Artículo del mes – El cuerpo y el género en acción
El cuerpo y el género en acción. Experiencias y reflexiones sobre la inmersión cultural de estudiantes internacionales.
Karina Felitti (CONICET/IIEGE) y Andrea Rizzotti (AEL-FLACSO/CIEE)
1.IntroduciónEn toda sociedad el contexto social y cultural conforma el cuerpo de maneras específicas, otorgándole sentidos y contenidos que son resultado de construcciones sociales e históricas, y que por ello mismo no son neutros ni neutrales. Como sostiene Michael Foucault en la Microfísica del Poder, en el cuerpo se plasma la marca, se expresa el poder. El cuerpo es el territorio donde se inscribe la cultura, la clase social, la etnicidad, el modo de estar y sobre todo el género. Dentro de estos constructos, el género y la sexualidad, expresados en el cuerpo como lo visible, atribuyen sentidos a las prácticas individuales y sociales que son reconocidas y al mismo tiempo reproducidas por los sujetos. |
Ahora bien, ¿qué sucede con nuestros cuerpos, géneros, sexualidades, cuando salimos de nuestros contextos culturales y nos desplazamos hacia nuevos códigos socio-culturales? Este artículo reflexiona sobre el lugar del cuerpo, el género y las sexualidades en las experiencias de educación internacional, y los desafíos que presenta la traducción de ciertos sentidos y prácticas ante el cambio de contexto cultural. Entre el año 2008 y el primer semestre de 2013, se relevaron y analizaron las opiniones y experiencias de estudiantes internacionales que participaron de los programas académicos del CIEE-Study Center Buenos Aires, con sede FLACSO-Argentina.2
En un contexto de creciente valoración de la interculturalidad, la aspiración de educar a las nuevas generaciones en sus principios se extiende cada vez más, aunque la realidad global muestra importantes contradicciones entre estas pretensiones interculturales y los resultados de las políticas neoliberales, las permanentes fallas en los procesos de integración y de aceptación de grupos migrantes en todo el mundo 3. En este trabajo cuando nos referimos a interculturalidad nos remitimos a un concepto que da cuenta de procesos dinámicos, en los que se reconoce una necesaria interdependencia entre situaciones, individuos, grupos o entidades sociales 4. En contraste con las conceptualizaciones del multiculturalismo, la interculturalidad pasa de la descripción a la acción propositiva a partir del diálogo para el entendimiento entre las culturas.5
En la experiencia cotidiana el cuerpo se pone en acción y las cuestiones de género y de sexualidades se discuten, se negocian, se viven. La cultural local atraviesa a cada estudiante y la/o obliga a salir de la “burbuja de seguridad personal” en la que se siente protegido (personal bubble). Cuando logran saltar esta barrera se encuentran con un Estado y una sociedad que presenta claros avances democratizadores en cuanto a derechos humanos y equidad de género, como una ley de cupos que ha permitido que un 40% de las bancas del Congreso Nacional sean ocupadas por mujeres; una mujer presidenta electa dos veces por el voto democrático; una ley de matrimonio igualitario; la enseñanza obligatoria de educación sexual integral; y la provisión de anticonceptivos gratuitos y de información sobre salud sexual y reproductiva para toda la población. Claro que estas realidades son contrastadas con otras que parecen ir en el sentido contrario, como la persistente ilegalidad del aborto, el acoso callejero y otras escenas de violencia de género, explícita o latente, que suelen ser encuadradas por las/os estudiantes extranjeras/os como escenas representativas del “machismo latinoamericano.”
Se trata entonces de reflexionar sobre las experiencias y aprendizajes que surgen de estos programas de intercambio, poniendo el acento en aspectos que son generalmente naturalizados y que remiten a creencias y prácticas que ponen al cuerpo, el género y las sexualidades en un lugar primordial y sobre los desafíos que presentan estos temas para la educación internacional y para la experiencia intercultural.6 Es interesante detenerse en estas experiencias tanto dentro de la cultura local como también en la preparación previa que las/os estudiantes internacionales reciben en su países de origen. Esto permite tener mayor conocimiento acerca del corpus de ideas previas que poseen para facilitar su inmersión.
2. Vivir e interpretar la interculturalidad
Las/os estudiantes internacionales reciben información sobre los destinos que pueden elegir y una serie de pautas que las/os preparan para la inmersión y les permiten (sobre) vivir en otra cultura. Se trata de resolver y hacer cotidiano lo que la academia y la política discute activamente: cómo se pude gestionar la diversidad y la integración. Lo que se propone es “maximizar” la experiencia y prevenir el “shock cultural” y para ello se proponen informar y formar a los sujetos en el desarrollo de habilidades prácticas e interpretativas que tiendan a desarrollar “competencias interculturales”.
Sin embargo, en algunos sitios de universidades o en las guías para viajeros, se establecen comparaciones entre culturas que resultan de tipo jerárquicas. Ejemplo de ello son afirmaciones tales como que en Estados Unidos el género no es igual de importante para la conformación de la identidad como otras pertenencias y construcciones socio-culturales. Es más, se afirma que “el principio de equidad entre los sexos es casi universalmente aceptado” 7. También se advierte sobre la existencia de un prejuicio en otros países fuera de los Estados Unidos que sostiene que las mujeres de allí son “fáciles”, sin reflexionar sobre los modos en que la industria cultural estadounidense ha colaborado con la construcción de esta idea. Así resulta claro que en la experiencia intercultural se ponen en juego concepciones, valoraciones y prejuicios sobre la cultura a la que se llega, al mismo tiempo que surgen estereotipos de la cultura propia. En este sentido, estos materiales, con sus consejos y especialmente con sus advertencias, ponen en tensión los principios de la educación intercultural que supuestamente buscan fortalecer, y hacen aún más crítico el proceso de inmersión.
3. De cuerpos y machismos: supremacías, miradas y piropos
En estos textos preparatorios para el study abroad, en las descripciones sobre América Latina, la palabra “machismo” aparece recurrentemente y el “piropo” (cat-calling, flattery, compliments) es presentado como la evidencia más clara de la sujeción femenina y el desafío más grave que deben enfrentar las estudiantes durante su estancia. En algunos casos la recomendación es “hacer lo mismo que las argentinas” y “seguir caminando”. También se recomienda no interpretar como ofensivo el contacto visual intenso durante una conversación o el contacto corporal si la intención fue marcar un punto en especial.8 La pauta sugerida es mostrar comprensión y valorar los “avances” que en muchos países se han dado en las relaciones de género aunque haya prácticas machistas que persisten.
La investigadora colombiana Mara Viveros afirma que el sexismo, el racismo y el clasismo son estructuras sociales que se reconstruyen y afectan mutuamente.9 En este sentido, cuando se habla del “machismo latinoamericano” hay que pensar que éste no refiere solamente a las desigualdades de género; es también una representación racializada de las masculinidades de los grupos subalternos (de los hombres negros, de los hombres campesinos, de los hombres de sectores populares, de los hombres de sociedades tradicionales). Viveros no niega la existencia de la dominación masculina en esos grupos sociales, sino que propone ubicarla en un contexto de dominación más amplio y que no solamente enmarca las relaciones entre varones y mujeres asumiendo supremacía masculina, sino que también determina las masculinidades que se ponen en juego en la cultura.
En ocasiones los estudiantes, por su parte, manifiestan desconcierto respecto de cuáles son las expectativas que se tienen de ellos en la cultura local y cómo se espera que se expresen sus masculinidades.
“No entiendo si está permitido o no decir algo sexual de manera directa (…) En USA no podemos hacerlo así (…) Siento que acá las mujeres esperan que sea proactive pero en mi universidad eso sería being aggressive (…)”10
Y vale aquí también plantear el problema no sólo de la traducción de prácticas sino de expresiones y palabras dado que aggressive no significa necesariamente “agresivo”. En inglés el término puede calificar a una persona que está muy determinada en conseguir o tener éxito en lo que quiere, en obtener resultados e inclusive puede ser un indicador de persona exitosa que buscará lograr sus objetivos. Claro que si esta insistencia no respeta la determinación de la contraparte la palabra termina acercándose a la definición en español que involucra la violencia.
Las vacilaciones respecto a cómo se debe comportar un varón en Argentina no se limitan a los contextos de interacción entre varones y mujeres heterosexuales, los estudiantes también expresan dudas sobre cómo actuar entre ellos. Para la mayoría de los estudiantes de los Estados Unidos, la corporalidad masculina “latina” los lleva a aproximaciones (abrazos y besos entre hombres) que en su país están culturalmente vedadas.
“Acá son más libres (…). Cuando llegué a la casa, me sorprendí cuando me dio un abrazo y un beso (sobre el padre de la familia) sin conocerme (…)”.11
El cuerpo aparece así como el territorio en el que se inscriben significados sociales que las/os estudiantes necesitan decodificar y resignificar en los términos locales y también en los propios. Vivir corporalmente la experiencia de study abroad está mediado por las propias historias corporales y la cultura de origen y es desde estos lugares desde donde se construye la experiencia y se re-significa lo vivenciado. Partimos de una idea de cuerpo que ha impuesto la modernidad que “implica la ruptura del sujeto con los otros (una estructura social de tipo individualista), con el cosmos (las materias primas que componen el cuerpo no encuentran ninguna correspondencia en otra parte), consigo mismo (poseer un cuerpo más que ser un cuerpo)” 12. Esas ideas del cuerpo como propiedad privada son justamente cuestionadas cuando alguien mira lo que no fue autorizado a mirar. Y en este sentido los piropos pueden pensarse, y vivirse, como una forma de violencia de género directa pero también indirecta ya que instaura modos de normativización que crean, reproducen y gestionan cuerpos y dinámicas diferenciadas en el espacio público y también en el privado.
“Los piropos eran lo más interesante para mí como experiencia única de género y sexualidad en Argentina. En mi ciudad, en Estados Unidos, es muy improbable que un hombre se me acerque sin antes tener alguna señal de que quiero iniciar una conversación. (…). Ser objeto de la mirada de otros, sin haberlo pedido ni querido, fue muy alarmante”. 13
Es evidente que explicar que los piropos son una costumbre, que se trata de un “hecho cultural” sin problematizar las causas que los habilitan y sostienen es considerar que la cultura es inmutable. Como sostuvo un estudiante:
“No se puede renunciar al cambio en nombre de las diferencias culturales. (…) es ofensivo, hace que las mujeres tengan miedo o se incomoden, no debería explicarse como parte de la cultura y así dejarlo”.14
Su voz nos hizo reflexionar en conjunto; cada una/o de nosotras/os, desde nuestros lugares, con nuestras propias improntas culturales, revisamos nuestros supuestos a partir de la interpelación del otro y aprendimos a partir del diálogo, evitando establecer jerarquías y valoraciones basadas en estereotipos.
Cambiar el enfoque, superar estereotipos
En las últimas décadas la educación internacional se ha expandido notablemente. Hay más estudiantes involucradas/os, mayor variedad en los destinos elegidos y una notable apreciación social de estas experiencias de intercambio. Las reflexiones y los análisis son muchas veces reemplazados por estadísticas, pautas y consejos, mientras que los estudios de educación intercultural se concentran en la educación indígena bilingüe y no toman en cuenta estos casos. De ahí que nuestro objetivo haya sido resaltar que la educación internacional también propicia el encuentro de culturas, de sus creencias, valores, costumbres, y que como esto ocurre entre sujetos sexuados que tienen diferentes identidades y modos de vivir el cuerpo, el enfoque de género resulta imprescindible para conocer de cerca estas experiencias, resignificando nuestros propios sentidos culturales y tomando como posibles categorías de análisis válidas las perspectivas que vienen de otras culturas y lenguajes. En definitiva se trata de deconstruir para volver a armar nuevos sentidos y diálogos entre culturas, y así fortalecer los aprendizajes colaborativos que nos recuerde que todos, como seres humanos, estamos en permanente viaje.