IV Conferencia: Migración venezolana y acceso al mercado de trabajo
La conferencia “Migración venezolana y acceso al mercado de trabajo”, con formato híbrido, tuvo lugar el 7 de agosto en la sede de FLACSO Argentina. Contó con la participación de destacados/as investigadores/as, funcionarias públicas, representantes de organizaciones de la sociedad civil y estudiantes, en el marco del Ciclo de conferencias IICSAL por los 40 años de democracia: “Migración venezolana y acceso a derechos”.
El foco del encuentro fue promover un diálogo sobre el acceso al mercado de trabajo de las personas migrantes en Argentina, con un particular enfoque en el caso de la migración venezolana. Las palabras de apertura estuvieron a cargo de Laura Golbert y Fernando Fischman, vicedirectora e investigador del IICSAL, respectivamente, los cuales situaron el ciclo del cual formó parte esta conferencia en el marco del Proyecto de Unidad Ejecutora (PUE) “Movilidades regionales contemporáneas. Políticas públicas y acceso a derechos de ciudadanía. Un estudio comparado sobre la diáspora venezolana en Chile y Argentina (2015-hoy)”. Luego, ya en su rol de moderador de la mesa, Fernando Fischman dio lugar a las ponencias de los/as distintos/as expositores/as, comenzando por aquellas sobre temáticas más generales para luego dar paso a las temáticas más específicas.
El panel contó con las exposiciones de Luis Beccaria (FLACSO/UBA/UNGS), Gladys Baer (Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación), Julieta Casó Besada (Observatorio de la Diáspora Venezolana/Guáramo Ecosistema Migrante) y Ana Inés Mallimaci Barral (CEIL-CONICET/UNAJ).
Los/as expertos/as conversaron sobre temas vinculados a la migración y el acceso al mercado de trabajo, en ese sentido, compartimos algunos ejes del diálogo.
Luis Beccaria ofreció un pantallazo general del mercado laboral en Argentina en los últimos 40 años, señalando el quiebre ocurrido a partir de mediados de los años setenta, señalando la inestabilidad y el crecimiento lento en los siguientes 15-20 años, el período de crecimiento desde principios de los 2000 hasta fines de la primera década alrededor de 2010-2012 y el subsiguiente estancamiento, lo cual —mencionó— denota una situación macroeconómica muy complicada. Subrayó que el principal problema del mercado de trabajo en Argentina, como en otros países de América Latina, es la alta tasa de informalidad, la cual consiste en un peso importante y un crecimiento de los asalariados que no están cubiertos por la seguridad social y por la normativa laboral, como también de los trabajadores por cuenta propia. Señaló que, por lo tanto, en el contexto argentino, las dificultades laborales hay que mirarlas más en la alta tasa de informalidad que en la tasa abierta de desempleo. Indicó también que dentro de los trabajadores informales hay una gran heterogeneidad, algunos en condiciones muy precarias e inestables, lo cual demuestra la incapacidad que ha tenido el mercado de trabajo argentino de generar puestos de trabajo formales y de calidad. También indicó que ha cambiado el carácter del trabajo no asalariado, siendo mucho más precario hoy que a mediados de los años setenta, prevaleciendo hoy en día las ocupaciones más precarias, de menores recursos, más inestables y de menor duración. Señaló que la incapacidad del mercado de trabajo de generar puestos de trabajo suficientes pone presión sobre los trabajadores con menor nivel educativo, dado que tienen que competir por puestos de trabajo con personas de similar nivel educativo y también con personas de mayor nivel educativo, que si no encuentran trabajo presionan hacia puestos de menor nivel educativo. También indicó que ha habido un aumento de la pobreza y que la misma no está asociada al desempleo o a la falta de ingresos, sino que es una pobreza de los trabajadores pobres que se ha exacerbado, que el mercado de trabajo no es capaz de absorber en términos de ocupaciones medianamente generadoras de ingresos razonables. Asimismo compartió algunas estadísticas: menos del 50% de los trabajadores en Argentina son trabajadores formales cubiertos por la normativa laboral, 20% de los trabajadores formales son miembros de hogares pobres y 40% de todos los trabajadores pertenecen a hogares pobres. A su vez, señaló que todo esto se da en un contexto institucional con la tasa de sindicalización más alta de América Latina, en donde el movimiento obrero tiene una capacidad de presión importante, lo cual es una característica particular del mercado de trabajo argentino, como también se da en un contexto donde hay un sistema regulatorio del trabajo formal bastante protectorio, el cual como en otros contextos, se encuentra bajo la presión de la flexibilización.
Por su parte, Gladys Baer expuso sobre las tendencias de migración laboral en el Gran Buenos Aires (GBA), enfocándose en las características de su inserción laboral y en los problemas que atraviesan y afrontan los/as trabajadores migrantes sudamericanos, por medio de la presentación de estadísticas procesadas de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Indicó también que, según el Registro Nacional de las Personas (RENAPER), hay 3 millones de personas extranjeras residiendo en la Argentina, que de ellos el 86% son sudamericanos y que el 67% de esta población migrante reside en el GBA. También señaló que, según estimaciones basadas en la EPH, habría 1.290.000 migrantes sudamericanos en el GBA, de los cuales alrededor de 818.000 se encontrarían en la población económicamente activa y 472.000 se encontrarían en la población económicamente inactiva. De ellos habría también 772.000 ocupados de los cuales 726.000 se encontrarían en el sector privado. Habría también 466.000 asalariados, 186.000 registrados y 189.000 no registrados, habiendo un número muy importante de trabajadores migrantes en situación no registrada y siendo más del 30% de los ocupados trabajadores por cuenta propia. También indicó que los migrantes sudamericanos se concentran en las edades económicas centrales, lo cual es indicativo de que los migrantes vienen a la Argentina a trabajar. También indicó que el 6,4% de la población del GBA es migrante. A su vez, señaló que la tasa de actividad de los migrantes sudamericanos es del 68,3% y su tasa de empleo es del 65,1%, siendo una población que llega y se incorpora al mercado de trabajo. Al mismo tiempo, indicó que la tasa de actividad de los hombres migrantes sudamericanos es del 82,3%, mientras que la tasa de actividad de las mujeres migrantes sudamericanas es del 56,4% y que la tasa de empleo de los varones migrantes sudamericanos es del 78,9% mientras que la tasa de empleo de las mujeres migrantes sudamericanas es del 53,4%. Subrayó además la baja tasa de desocupación y subocupación de los migrantes sudamericanos, siendo 4,6% y 8,9%, respectivamente. Al presentar estos datos disgregados por sexo, señaló que el 4,1% de los varones migrantes sudamericanos y el 5,2% de las mujeres migrantes sudamericanas se encuentran desocupados/as, mientras que el 4% de los varones migrantes sudamericanos y el 14,9% de las mujeres migrantes sudamericanas se encuentran subocupados/as. También, señaló que el 51,1% de los migrantes sudamericanos tienen empleos informales y que, al disgregar esta información por sexo, las estadísticas indican que un 52,4% de los varones migrantes sudamericano y el 49,5% de las mujeres migrantes sudamericanas tienen empleos informales, siendo la informalidad el principal problema que afrontan los/as trabajadores/as migrantes. También indicó que un estudio reciente mostraba que más del 80% de los migrantes sudamericanos ocupados tenían la documentación, resaltando que la problemática en Argentina no tiene que ver con una ausencia de documentación migratoria, sino con aspectos del mercado de trabajo argentino. También, mencionó que las principales ramas de actividad en las que se insertan los/as migrantes son la industria textil, confecciones y calzado (8,7%), la construcción (13,2%), el comercio (19,1%) y el trabajo en casas particulares (12,4%), ocupando conjuntamente al 53% de los/as migrantes sudamericanos/as. Al disgregar las ramas de actividad según sexo, indicó que el porcentaje de varones migrantes sudamericanos en el sector de la construcción sube a un 23,3% y baja a un 9,8% en la industria textil, confecciones y calzado, mientras que el porcentaje de mujeres migrantes sudamericanas en el trabajo en casas particulares sube a un 27,6% y a un 22,7% en el comercio. También, señaló que el 65,5% de los migrantes son obreros o empleados, mientras que el 29,5% trabaja por cuenta propia. En términos del nivel educativo, señaló que el 40,3% de los ocupados migrantes tiene la secundaria incompleta, mientras que el 37,7% tiene la secundaria completa o el nivel terciario/universitario incompleto y el 22,1% tiene el nivel terciario o universitario completo. Al mismo tiempo, resaltó que un 55,8% tienen empleos con calificación operativa, mientras que el 22,2% tienen empleos sin calificación y el 9,6% tienen empleos con calificaciones profesionales. Según la expositora, todos estos datos demuestran que la migración sudamericana en el GBA se trata de una migración de carácter laboral, con altas tasas de actividad y empleo y baja desocupación y subocupación, tanto para los hombres como para las mujeres migrantes. Al mismo tiempo, esta alta actividad laboral se da en condiciones precarias y de informalidad, concentrándose en pocas ramas de actividad.
Por su lado, Julieta Casó Besada se explayó sobre la inserción laboral de los migrantes venezolanos basándose en los resultados de diferentes estudios sociológicos. Subrayó que un gran porcentaje de los migrantes venezolanos no se inserta en el área profesional en la que se formó. También, compartió que un primer estudio sociológico realizado por ella mostró que el 82% de los migrantes venezolanos residía en CABA, pero que de ese 82% un 62% no se encontraba trabajando en el área en la que se había formado. Compartió luego los resultados de un proyecto de relocalización de migrantes venezolanos en provincias del interior del país donde hubiese vacancias laborales: mientras que el 85% de los encuestados había afirmado estar dispuesto a mudarse si encontraba una mejor posibilidad laboral, ninguno estuvo luego dispuesto a hacerlo inmediatamente una vez que la posibilidad se presentó. Compartió que, mediante entrevistas con los participantes del estudio, pudieron descubrir que la migración interna pesaba más para los migrantes que no estar trabajando en su área de formación. Un dato importante que compartió es que los encuestados habían llegado en 2018-2019, que luego se desató la pandemia, generando una sensación de incertidumbre en la comunidad, lo cual explicaba la reticencia hacia cambiar de trabajo y de localidad. Indicó que esto se evidenció sobre todo con los migrantes que habían migrado con sus familias, más que con aquellos que habían migrado solos. También, señaló que la intención de los migrantes venezolanos de insertarse en áreas más o menos alejadas de su profesión estaban directamente relacionadas con el año de llegada: a menor tiempo en el país, más estaban predispuestos a insertarse en áreas alejadas de su profesión y viceversa. Compartió que al llegar y en el primer año, la respuesta de la mayoría era que estaban dispuestos a trabajar de lo que sea; del segundo al cuarto año, la respuesta predominante era que no estaban dispuestos a trabajar de cualquier cosa, sino que querían crecer; del quinto año en adelante, la visión era querer proyectarse al futuro profesional. También, señaló que la inserción laboral variaba también según la edad, el género, la conformación familiar, la profesión u oficio, la posibilidad de formarse, la posibilidad de emprender y la integración al país. Destacó también la importancia de tener en cuenta los factores socioemocionales en la inserción laboral de los migrantes venezolanos, tales como ver al trabajo no solo como una fuente de ingreso sino como una forma de desarrollo personal y de integración. Indicó también que la recepción de los migrantes venezolanos no ha sido igual en todos los países de la región. Señaló la importancia de desarmar el prejuicio de que los migrantes vienen a quitarle los puestos de trabajo a los nacionales, enfatizando que los migrantes tienen mucho que dar y que para eso se necesita un tiempo para conocerse entre la sociedad receptora y los migrantes venezolanos que llegan con una situación particular.
Por su parte, Ana Inés Mallimaci Barral compartió los resultados de entrevistas con trabajadores y trabajadoras venezolanos/as de la salud, específicamente, enfermeros y enfermeras y médicos y médicas, en el marco de una investigación que se desarrolló en distintas ciudades de América Latina en el 2018 a partir del análisis de trayectorias. Compartió que en ese momento se observó la emergencia de nuevos corredores migratorios que visibilizaba la migración venezolana hacia la Argentina y la distinción del perfil de la migración venezolana a diferencia de otros grupos poblacionales. También mencionó cómo en ese entonces no se divisaban problemas en el acceso al mundo del trabajo, sino en el tipo de empleo al que se accedía. Compartió que en ese momento se observaban trabajos de llegada de los/as migrantes venezolanos, entre los que se encontraban los trabajos de plataformas, comercio informal y para las mujeres la relevancia del trabajo de cuidados. Mencionó que en ese entonces se pudo observar un proceso de desclasamiento que atraviesa a la población migrante venezolana cuando llega a la Argentina, el cual comienza en origen, a diferencia de lo que sucede con otras poblaciones migrantes paras las cuales el desclasamiento es un producto directo de la migración: para los migrantes venezolanos era una experiencia social que ya percibían en su país de origen. La expositora compartió otra cuestión distintiva que se vio en el 2018: la importancia de los cuidados y las remesas hacia la generación anterior, es decir, hacia los padres y madres que se habían quedado en Venezuela y en algunos casos la relevancia de las estrategias de reunificación para esos padres y madres que estaban en Venezuela. Indicó también que de ese grupo que había sido entrevistado en 2018, fueron vueltos a entrevistar en 2021 algunos trabajadores/as de la salud para indagar sobre qué había sucedido con el contexto de la pandemia. Indicó también que a nivel global se señala el éxodo de trabajadores/as de la salud, suele pensarse este tipo de migración como migración calificada y en Argentina el tema de la migración calificada se visibiliza a partir de la migración venezolana que marca nuevas dinámicas migratorias: a las problemáticas migrantes clásicas, se les sumaban las problemáticas de convalidación y homologación de títulos. Indicó que las primeras semanas después de la llegada los entrevistados indicaron que trabajaban donde podían, sobre todo en empleos de llegada. También mencionó que muchos y muchas ya estaban conectados con organizaciones que se nuclean alrededor de ciertas profesiones, como las organizaciones de médicos/as y de enfermeros/as, y que estas redes y cadenas migratorias y contactos previos a veces hace que se pueda acceder de manera más rápida a puestos vinculados con su profesión. Indicó que, al mismo tiempo, al no tener matrícula ni título convalidado, las opciones se reducen, entonces hay toda una etapa del acceso del mundo del trabajo en la que los y las migrantes esperan la convalidación u homologación. Esa espera es, además, una espera vital y son entonces esperas que fragilizan dado que son como un paréntesis o “como un modo de estar en el mundo esperando”. También señaló que mientras esperan la convalidación u homologación de sus títulos, los migrantes siguen trabajando en empleos de llegada y otros acceden al sector de salud, sobre todo en instituciones privadas, con contratos precarios y temporales, en los puestos menos deseados (tales como emergencias, empresas a domicilio, ciertas guardias, estando mal pagos y sin protección. También señaló que, en el contexto de la pandemia, la emergencia sanitaria autorizó temporaria y excepcionalmente la contratación y ejercicio de profesionales de la salud cuyo título no estuviera revalidado o habilitado en el país e indicó que, en el caso de los trabajadores de la salud, si bien el contexto pandémico limitó muchos de sus proyectos, al mismo tiempo significó para muchos y muchas una oportunidad de ingresar al sistema de salud. Al mismo tiempo, señaló que las entrevistas con migrantes trabajadores de la salud mostraron que ese ingreso se daba asumiendo grandes riesgos, dado que los/as que accedieron a esos puestos de salud accedieron a las primeras líneas de atención del COVID-19, con contratados temporales con poca previsibilidad, pocas garantías laborales y escaso reconocimiento. La expositora se centró luego en la biografía de una médica pediatra que fue entrevistada en múltiples oportunidades entre 2018 y 2021, cuya trayectoria, según la expositora, visibiliza la alta movilidad de trabajadores y trabajadoras venezolanos/as con ciertas calificaciones, la distancia enorme entre una migración inicial vivida como una migración excepcional a la movilidad como un eje central de sus estrategias, la problemática de los trabajadores llamados calificados que también se ven afectados por precarizaciones múltiples quienes, sin embargo, a diferencia de otros colectivos, la permanencia permite mejorar las condiciones de vida, los cuidados como dimensión central para ser resuelta a la hora de pensar el mundo del trabajo, especialmente las mujeres, y cómo las experiencias de estas/os trabajadoras/es están menos atravesados por el estigma de lo que pasa con otras poblaciones migrantes. Señaló que, aunque en el mundo médico existe cierta desvalorización de los saberes profesionales por parte de los pares, es un estigma o desvalorización que no se revalida con los/as pacientes y la sociedad en general.
Para finalizar, se realizó una ronda de preguntas y comentarios de los asistentes que fueron respondidas por los/as expositores/as y luego se cerró la conferencia con los comentarios finales de los mismos.
Para conocer en profundidad lo expuesto las/os invitamos a mirar el video: https://www.youtube.com/watch?v=09qlsBFIXhA.
Instituto de Investigaciones Sociales de América Latina
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