El enfoque de Desarrollo Humano es el resultado de la búsqueda conceptual y empírica de un punto de vista sobre el desarrollo que supera los sesgos y las limitaciones de las perspectivas clásicas que lo restringen a un proceso de despliegue unidimensional de fuerzas económicas. Este enfoque propone una noción de desarrollo basada en las ideas de libertad y felicidad humanas como valores normativos centrales, conceptos que enriquecen los análisis de los problemas del desarrollo.
Los estudios clásicos de Amartya Sen proporcionaron una primera plataforma de lanzamiento a este enfoque, en el que se profundizó la crítica a los paradigmas clásicos de la economía y aportó reflexiones nuevas sobre sus presupuestos teóricos. Para Sen, las dimensiones materiales del desarrollo deben ser entendidas solo como medios para obtener la libertad y el florecimiento humano (“ser” y “hacer”). En este sentido, la libertad para elegir y vivir la vida que se valora (la libertad de hacer) permite el pleno desarrollo de las potencialidades humanas (la libertad de ser). Desde este punto de vista, el desarrollo debe ser un proceso de ampliación de las opciones de las personas para hacer y ser.
El enfoque de Desarrollo Humano fue incorporado rápidamente para el abordaje crítico conceptual del problema del desarrollo; para el examen de los principales obstáculos económicos, sociales, políticos y culturales presentes en las sociedades y para la evaluación y prospección de políticas públicas orientadas al desarrollo. Al mismo tiempo, esta perspectiva fue adoptada por las agencias de desarrollo dependientes de la Organización de Naciones Unidas y por diversas universidades y centros de investigación. Contó, además, con una recepción particularmente favorable en América Latina porque, para la región, la temática del desarrollo y sus dimensiones económicas, social, política y cultural han sido históricamente relevantes.
Los Informes de Desarrollo Humano elaborados por el PNUD se propusieron medir los resultados del desarrollo complejizando la medición clásica que asociaba el desarrollo exclusivamente al crecimiento del producto interno bruto y a la reducción de necesidades materiales básicas. El Índice de Desarrollo Humano, primero, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, después, y más recientemente los Objetivos de Desarrollo Sostenible, llamaron la atención sobre la necesidad de una comprensión más integral del desarrollo que incluyera la aproximación ecológica o ambiental, la democratización del acceso a las oportunidades económicas y el respeto por las singularidades culturales.
La idea de participación como “empoderamiento” (transferencia de recursos de poder) e incorporación masiva de los ciudadanos a la gestión y la búsqueda de sostenibilidad/sustentabilidad como imperativo de equilibrio entre el uso y la reproducción de los recursos ambientales, se convirtieron en nociones insoslayables para este marco de intelección.
Los usos del enfoque de desarrollo humano
El enfoque de desarrollo humano encontró rápidamente sus usos principales en el abordaje crítico conceptual del problema del desarrollo; en el examen de los principales problemas económicos, políticos, sociales y culturales presentes en las sociedades en desarrollo y en la evaluación crítica de políticas públicas orientadas al desarrollo y en la prospección de políticas de desarrollo.
Incorporado como perspectiva preferida de las agencias de desarrollo dependientes de la Organización de Naciones Unidas, el enfoque adquirió rápidamente credenciales político-institucionales, a la vez que sus credenciales académicas se multiplicaron a través de las universidades y los centros especializados que lo incorporaron como objeto e instrumento de investigación.
Los Informes de Desarrollo Humano se propusieron, por ejemplo, medir los resultados del desarrollo complejizando los enfoques de medición clásica que asociaban desarrollo exclusivamente a dimensiones tales como el crecimiento del producto interno bruto o la reducción de necesidades materiales básicas. El Índice de Desarrollo Humano, primero, y los Objetivos de Desarrollo del Milenio, después, y los Objetivos de Desarrollo Sustentable, recientemente, se propusieron llamar la atención sobre la necesidad de percibir todas las dimensiones del desarrollo y de captar las complejas relaciones que hay entre sí. Se propusieron, asimismo, catalogar y proponer “buenas prácticas” en términos de experiencias que hubieran probado empíricamente su potencial de desarrollo efectivo de “capacidades” en los términos del propio enfoque.
El enfoque de desarrollo humano alertó de este modo sobre la importancia de buscar políticas públicas con criterios éticos fundados en una comprensión más integral del desarrollo. A diferencia del punto de vista clásico, por el cual el desarrollo económico acelerado a cualquier costo era visto como condición sine qua non de la mejora de las condiciones de vida, los medios éticos que suelen orientar la selección de mejores estrategias de desarrollo humano incluyen la aproximación ecológica o ambiental, la democratización del acceso a las oportunidades económicas, el respeto por las singularidades culturales, la “ciudadanización” del Estado, o la priorización de la consecución de un piso de condiciones materiales de vida socialmente aceptable a través de la política económica y social.
Del mismo modo, el enfoque de desarrollo humano resaltó progresivamente la importancia de los criterios normativos que “humanizan” y “eticizan” al desarrollo. En este sentido, apareció frecuentemente la idea de equidad como equilibrio entre imparcialidad y justicia distributiva; la idea de participación como “empoderamiento” (transferencia de recursos de poder) e incorporación masiva de los ciudadanos a la gestión; la idea de agencia como desarrollo de fuentes y procesos autónomos de acción para todos los grupos sociales; y la búsqueda de sostenibilidad/sustentabilidad como imperativo de equilibrio entre el uso y la reproducción de los recursos ambientales.
Finalmente, el enfoque tuvo una recepción particularmente favorable en América Latina, probablemente porque, para la región, el asunto del desarrollo y de sus dimensiones económica, política, social y cultural han sido históricamente centrales. Enlazándose con las tradiciones regionales de los estudios del desarrollo, el enfoque sirvió para renovar debates clásicos alrededor de los problemas estructurales del desarrollo económico, de las dimensiones políticas de la modernización del Estado, o de la evolución de los profundos clivajes de desigualdad social que caracterizan a América Latina.
Para mayor información sobre las características, la historia y el uso del enfoque puede consultar, entre otras, las páginas dedicadas al enfoque en el sitio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en http://hdr.undp.org/es/content/%C2%BFqu%C3%A9-es-el-desarrollo-humano y/o en el sitio de la Asociación de Desarrollo y Capacidad Humana (Human Development & Capability Association) en https://hd-ca.org/