El ocio vital más allá del retiro, un camino sin explorar
Participa Julieta Oddone, Directora del Programa Envejecimiento y Sociedad de FLACSO.
Por: Laura Marajofsky
Publicada en diario La Nación, día domingo 29 de abril de 2018.
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El ocio vital más allá del retiro, un camino sin explorar
Mucho se ha discutido en el último tiempo respecto de cómo las nuevas tecnologías y virajes en la economía están impactando en el mundo del trabajo. Sin embargo, una discusión seria sobre el ocio en tanto cada vez más gente pasará mayores porciones de su vida jubilada o retirada, se encuentra pendiente. Así, una editorial reciente del Journal Democracy se pregunta de manera pertinente por el futuro del tiempo libre y su impacto cultural.
Mientras las economías más avanzadas están “envejeciendo” rápidamente, no sólo se requerirá un sistema que aloje las necesidades de salud de los jubilados (que llegan cada vez en mejores condiciones físicas y mentales a este mojón), sino también de entretenimiento y desarrollo personal. Por otro lado, el fin de una carrera ya no implica el fin del trabajo o del crecimiento profesional, mientras la edad de retiro continúa corriéndose, la concepción del trabajo muta y algunos especialistas ya comienzan a hablar de serious leisure en relación a oportunidades que generen nuevos intereses, disparen sucesivas carreras y producen formas nóveles de empleo o auto-empleo.
Entonces, ¿cómo se vive y se entiende el trabajo, pero más importante, el ocio posretiro hoy? ¿Tenemos otros recursos para pensarlo diferente respecto del pasado? Y, ¿qué posibilidades pueden surgir en un nuevo panorama donde el trabajo y el ocio ya no estén tan delimitados?
El ocio, una cosa seria
En un contexto de prolongación de la vida y envejecimiento de la población (según la ONU el número de personas mayores de 60 años pasará de 600 millones en el 2000, a 1.200 millones en el 2025, y a casi 2.000 millones en 2050), la pregunta por el uso y sentido del tiempo libre post-retiro es más que pertinente. “La Argentina no queda exenta: según las últimas estadísticas del INDEC, más de 4 millones de personas son mayores a 65 años, lo que representa al 10.5% de la población (censo 2010). Se espera que para el 2030 sea del 13.6% y continúe creciendo hasta llegar al 19% en el 2050, es decir que 1 de cada 5 personas será un adulto mayor”, explican desde el Lab de Tendencias Sociales y de Consumo de Consultora W, fundada por Guillermo Oliveto.
“De esta manera, cuando hablamos de envejecimiento poblacional no se trata únicamente de un aumento en términos absolutos de la cantidad de personas mayores, sino también de un aumento en el peso relativo de esas personas mayores con relación al total de la población”.
Si antes pensadores, filósofos y escritores, desde Marx a Wilde, se preguntaban qué hacer con el tiempo libre, precisamente porque se creía que con la llegada de la automatización pronto entraríamos en una era masiva del ocio, hoy todavía no hemos podido responder satisfactoriamente esta pregunta a nivel sociedad.
¿A dónde irán los trabajadores jubilados en este tiempo? En el “serious leisure”, según el sociólogo Robert A. Stebbins. Podrían encontrar satisfacción y auto realización, “desarrollando actividades por las que haya un genuino interés, así como lanzar una nueva carrera centrada en adquirir y expresar habilidades, conocimientos y experiencias particulares”. En otras palabras, barajar y dar de nuevo o “rebootear” la propia carrera.
“Concebido de forma adecuada, el tiempo de ocio podría convertirse en la seguridad social ideal para una era en la que la tecnología genera mucha incertidumbre, un espacio para disparar nuevas carreras, que puedan o no encuadrarse dentro de las formas tradicionales de auto-empleo o labor remunerado, e inclusive un tiempo en el que uno podría desmarcarse completamente del paradigma identitario del trabajo y contribuir a la comunidad a través de actividades cívicas o culturales”, continúa la nota.
Sin embargo, una de las mayores problemáticas detectadas por especialistas es que precisamente porque el trabajo se ha convertido en el foco de las vidas, al menos hasta como se pensaban décadas atrás, resulta tan difícil pensarse de otro modo. Lo que es más, como estamos tan acostumbrados a pensar en términos laborales y productivos, pensar en la variable del ocio y de una administración creativa y satisfactoria del tiempo disponible no sólo resulta complejo, sino angustiante. Se asume que la gente sabe manejar su tiempo libre, cuando en verdad esto, al igual que las habilidades laborales, es algo que se entrena y adquiere. Algunos inclusive sugieren que a través de la educación se debería preparar a los jóvenes no sólo para entrar en el mercado laboral, sino a cultivar intereses, proyectos y otras cosas aparte del trabajo.
De esto nos habla también Eduardo Levy Yeyati, economista que acaba de publicar una novela futurista sobre el asunto titulada “El juego de la mancha”. “En la cultura occidental, formateada en la ética protestante del trabajo, el ocio es el tiempo no remunerado, y suele vivirse como un complemento del trabajo; en exceso, adquiere una connotación social negativa, genera culpa. Esta situación de crisis donde al laburante se le priva de un día para el otro del guión de la rutina del trabajo es el disparador de mi novela. Allí el cambio es brutal y la respuesta es la descomposición psicosocial, cercana a una pesadilla”, cuenta el autor.
En el pasado el trabajo delimitaba claramente las distintas etapas de la vida de una persona, niñez, adultez y vejez vinculada a la jubilación: Hoy nos encontramos con un panorama diferente que, gracias a los cambios laborales, tecnológicos y biológicos, hace que el antiguo sistema tripartito de la vida se haya desvirtuado. Así lo explica Julieta Oddone, socióloga especialista en adultos mayores y envejecimiento de FLACSO. “Con las prejubilaciones bajamos el piso y la edad de la vejez, por lo que nos vamos a encontrar que, a diferencia de antes, con el aumento de la expectativa de vida, muchas personas pueden pasar más años jubilados que como trabajadores activos. Se puede llegar a vivir más de 30 años con actividad y luego esa misma cantidad jubilado. Es decir que el ocio puede igualar la porción de tu vida activa o ser mucho más largo, en particular si consideramos que cada vez más gente supera los 90 y 100 años. Entre el último censo y el anterior las personas de más de 100 años más que se duplicaron”.
Sin proyección
Estudios recientes realizados en personas de mayor edad muestran que si bien lo deseable es tener una participación activa en la sociedad esto muchas veces no sucede, revelando también otro problema sobre todo las anteriores generaciones (Boomers), que es que no están preparados en términos de planificación y proyección personal (más allá del trabajo o las obligaciones familiares). “Las últimas investigaciones de nuestra país nos muestran que sólo un 20% de las personas mayores tienen una utilización creativa, participativa y extrafamiliar del tiempo libre. Esto no significa que dedicarse a la familia y el hogar no redunda en beneficios positivos, pero los estudios muestran que cuando la persona tiene una participación creativa y reconocimiento social más allá del círculo familiar la calidad de vida es mucho más positiva. Asimismo cuando se pregunta en relación a los proyectos que tienen como persona jubilada y fuera del mercado laboral, la mayoría no tiene proyectos. Es decir un 70% de la población mayor indica que no tiene proyectos. Y esto es un tema serio”, advierte Oddone.
“El ocio bien entrenado puede ser extraordinariamente creativo, como lo fue en la historia, y solidario, propiciando trabajos no remunerados de impacto social. La mercantilización del trabajo, la idea de que sólo es trabajo el trabajo asalariado, es relativamente reciente. Si no descuidamos el ingreso de los individuos, desacoplar el trabajo del salario puede ser liberador. Me parece que algo de esto viene ya incorporado en las nuevas generaciones de jóvenes hijos de la clase media, que están más libres de este estigma” reflexiona Yeyati.