La pandemiología
La pandemiología: cómo pensar la relación educación y trabajo en tiempos del coronavirus.
La Dra. Agustina Corica, coordinadora académica del Programa Juventud, comparte una reflexión acerca de la relación entre los jóvenes, la educación y el trabajo, ante una situación tan compleja como lo es una cuarentena.
En la actualidad existe consenso respecto a que luego de las transformaciones sociales vinculadas con la crisis del empleo, de la sociedad salarial y de las instituciones, las trayectorias educativas y laborales perdieron el carácter lineal. En este sentido, cada vez es más difícil predecir con suficiente certeza el futuro a partir del origen familiar, como sucedía en la sociedad industrial, pero tampoco el capital humano parecería estar funcionando como predictor de la posición en la estructura social (Gil Calvo, 2002, 2009). Es por eso que estudios recientes mencionan que cada vez menos los jóvenes realizan trayectorias de inserción lineales y cada vez más las inserciones laborales adquieren diversos itinerarios que muchos de ellos son de carácter precarios y cambiantes (Casal et al, 2006; Miranda y Corica, 2018). Por otro lado, como consecuencia de los cambios tecnológicos, se han dado cambios significativos en la organización de la producción y del trabajo. Estos conllevan nuevos requerimientos de competencias, a veces difícilmente adquiridas a través de la educación formal y, sobre todo, una gran inestabilidad e incertidumbre acerca de las competencias, saberes y habilidad requeridos en el mediano y largo plazo. Paralelamente, se destaca los procesos de devaluación de las credenciales educativas adquiridas en el sistema de educación formal, a pesar de que continúan siendo importantes para acceder al mercado de trabajo, ya no garantizan el acceso a mejores empleos (Coll, 2011).
En relación con esto, algunos estudios destacan que existe una disminución del efecto de los diplomas en el requerimiento de los puestos laborales disponibles. Otros señalan que más allá de que la educación ya no garantiza los puestos de trabajo según el diploma escolar obtenido, la educación sigue siendo indispensable, en donde la posibilidad de oportunidades se encuentra íntimamente vinculada con las credenciales, sea como limitante o bien como marco para la competencia (Baudelot y Leclerc, 2008). Es decir, las certificaciones educativas siguen siendo relevantes, pero no suficientes (Filmus, 2001). En este marco de situación, la competencia entre titulaciones hace que se desdibuje el peso de la educación como igualadora de las oportunidades laborales. Investigaciones recientes sobre la inserción laboral juvenil han evidenciado que, si bien el problema del desempleo y precariedad juvenil es de magnitud relevante, la causa de ello se encuentra más asociada al propio mercado de trabajo y a la estructura social (Weller, 2003).
Bla, bla bla…rebobinando, escribía un artículo sobre educación y trabajo y me di cuenta de que estábamos en una situación que ameritaba repensar esto. Cómo seguir escribiendo #QuedandomeEnCasa sin pensar en la realidad que nos atraviesa afuera, o adentro (como más les guste llamarlo). En este marco pensaba entonces cuáles son las oportunidades laborales futuras, o actuales que tienen los jóvenes en este mundo (o nuevo mundo). Se va clarificando que hay trabajos que llegaron para mayor demanda y profesionalización (médicos, enfermeros y personal de salud) pero también hay otros que tiene que ser revalorizados como son los trabajos de cuidado. Sí esos que ahora se requieren y justo son los que escasean, algo que ya lo veníamos percibiendo. Digo cuantos estudios hablaban de que las poblaciones europeas -y también porque no de los continentes latinos, americano y asiáticos – se estaban envejeciendo y requería o iban a requerir más demanda de estos trabajos, los de los cuidados. Como dice Alain Touraine[1]: “esta crisis va a empujar hacia arriba a los cuidadores”.
Pero también esta pandemia me hace pensar en cuales son los trabajos indispensables (ya no pensar en el futuro del trabajo o los trabajos futuros) y son -podríamos decir nunca deberían faltar- lo de los sectores alimentarios y servicios. Así como las formas de trabajar: el teletrabajo ahora es furor y las nuevas tecnologías sostienen las clases a la distancia (como se puede, puede fallar, digo Internet). Y claro que también el transporte es fundamental, pero también peligroso, ¿no? Es lo que nos dicen el lugar de mayor contagio.
También pensaba ¿y los trabajadores del sector informal?, ahí sí que va a ser relevante las decisiones estatales porque serán fundamentales.
¿Y la industria? En qué lugar dejamos a las Pymes, las medianas y familiares empresas que también aguantan y se sostienen -como pueden- en este contexto tan endeble. Los productores de fabricación de ciertos productos médicos y farmacéuticos, claro que están en la primera línea ahora, pero ¿el resto? Entonces ¿cómo pensar el mundo del trabajo en este contexto? ¿Qué habilidades y/o conocimientos necesitamos o son indispensables para el mundo de hoy? Eso es lo que me pregunto, habilidades tecnológicas seguro que sí, ¿habilidades humanitarias? Bueno podríamos decir que también, pero ¿cómo se aprenden?
Ahora bien, nos deja otra moraleja o cuestión para pensar esta pandemia: ¿dónde queda lo individual? O ¿dónde debería quedar? De lo que tanto describíamos o decíamos en los estudios de juventud sobre las decisiones o elecciones de los y las jóvenes como cuestiones individuales. Ahora eso está puesto en cuestión, cuán poco hablamos de lo colectivo. Qué lugar va a ocupar lo colectivo en el día después de que pase la cuarentena y/o se muera el bicho (o Coronavirus como se dice). Acá si tiene mucho peso lo social -y claro que lo colectivo- en hacer que este día después de la cuarentena sea un éxito. Ya lo dice Byung Chul Han filósofo surcoreano en un artículo periodístico[2]: “Cada ciudadano debe ser evaluado consecuentemente en su conducta social”. El comportamiento social va a ser fundamental para que salgamos de forma exitosa de esto.
Por último, este momento nos hace pensar que muchas veces la correspondencia entre la educación y el trabajo van de la mano del contexto, y claro está que el contexto si mueve estructuras y/o desestructura nuestros pensamientos, pero también nuestros planes, trayectorias y proyectos de vida. Pero hay algo que si nos salva (o así lo están intentando) son las decisiones de nuestros gobernantes, ¿qué seríamos si no los tuviéramos? Estaríamos como el Leviatán todos contra todos y así a la deriva creo que ya no habría proyecto, ni ideas, ni esperanza. Así que pienso nuevamente el contexto es fundamental para repensar los conceptos teóricos, pero algo sí que nos salva son las políticas públicas (o decisiones estatales) que hacen el camino posible de ser transitable.
[1]https://elpais-com.cdn.ampproject.org/c/s/elpais.com/ideas/2020-03-28/alain-touraine-esta-crisis-va-a-empujar-hacia-arriba-a-los-cuidadores.html?outputType=amp
[2]https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html