El nuevo poder agropecuario
El nuevo poder agropecuario.
Reconfiguración del perfil de la cúpula de dominación en el campo argentino.
Por Carla Gras, docente de la Maestría en Estudios Sociales Agrarios, y Valeria Hernández.
Publicado el Página/12, domingo 21 de agosto de 2016.
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El nuevo poder agropecuario
Las autoras de Radiografía del nuevo campo argentino estudiaron el proceso de transformación del núcleo hegemónico del sector agropecuario. Desarrollo, progreso y modernidad fueron impuestos como marca de identidad del agronegocio.
En los últimos 20 años, el dinamismo logrado por el agro argentino se ha reflejado en indicadores tales como hectáreas sembradas, toneladas producidas o toneladas exportadas. Este crecimiento estuvo signado por la consolidación del llamado modelo de agronegocio, cuyo cultivo “estrella” –y paradigmático– ha sido la soja. Sabidas son las transformaciones que lo acompañaron: producción a gran escala, nuevos paquetes tecnológicos, uso intensivo de los recursos naturales, avance de la frontera agropecuaria con la pérdida de montes y bosques nativos, degradación de suelos, transferencia de tierras de pequeños productores hacia el sector empresarial, expulsión y arrinconamiento de poblaciones campesinas.
El eje de Radiografía del nuevo campo argentino está puesto en los procesos a través de los cuales este modelo se consolidó en el país, adquiriendo una configuración económica y sociopolítica de gran consistencia, que atravesó los imaginarios sociales al introducir nociones valoradas socialmente, como las de desarrollo, progreso y modernidad. Radiografía del nuevo campo argentino parte de interrogar ese grado de consistencia logrado por el agronegocio; el recorrido que propone busca dilucidar el proceso por el cual una particular forma de organizar una actividad económica devino hegemónica.
Con este horizonte, el libro busca desentrañar la forma en que las lógicas globales motorizadas por grandes corporaciones transnacionales anclaron en el ámbito nacional. Nos propusimos hacerlo desde una propuesta relativamente poco desarrollada: analizando las formas en que los empresarios se integraron y participaron de la estructuración del agronegocio en la Argentina; las prácticas que desplegaron y que dieron al agronegocio contenidos ideológicos, económicos y políticos; y finalmente, la construcción de legitimidades desde las posiciones de poder que fueron conquistando. Esto requiere no tomar al empresariado como un actor homogéneo, cuyos rasgos y poder se mantienen inalterables en el tiempo: partir de esta idea nos llevó a abordar las transformaciones operadas en el interior de ese grupo social, tanto en una dimensión material como simbólico-ideológica.
Nuestro trabajo recorre la última mitad del siglo XX, recortando una temporalidad que permita abordar las condiciones de emergencia del agronegocio. El punto de partida se ubica entonces en la emergencia de una franja de la burguesía agraria cuya vocación de poder se expresó en un proyecto modernizador que hacia fines de los años ´50 se propuso liderar la integración de la agricultura argentina a un mercado mundial basado en la hegemonía de los Estados Unidos. Tomando a una institución fundada por este grupo en 1957, Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), damos cuenta de su accionar, situado en el plano tecnológico, para analizar cómo esta fracción de la burguesía logró rearticular la asociación entre la gran propiedad y el desarrollo económico sobre bases distintas a las de la vieja elite terrateniente, invocando a la técnica y al conocimiento como valores superiores que debían asumir las clases propietarias del campo. O, lo que llamamos, el pasaje de la estancia a la empresa.
Mostramos el contrapunto con la histórica Sociedad Rural Argentina, a partir de la concepción de la moderna empresa agropecuaria que Aacreafunda. Allí técnica y política fueron conjugadas de un modo preciso: hay en los fundadores de Aacreauna intención de retomar la perdida vocación de progreso y de poder que había enarbolado la SRA entre 1866 y 1930. En continuidad con la concepción desarrollista, el proyecto liderado por Aacreabuscó erigir a un sector de la burguesía agraria en “punta de lanza de una nueva agricultura”, otorgándole un contenido moral: el de “servir al bien común”.
Las implicancias para el agro del giro del capitalismo hacia una mayor globalización son abordadas con una doble intención. Por un lado, para restituir los procesos que llevaron a la creciente subordinación de la producción agropecuaria a las necesidades del capital agroindustrial transnacional y a la primacía de las lógicas financieras. Por otro, para mostrar cómo esas transformaciones pusieron coto al proyecto liderado por Aacrea. Hay aquí una hipótesis importante, y es que ese límite es fundamental para comprender la recomposición –resistencias y tensiones mediante– operada en el empresariado agrario local para insertarse en cadenas productivas comandadas por las grandes transnacionales.
El foco gira entonces hacia la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), para entender cómo ésta resignificó la relación entre agro y desarrollo en clave neoliberal, y acompañó la articulación de jugadores locales con jugadores transnacionales. Para esto, buscamos reconstruir el pasaje entre la misión fundante de Aapresid, la difusión de la siembra directa, y la que luego organizará su actividad: la construcción de un nuevo paradigma productivo, que sintetizarán en la noción de agronegocios. Al pensarlo como paradigma, la dirigencia de Aapresid demostraba la vocación de transmitir una nueva visión sobre el agro y no sólo un cambio en determinado aspecto tecnológico o productivo. Analizamos entonces las prácticas, estrategias y mecanismos puestos en juego por Aapresid para lograr que el paradigma del agronegocio se afianzara frente a otras lógicas de producción, hasta devenir hegemónico.
Un punto central sobre el que nos detuvimos refiere a la configuración del conocimiento como factor productivo y de la innovación como relato de la integración social, tal como fue jugado por Aapresid. Encontramos que estos elementos son resultado de articulaciones específicas de este empresariado a partir de los vínculos establecidos con otros ámbitos de producción de saberes (como el mediático, el académico, el científico). En particular, el rol de Aapresid en la expansión y legitimación de las biotecnologías, a través del cual es posible recorrer la cristalización del conocimiento como mercancía.
Si el proyecto modernizador de Aacreallamaba a incorporar la ciencia y la experimentación técnica para fundar una agricultura eficiente y altamente productiva, que “hiciera rendir al máximo los frutos de la tierra”, el llamado de Aapresid fue a la innovación permanente y su horizonte, las “redes de producción”, que no se limitan al sector agrario como tampoco a las fronteras nacionales, y el mercado global. Aapresidtambién motorizará un modelo de sociedad deseable para el siglo XXI bajo la égida del conocimiento, proponiendo al agronegocio como proyecto de desarrollo nacional. También con vocación de poder, y en otro contexto histórico, Aacrea definió un proyecto de país (más “acotado” que el que Aapresid enarbola para el siglo XXI) sustentado en la visión del agro como motor de la economía nacional; condición que no era evidente en los años ´50, dado el proceso de estancamiento que el agro pampeano atravesaba desde las primeras décadas del siglo XX.
Analizamos los entrelazamientos entre agro, desarrollo y tecnología que puso en pie la burguesía agraria durante la última mitad del siglo XX. Ésta se dio estas instituciones para asegurarse la dirección del desarrollo agropecuario en cada momento histórico. Para analizar ese proceso, prestamos especial modo a la noción de “revolución” que ambas instituciones movilizaron y a las diversas prácticas y sentidos que cada una le otorgó. Aunque con una constante: su anclaje en la dimensión tecnológica, complementada por múltiples y reiterados llamados al cambio de “mentalidades”. Es decir, a la producción de subjetividades, de nuevas ideas y creencias, evidenciando, en definitiva, la función ideológica de la tecnología. De qué manera se fue reconfigurando el perfil de las clases dominantes y sus mecanismos de construcción de hegemonía, y cómo, lejos de suponer la restitución de antiguos grupos de poder, el proceso recompuso –mediante desplazamientos, permanencias e ingresos– la cúpula del sector agropecuario.