reconocimiento que sin dudas repercute en el desarrollo de los aprendizajes? La sexualidad se constituye como una vía de paso para las relaciones de poder. En la escuela, históricamente los discursos sobre la sexualidad se reflejaron en las pedagogías normativas, en las filas, en la disposición de los baños, en la enseñanza biologicista de los procesos relacionados con la procreación, la prevención de infecciones de transmisión sexual, siempre desde perspectivas heterosexualizadas. A partir de la ley de Educación Sexual Integral (ESI) se ha posibilitado un abordaje transversal e integral en relación a las sexualidades. Se ha dado paso a un conjunto de herramientas para pensar no sólo en el conocimiento del cuerpo y sus procesos, sino también en la afectividad, la diversidad, los derechos, el cuidado del cuerpo, la salud, reconociendo la perspectiva de género y las condiciones socioculturales del contexto. En especial, a partir de la ESI se ha desarrollado una perspectiva superadora de las lógicas modernas que escindían el cuerpo de la mente. En cambio, se revalorizaron los afectos, el valor del cuerpo y la sexualidad en los procesos de aprendizaje.

Es desde este marco, y desde el lugar de la psicopedagogía, que se considera imprescindible diseñar nuevas herramientas para intervenir en los ámbitos educativos, para dilucidar los discursos morales hetero-cis-normativos que demarcan la jerarquización de los cuerpos, los géneros y los deseos, y obstaculizan el desarrollo de infancias y adolescencias libres de violencia y discriminación. En el siguiente apartado, se presentarán las técnicas psicodramáticas como una tecnología del desacato, que posibilite un ejercicio psicopedagógico micropolítico para el autocuidado y el cuidado de les otres.

El psicodrama como una tecnología de la resistencia
"Experiencia psicodramática realizada en el Club Atlético Lanús para 150 jóvenes, 2021, Argentina"

El marco jurídico argentino actual relacionado con los derechos sexuales, educativos, civiles, e identitarios (ley de ESI, ley de Matrimonio Igualitario, de Identidad de género, de Inclusión laboral travesti-trans, el DNU para el registro de personas no binarias) es importante pero no suficiente para que les profesionales de la educación desarrollen prácticas destinadas a desmontar el régimen hetero-cis-normativo, racista, clasista, capacitista, adultocéntrico y colonial. Es necesario construir nuevos dispositivos que sirvan para deconstruir las “verdades naturalizadas” acerca de las sexualidades y las relaciones de poder que estas conllevan.

Si bien las lógicas de poder que se infiltran en el sexo controlan y modifican los procesos de la vida se torna urgente pensar en la posibilidad de generación de tecnologías que interpelen a las dominantes, con el objetivo de aminorar al menos, los efectos corrosivos de los sistemas de opresión. En términos de Teresa de Lauretis: “los términos de una construcción diferente de género también subsisten en los márgenes de los discursos hegemónicos. Ubicados desde afuera del contrato social heterosexual e inscriptos en las prácticas micropolíticas, estos términos pueden tener también una parte en la construcción del género, y sus efectos están más bien en el nivel ‘local’ de las resistencias, en la subjetividad y en la auto-representación.” (1989, p.25).

En lo referente al ámbito educativo, es necesario que les profesionales de la educación cuenten con una formación que interpele las construcciones ficcionales de la sexualidad, y puedan acceder, no sólo a la información que brindan los instrumentos legales o los programas de implementación de las leyes, sino a nuevas tecnologías de la disidencia para que las intervenciones psicopedagógicas funcionen como transformaciones micropolíticas. En estos términos, cabe preguntarnos si podemos pensar al psicodrama, como una tecnología psicopedagógica de la disidencia, ya que opera a partir y a través de las corporalidades.

El psicodrama es un procedimiento, generalmente grupal que utiliza técnicas dramáticas como medio expresivo, de exploración, de comunicación. Eduardo Tato Pavlovsky define la dramatización como “la representación de escenas significativas para el paciente, a la manera de un teatro cuyo argumento suele ser proporcionado por él y en el que interviene como actor. El protagonista juega su papel como si se tratase de un hecho real. Las escenas pueden hacer referencia a sucesos pasados, presentes, a expectativas futuras del o de los pacientes que, en general, implican conflictos”. (1975:15)

El trabajo con escenas, es el primer elemento para pensar en una micropolítica de desarticulación de las lógicas normativas. Desde una perspectiva psicopedagógica jugar con las escenas, multiplicarlas, desmontarlas, despertarlas en fin, posibilitar espacios psicodramáticos que resignifiquen las escenas significativas nos conducirá a un reconocimiento de los artificios del poder que revelará el cuidado de sí, y por lo tanto de les otres.

Los aportes desarrollados en este escrito contribuyen a pensar, por un lado, en políticas de la disidencia desde los márgenes mismos de los campos disciplinares psicoeducativos, pero por otro, en la potencia de infiltrar los espacios e instituciones históricamente normativizantes y hegemónicos. Necesitamos construir tecnologías psicopedagógicas y docentes desobedientes y disruptivas; instrumentos que rescaten las experiencias grupales situadas, que cobren valor desde lo colectivo y sirvan para evidenciar las ficciones socio-históricas naturalizadas en relación a las sexualidades. La potencialidad del psicodrama como una tecnología que posibilite actuar desde los márgenes, con lenguajes grupales que interrumpan las estructuras normativas biopolíticas, radica en su capacidad transformadora y en la evidente necesidad de la construcción de lazos entre sus posibilidades prácticas, y la vasta producción de sustentos teóricos críticos, disidentes y situados.

Bibliografía

  • Butler, J. Lenguaje, poder e identidad. Editorial Síntesis, 1997
  • Butler, J., “ Prefacio” en Marcos de guerra. Las vidas lloradas, México, Paidós, 2010
  • De Lauretis, Teresa, “La tecnología del género”, en Technologies of gender. Essays on Theory, Film and Fiction, Londres, Macmillan Press, , pp. 1-30 (6-34). 1989
  • Deleuze, Gilles y Guattari, Félix Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, trad. J. Vázquez Pérez. Valencia: Pre-Textos. 2006 [1980].
  • Fernández, A. “ Poner en juego el saber” 1° ed 3° reimp. Buenos Aires, Nueva visión, 2007.
  • flores, v., desmontar la lengua del mandato, criar la lengua del desacato. Diálogo transfronterizo con Tomás Heríquez Murgas y Jorge Díaz Fuentes, Chile, Ediciones del Colectivo Utópico de la Disidencia Sexual, 2014
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  • Pavlovsky, E. Psicodrama en Clínica Grupal Ediciones Búsqueda 1975
  • Pavlovsky, M.C. “Clínica grupal con psicodrama. Ética y estética”, Tahiel ediciones 2020
  • Preciado, P., “¿Qué es la contra-sexualidad?” en Manifiesto contrasexual, trad. J. Díaz y C. Meloni, Barcelona, Anagrama 2002
  • Páginas de internet consultadas:
  • Fernández, A. “El por qué, el por qué y el cómo de la insistencia de la pregunta: ¿Qué es la Psicopedagogía?” en http://www.epsiba.com/materiales/texto/699

Contacto: lumanusovich@hotmail.com

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